La otrora reina punk Vivienne Westwood merece volver a ser coronada; en esta ocasión por su habilidad única para hacer entradas triunfales, de lo más resonantes. Ocurre que la semana pasada, la icónica diseñadora lideró una llamativa protesta ambientalista donde, montada a un tanque de guerra, cual artillera de un ficcional “ataque químico”, circuló por la campiña inglesa hasta el pueblo Chadlington, donde el primer ministro David Cameron tiene una residencia. Secundada por activistas que vestían máscaras de gas, allí comenzaron las quejas al son de “¡Es un envenenador!”, en referencia al anuncio del gobierno de que ofrecerá licencias para fracturación hidráulica (controvertida técnica de extracción también conocida como “fracking”) en distintas localidades de Yorshire. “Quiere envenenar el aire, la tierra y el agua”, propinó la dama de 74, haciéndose eco de la preocupación ecologista que asegura que el proceso extractivo no solo contamina las aguas subterráneas; también puede generar pequeños terremotos. No es la primera vez que Vivienne genera protestas elaboradas; como anota el sitio Jezebel, el pasado abril organizó un mitin apocalíptico con modelos zombis en otra campaña anti-fracking. Todo con la ayuda del hijo que tuvo con Malcolm McLaren, Joseph Corré, cabeza del organismo verde Talk Fracking y fundador de una reconocida marca de lencería. Se ve que corre en la familia: activismo, vestimenta y mucho, mucho ruido.