“Está en todas partes; de hecho, con el equipamiento adecuado la encontrarás en prácticamente cualquier superficie. También está dentro nuestro”. Con tan elocuentes palabras, da la bienvenida el sitio oficial del National Poo Museum, “primer museo completamente dedicado a la caca” (al menos, en UK), como anuncia -no sin cierta jactancia- vía cuenta de Twitter. Desafiando además a los potenciales visitantes al son de: “¿Sabés distinguir las deposiciones de una llama de las de un león?”. Ajá… ¿Debería…? Recientemente inaugurado en el Zoológico de la Isla de Wight, en Inglaterra, el corte ceremonial de cinta -atento a la coherencia de la propuesta- se hizo con papel higiénico. Un momento memorable, sin duda, para quienes ingresaron a una sala que, además de esferas de vidrio conteniendo ejemplares de heces de diversa índole, se toparon con cantidad de inodoros vintage. Sucede que para leer info sobre las bondades del excremento, los visitantes deben levantar la tapa y tomar del interior de la taza, folletos instructivos repletos de datos peculiares. Por ejemplo, las formas de descifrar qué cacona salió de qué animal, según el olor; qué bicho elimina deposiciones cuadradas; cómo eran los “regalitos” de los vikingos 200 años atrás; por mencionar unas pocas cuestiones. “Muestras de desechos fecales de las siguientes especiales podrán encontrarse en el museo”, puntualiza la web, y procede a enumerar: búho, león, vaca, zorro, bebé humano, adulto humano… Y luego, para ahondar en espanto, suma: “excremento de 38 millones de años”, “caca con dientes y huesos”, “ejemplar que parece una barra de cereal”, “de gato, encontrada en el zapato de un niño”. Orgullosa de su atracción central, la web también comparte el “proceso artístico” para secar y encapsular la susodicha porquería. “Visité la muestra y fue una mierda”, exclaman algunas voces en redes sociales, con cierta ¿ironía? A esta altura del partido, difícil saber.