VALE DECIR
Aunque falten aún dos años para que el calendario marque el 200 aniversario de la primera edición de Frankenstein o el moderno Prometeo, esa delicia gótica creada por Mary Shelley, originalmente publicada en 1818, no faltan quienes aprovechan la chispa iniciática que dio perenne vida a su criatura: un texto fragmentario que ha tenido más versiones, inspirado más films, recibido más tributos, que partes de criminales tuvo el monstruo del doc Víctor. Y la chispa iniciática, reconstruye la historia, acaeció tiempo antes, en 1816, cuando Mary y Percy Shelley, Lord Byron, Claire Clairmont y John Polidori pasaron borrascosos días -y sus noches- de frío, lluvias y rayos en Villa Diodati, a orillas del lago Lemán, en Suiza, durante el infamemente célebre “año sin verano”. Una estancia sombría donde, a decir de la autora, “los truenos estallaban de forma aterradora sobre nuestras cabezas”. El fenómeno climático tenía sus razones: una nube de cenizas había cubierto Europa tras la erupción del volcán Tambora, en Indonesia. Y conforme el contexto, la estancia del grupo realizó actividades a tono, discurriendo acerca de los principios galvánicos, las teorías de Erasmus Darwin –abuelo de Charles– sobre la reanimación de los muertos, y la naturaleza del principio vital. Leyendo, además, cuentos de fantasmas, y, a pedido de Byron, escribiendo. Fue entonces cuando la joven Mary bosquejó sus primeras notas del futuro Frankenstein; y Polidori, El Vampiro.
Para celebrar aquellas míticas jornadas que sí han cumplido dos siglos, la editorial Restless Books, con sede en Nueva York, decidió lanzar una flamante edición, con atractivo bonus tracks: 26 ilustraciones originales, inspiradas en estudios anatómicos franceses de los tiempos de Shelley, realizadas -por encargo- por el artista mexicano Eko (1958). Quien motorizara sus inquietantes dibujos guiado “por la misma línea de pensamiento del doctor Frankenstein, hostigado por sus mismos interrogantes: ¿Es correcto que la ciencia cree seres humanos? ¿Es la criatura, el monstruo, consecuencia de la arrogancia humana? ¿Estar familiarizado con el funcionamiento del cuerpo es suficiente para declarar que se entiende la naturaleza humana”. Así se refiere este grabador, pintor, ilustrador al mentado proyecto. Subrayando, por otra parte, que sus piezas, “como la mente de Víctor, empiezan con el engaño de la razón”.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux