VALE DECIR
Dicen que es mucho más centrada que sus padres, lo que no es mucho decir, y le endilgan el mote de heredera sensata. Verdad hay en que Frances Bean Cobain, pimpollo de Kurt y Courtney Love, siempre se ha reusado a estar bajo los focos, a resignar su intimidad; rechazando, además, ser la Alicia de Tim Burton o, por caso, la Bella de Crepúsculo. En cambio, la muchacha en sus veintes –que tiempísimo atrás fuera pasante de revista Rolling Stone o, más recientemente, oficiase de productora para el documental Montage of Heck, sobre su padre– ha volcado el gen creativo en la ilustración, la pintura. Seis años atrás, con solo 17 añitos, expuso su visceral obra en una galería de Los Angeles, usando el seudónimo Fiddle Tim para firmar piezas deformes, con influencias del caricaturista Al Columbia, que compusieron la exhibición “Scumfuck”. Un año antes, dato colorido, había festejado sus 16 con una fiesta temática que, bajo el nombre “Suicidal 16”, premiaba al invitado que luciera “más muerto”. Aunque con el correr de los años, Frances Bean ha hecho colaboraciones musicales con artistas amigos, lo suyo continúa siendo el dibujo. Así lo demuestra cierta celebrada novedad: que la chica ha puesto a la venta prints de sus piezas a precios sumamente económicos. Entre 200 y 400 dólares, según la obra, es lo que cuesta la copia de un Cobain original, vía aplicación Bepop. “Algunas ediciones especiales estarán a disposición más adelante”, aclara sucintamente la joven de visiones enrevesadas, donde extrañamente abundan hombres calvos y varones grotescos.
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