Rapeó freestyle con Lin-Manuel Miranda, creador del musical sensación Hamilton; compartió sus balances anuales con slow jams en el programa de Jimmy Fallon; expresó que una de las virtudes de Finlandia era su escena heavy metal; canturreó “Let’s Stay Together” en discursos; publicó vía Twitter su lista de canciones favoritas para el verano (ecléctica, por cierto: de Manu Chao a Fiona Apple, de Prince a los Beach Boys, sin descontar Nina Simone, Aretha Franklin). En resumen, que a Barack Obama –melómano en cuestión– le gusta la música, no está en tela de juicio. Menos aún, al contemplar que el hombre abrió el último South by Southwest (SXSW), festival de música, cine y tecnología. Evento que tanto, tanto le entusiasmó, que ahora él mismo prepara su propia versión deluxe en la Casa Blanca. Tal como suena: trasladando formato de Texas a Washington, la curiosa iniciativa se llamará South by South Lawn, y acaecerá el venidero 3 de octubre con –conforme la costumbre– paneles de discusión, cortos de estudiantes de cine y, yeah, música en vivo...

Donde, se augura, habrá carpita sonora curada por “el primer presidente hipster de los Estados Unidos de América”, según conjuran voces a diestra y siniestra. Y aunque el line-up aún no está confirmado, visto y considerando que los Obama tienen amiguísimos como Kendrick Lamar, Jay Z o Beyoncé, se podría tratar de un evento ciertamente memorable. De momento, la única verdad es la realidad: la Casa Blanca acepta suscripciones de artistas ignotos que quieran participar, o nominar a candidatos otros que gusten escuchar en las inmediaciones de la residencia oficial ¿La única condición? Que las mentadas melodías busquen inspirar audiencias y mejorar la vida de los ciudadanos. Y pasen, claro, el baremo del señor groovy, mister Barack.