El pasado año, el fotógrafo canadiense Pete Thorne logró derretir corazoncitos muchos con una sentida serie de imágenes caninas, rápidamente viralizadas, que lejos de festejar a simpáticos y vigorosos cachorritos, se detuvo en perros ancianos. Viejitos hasta las canas que, aunque prontos a estirar la pata, destilan “una profundidad de vida, un sentido de goce y una honda sabiduría, que es difícil hallar en canes de menos edad”. Conclusiones del artista que ahora, conforme a su costumbre de retratar a animalitos fuera de canon, ha virado la cámara hacia gatos fuera de forma. O, en honor a la exactitud, hacia gordísimos felinos, dignos de ser apretujados (aún a riesgo de padecer arañazo), tan sobrados de actitud como de kilos, “dueños de sus dueños”, a decir del inclusivo Thorne. “Al igual que con mi colección –devenida libro– anterior, Old Faithful: Dogs Of A Certain Age, noté que los gatos rechonchos eran poco representados en la cultura popular, a diferencia de versiones más esbeltas, delgadas. Decidí, entonces, que era momento de celebrarlos y ponerlos bajo el foco de atención. Sacarlos del lugar malicioso, de burla, en el que a menudo son ubicados. Después de todo, ¡es el año 2016! Todos los cuerpos son bellos, y merecen ser festejados”, ofrece el responsable de Fat Cats, la serie en cuestión, donde el muchacho reúne decenas y decenas de fotografías de “complejos, elegantes, dulces, inteligentes, bellos, a veces tontolones” mininos corpulentos. Con la esperanza, eso también hay que decirlo, de editar los retratos y las historias de los peludos modelos de ocasión –Evie, Duncan, Pebbles, Luigi, entre otros– en un lustroso tomo, que llegará si consigue suficientes morlacos vía crowdfunding, donde hasta el momento ya ha recaudado a razón de 5 mil dólares. A cruzar las patas.