VALE DECIR
Para una estrella de los años ‘50 y ‘60, no haber pasado por las listas negras del FBI debe ser prácticamente como no haber existido. La última adición a los archivos federales norteamericanos de famosos sospechados de tener “simpatías comunistas” es Marilyn Monroe, quien desafortunadamente ya no está disponible para confirmar ni desmentir nada. Esto se supo hace tan solo unos días, pero no sorprendió a nadie; al menos no tanto como la noticia de que también fueron investigados, entre tantos otros, Frank Sinatra, The Beach Boys, Louis Armstrong, Albert Einstein, Lucille Ball y Liberace. A la chica de Los caballeros las prefieren rubias comenzaron a seguirle el rastro cuando solicitó una visa para visitar la Unión Soviética. Más tarde la vigilaron cuando se encontró con un grupete de comunistas durante unas vacaciones en México organizadas por Sinatra. La mismísima Voz despertó sospechas cuando llegó al FBI el rumor de que el crooner había participado en fiestas sexuales con JFK. Pero la incorporación más célebre sigue siendo la de Lennon: fue sumado a la lista cuando varios agentes “dedujeron” que el beatle John tenía planes para desbaratar la Convención Republicana del ’73, pero abandonaron su vigilancia cuando concluyeron que su consumo habitual de drogas lo había vuelto “incapaz de convertirse en un revolucionario”.
Sir Anthony Hopkins, alias Aníbal el caníbal, anduvo haciendo algunas revelaciones personales en los últimos tiempos. Por ejemplo, confesó que en los años ’70 vivió una época muy oscura: su alcoholismo extremo (era especialmente afecto al tequila) lo llevó a sufrir “severas alucinaciones”. Aunque esto lo dice ahora, cuando, según él mismo, lleva treinta años sobrio, la anécdota no deja de tener su gracia, ya que el oscarizado actor británico recuerda algunos detalles interesantes de aquellas épocas: “Realmente vivía en una suerte de viaje de ácido prolongado. Veía cosas y tenía experiencias casi religiosas: llegué a creer que yo mismo era Juan el Bautista, y le hablaba al mar en Malibú. Y el mar me contestaba. Era raro”.
Días atrás se llevó a cabo en la ciudad que nunca duerme un recital saturado de estrellas a beneficio de las víctimas del Katrina y el evento en sí fue como un huracán destinado a arrasar con la Casa Blanca. Pasaron por ahí (léase: por el Radio City Music Hall y el Madison Square Garden) veteranos como Simon y Garfunkel, Elton John, Elvis Costello, otros un poco más jóvenes como Lenny Kravitz e infinidad de músicos de la ciudad más damnificada, tales como los Neville Brothers y la “reina del soul” Irma Thomas. Casi todos mostraron su apoyo al presidente más carismático que tuvieron los EE.UU. en las últimas décadas: Bill Clinton. Es que Bill, lejos de haberse retirado de la vida pública, se dio un par de vueltas por el lugar. Aunque el verdadero show lo dieron los invitados que se subieron al escenario con un puño en alto. Tom Waits, por ejemplo, expresó sin vueltas su furia por la desidia oficial: “Quisiera que New Orleans estuviera seca y Washington quedara bajo las aguas”. La nota la dio Bette Midler, una señora, se sabe, sin demasiados pelos en la lengua: “El otro día recibí una carta del Partido Republicano”, contó, ante un público multitudinario. “Les contesté: váyanse a la mierda”. Y aclaró: “George Bush es un fan mío; iba a verme en los años ‘70: lo traía su proveedor de cocaína”.
Se viene publicando desde hace algún tiempo, en forma absolutamente anónima en el blog batmanenbuenosaires.blogspot.com y el título lo dice prácticamente todo. Un superhéroe vitalicio de la Liga de la Justicia recorriendo las calles de la ex Reina del Plata después del fin de la convertibilidad suena más bien improbable. Este Batman no arregla nada, no salva a nadie, no tiene batimóvil, y tiene que salir a laburar. ¿Dónde está Bruno Díaz cuando se lo necesita?
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