VALE DECIR
Entre trago y trago, los herederos de Frida Kahlo tuvieron una idea: lanzar en el mercado norteamericano –ávido de nuevos productos relativos a la “Fridamanía” que estalló hace unos pocos años– un tequila que lleva el nombre de la pintora. Para su sobrina Isolda Kahlo, cabeza del proyecto, se trata de un producto que habla de “mi tía Frida, su amor por México, su fuerza y su pasión por la vida. El tequila era su bebida favorita y la acompañó en los grandes momentos”. No tan grandes, dice la crítica de arte Raquel Tibol, quien convivió con la artista en los últimos años de su vida y asegura que si Frida bebía una botella diaria de tequila era para aliviar el dolor causado por el accidente sufrido en su juventud, así como “el padecimiento emocional que sufría por culpa de Rivera”. La Tibol no fue la única en poner el grito en el cielo ante el anuncio del Tequila Frida, que se produce en Jalisco y se venderá en tres variedades, a 50, 65 y 90 dólares la botella, y que llevará la imagen de la pintora y el slogan “Ser original no es pecado”. La historiadora Teresa del Conde opinó que “si Frida supiera lo que se está haciendo en su nombre, sus cenizas se revolcarían en su urna. Isolda ha enloquecido en su deseo de lucrar con el nombre de su familia: esta vez se pasó de la raya”. A todo esto, Mara de Anda, nieta de Isolda y directora comercial de Frida Kahlo Corporation, defendió su línea de productos (que incluye ropa y joyas con el nombre de la artista) y anunció el lanzamiento de una muñeca con la figura de Frida, que vendrá vestida en un vestido tradicional mexicano. “Sabemos que a algunos no les gustará, y tienen derecho a pensar lo que quieran. Pero estamos cuidando la imagen de Frida. Lo hacemos por México, por la cultura, y para que la gente sepa más sobre nuestras tradiciones.”
Así lo reportó el sitio DenverPost.com de Denver, Colorado: esta semana, la policía arrestó a un chico de diecinueve años por comprar en ese sitio con su propia lista de precios. Jonathan Baldino, el acusado, usó códigos de barras fabricados en su casa para comprar artefactos electrónicos con precios muy por debajo de los de “cualquier descuento legítimo”. Baldino fue detenido el miércoles por la seguridad de Target, el lugar que había elegido para su pequeña estafa, cuando quiso salir de la tienda llevándose un i.pod de casi 150 dólares habiendo pagado 4,99. El tema es que ya lo había hecho antes, en el mismo local, llevándose en aquella ocasión un sistema para i-pods de 250 dólares por menos de 15 morlacos y el encargado de seguridad lo reconoció.
Según explicó la policía más tarde, Baldino se enteró por un amigo de la existencia de BarCodeMagic.com, un programa que permite generar códigos de barras en la computadora hogareña. Entonces hizo una primera recorrida por Target en busca de los números de códigos de barras de artículos baratos, y los reprodujo para pegarlos en otros bastante más caros. La primera vez se salió con las suyas. La siguiente debió implorar clemencia: “Por favor, ¡déjeme ir ya! ¡Soy sólo un niño! Solamente quiero ir a casa. Lo hice sin saber la penalización que corresponde a un hecho como éste. ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor!”, dicen que dijo.
El BarCodeMagic sigue activo en Internet, pero lo que el sitio no aclara es que los diseñadores del programa no se hacen responsables por las eventuales complicaciones derivadas de estafar a un comerciante con él.
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