VALE DECIR
Para aquellos que tienen creencias flexibles, la empresa Innovations Extreme (www.innovationsextreme.com) fabrica iglesias inflables de diversos tamaños y estilos arquitectónicos. También sirven para casarse de apuro y de blanco donde sea. Parecen “de usar y tirar”, pero tienen sus detalles: su falso altar, falso órgano y falsos vitraux, y angelitos flotantes. Se puede armar en dos horas y desarmar en mucho menos.
Y según su fabricante, no la pinchan los tacos aguja. Para los que sean de creencias todavía más flexibles, Innovations Extreme hace también discos y pubs inflables.
No va la cosa. Antes de que empezara el Mundial, el sacerdote vudú jefe de Togo, Togbui Assiogbo Gnagblonjro III, anunció que los espíritus ancestrales le habían dicho que su país llegaría lejos en la Copa del Mundo, y sostuvo: “Haremos milagros en el campo”. El sacerdote viajó a Alemania con cien tambores para hacer magia durante el partido, mientras otros sacerdotes hacen lo propio en las calles de Lome, la capital del pequeño país africano (aprox. 56 mil km cuadrados y 5 millones de habitantes). Una compañía alemana vio el filón, y empezó a vender muñecos vudú para pinchar al representante del equipo contrario; pero el negocio funciona bastante mejor que el equipo.
Es que los espíritus no pueden, aparentemente, con la ambición humana. La comedia de errores togolesa empezó en febrero de este año, cuando la estrella del equipo, Emmanuel Adebayor (que juega en el Arsenal) pidió que se echara al entrenador nigeriano Stephen Keshi porque “lo trataba como a los demás”. La Federación de Fútbol Togolesa contrató al alemán Otto Pfister, que acaba de protagonizar un escandalete: renunció al equipo la semana pasada porque quedó en medio de una disputa por dinero. Los jugadores quieren 155 mil euros, 30 mil por cada vez que ganen y 21 mil por cada empate. Como no se los dan –el ingreso por habitante en Togo es de 380 dólares– los jugadores no se presentaron a los entrenamientos. Otto renunció y el primer ministro de Togo, Edem Kodjo, lo acusó de “borracho”; después se arrepintió, voló a Alemania y don Otto se presentó al partido Togo vs. Corea del Sur con un gran medallón de oro al cuello, para demostrar su apoyo a los jugadores. El vudú no alcanzó a pesar del tesón de los tambores, y Togo perdió 2-1.
Tras cinco años de investigación, el profesor Richard Wiseman, de la Universidad de Hertfordshire, consiguió “aislar científicamente” el “mejor chiste del mundo”. Al parecer, sería uno pergeñado por Spike Milligan, actor y guionista de cine y televisión británicos, que dice así: “Dos cazadores se internan en el bosque de Nueva Jersey. De repente, uno de ellos se derrumba; parece no respirar y su mirada está congelada. El otro saca su celular y llama a emergencias. Agitado, dice: ‘Mi amigo ha muerto, ¿qué puedo hacer?’. La operadora responde: ‘Cálmese, puedo ayudarlo. Primero, asegurémonos de que está muerto’. Entonces se produce un silencio, y unos instantes después se escucha un disparo. De vuelta en el teléfono, la voz del cazador dice: ‘Ya está, ¿ahora qué?’”. “Es muy difícil rastrear el origen de cualquier chiste, pero éste es una excepción”, dice el profesor Wiseman. “Lo vi por casualidad en un documental con material de archivo televisivo de 1951, y luego vi otra versión, escrita para Peter Sellers.” La hija de Milligan corroboró que la autoría pertenece a su difunto padre.
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