Dom 14.01.2007
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VALE DECIR

En el nombre del padre, del hijo y de Oscar

¡Qué sorpresa!”, publicó el diario italiano La Repubblica: “Un ícono homosexual ha sido aceptado por el Vaticano”. Bueno, la verdad es que no es para tanto. Pero sí es cierto y llamativo que Oscar Wilde haya pasado a formar parte, mediante sus aforismos, de una colección de máximas para cristianos que acaba de ser publicada por uno de los asistentes más cercanos del Papa actual, dogmáticamente homofóbico. Durante décadas, el Vaticano despreció a Wilde (1854-1900) como un gay disoluto y desgraciado, condenado por sus actos “indecentes” en su relación con Lord Alfred Douglas. El libro fue compilado por el padre Leonardo Sapienza, jefe de protocolo del Vaticano, e incluye algunas citas inestimables tales como: “Puedo resistirme a cualquier cosa excepto a la tentación”. A Wilde no sólo le ha tocado su lugar en el libro de Sapienza, que lleva por título Provocaciones: Aforismos para una Cristiandad Anti-conformista, sino que se trata de un espacio preponderante. “Wilde fue un escritor que vivió peligrosa y algo escandalosamente pero nos ha dejado varias máximas filosísimas con una enseñanza”, alegó Sapienza, para agregar —acaso como “atenuante”— que ya no se lo recuerda tanto por su promiscuidad como por obras fundamentales tales como La importancia de llamarse Ernesto y El retrato de Dorian Gray, con sus historias profundamente morales. “Quiero estimular un redescubrimiento en ciertos círculos católicos”, dijo también. Siempre fascinado con el catolicismo, ese incansable productor de aforismos —nacido en una familia protestante— que fue Wilde escribió alguna vez: “No soy un católico, simplemente soy un papista violento”.

Cada vez que respirás

Gordon Bell, un investigador con apellido de pionero de las comunicaciones pero que trabaja para Microsoft, a los 72 años decidió empezar su vida-log (en inglés, conocido como lifelogging). Como un Gran Hermano para Internet, donde lleva la cámara que registra cada paso de su vida. La cámara va ubicada cerca del cuello, de manera tal de ofrecer imágenes subjetivas que se arrimen al punto de vista del propio usuario. La SenseCam tiene otras propiedades y facultades: escanea cada documento que recibe en su hogar, archiva sus sesiones de chat y graba cada sonido que oye. La idea detrás de semejante invención: fabricar una suerte de extensión virtual de la memoria orgánica. El proyecto es, cómo no, del Pentágono, pero la versión personal, como la de Bell, será un hecho en muy poco tiempo, y Robocop pasará a ser un humilde caso de ciencia ficción anticipatorio más.

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