VALE DECIR
El cubo mágico, o “cubo de Rubik”, dejó de ser un juguete de uso común para convertirse en uno de culto hace unos años. Pero no por eso desapareció de las jugueterías y todavía hay gente que se le anima al desafío. De hecho, la creación del húngaro Ernö Rubik sigue ejerciendo una enorme fascinación en los científicos, que se lo toman menos como un pasatiempo que como un intríngulis matemático. Tal es el caso de los investigadores norteamericanos Gene Cooperman y Dan Kunkle, de la Facultad de Ciencias de la Computación de la Universidad Northeastern de Boston, quienes, tras 18 meses y 200.000 dólares dedicados al cubo, están en condiciones de afirmar ante el mundo que han reducido la cantidad de movimientos para resolver el desafío al mí
nimo absoluto: 26 (veintiséis). Para demostrar que se trata de un hallazgo bien serio, lo anunciaron públicamente unos días atrás en el marco del Simposio Internacional de Computación Simbólica y Algebraica que se celebra en Ontario. Allí contaron el proceso de investigación aplicado, que consistió en el uso de la Teoría de Grupos y la ayuda de una súper computadora. “Parece un pro-blema de juguetes –explicó el profesor de matemáticas de la Universidad de Carolina del Norte Erich Kaltofen–, pero el asunto no es tanto resolver el problema como demostrar que tenemos la tecnología para hacerlo, para llevar a cabo esta gigantesca búsqueda de combinaciones”. Hasta ahora, se creía que la cantidad mínima de movimientos necesaria era 27.
El delirio de los nombres y los bautismos de recién nacidos crece en el mundo:
Unas semanas atrás se dio a conocer internacionalmente el caso de la pareja neocelandesa que decidió bautizar a su hijo recién nacido como Superman, despechados porque en el registro civil de su país no le permitieron anotarlo como 4Real (“DVerdad”) ya que “no se trataba de una secuencia sólo de letras”.
Más recientemente, el gobierno venezolano anunció oficialmente su voluntad de evitar que los padres les pongan a sus hijos nombres tales como “Superman” que los expongan al ridículo más adelante en sus vidas.
En Estados Unidos, la presión por elegir un nombre perfecto para el retoño ha generado un nuevo negocio (además del lanzamiento de unos 80 libros con su-gerencias para bautizar al nene): el de los “asesores de nombres”, profesionales de la onomástica que cobran casi 100 dólares por una sesión de media hora y ofrecen servicios adicionales tales como tests numerológicos sobre nombres favoritos.
Ahora se supo de un matrimonio chino que quiere ponerle @ a su retoño, bajo el pretexto de que nada expresaría mejor el amor que sienten por él: “El mundo entero lo usa para escribir el correo electrónico, y traducido al chino significa ‘lo queremos’” (sic), explicó el padre, según el vocero de la Comisión Estatal del Lenguaje, Li Yuming. Esto, aunque no parezca, tiene su explicación: en inglés, la arroba se pronuncia “at”, semejante fonéticamente a como suele decirse en mandarín “ai ta”, que significa “te quiero”. El tal Li no dijo aún si las autoridades aceptarán el nombre, pero este año se comunicó la decisión del gobierno de prohibir nombres con numerales o en idiomas y símbolos extranjeros. Unos 60 millones de chinos se enfrentaban al problema de que sus nombres usan caracteres antiguos que las computadoras no reconocen, dijo Li.
l Apenas días atrás, otro chino, programador de oficio, quiso ponerle zhao.com a su recién nacido. “Así, el nombre de mi hijo dice algo sobre la ocupación de su padre”, aclaró. Y después no digan que no volvemos a la Edad Media.
Días atrás, el fiscal general de la República del Líbano, Said Mirza, pidió a los tribunales de su país el embargo de un videojuego que simula tomar por asalto el edificio del gobierno y asesinar al primer ministro y a los miembros de su gabinete. El juego está dividido en tres partes: en la primera el jugador batalla contra las Fuerzas de Seguridad Interior a cargo de la protección de la sede gubernamental; en la segunda fase, una vez que los policías son eliminados, se enfrenta a las “milicias pro gubernamentales” que se entrenan en un pasillo que conduce a la Embajada de los EE.UU. (un comentario nada sutil sobre “la complicidad entre el gobierno de Fuad Siniora y la delegación norteamericana”); y en el tercer nivel hay que perseguir a la “banda de los 14” (por las “fuerzas del 14 de marzo”, grupo oficia-lista que apoya al gobierno proveyéndole mayoría en el Congreso) para aniquilar a sus miembros uno a uno. Una vez cumplida la misión, el juego felicita al jugador con un “Congratulations: Game Over”. El programador del videojuego alegó ante la prensa que “varios opositores han anunciado de modo público su voluntad de tomar por asalto la sede del gobierno”. Y no se diga más.
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