Según relevos recientes del Centro Superior de Investigaciones Científicas, en el área metropolitana de Barcelona se consumen cada día más de 70 mil dosis de cocaína. Las cifras fueron obtenidas de una ma-nera poco limpia —y sí, es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo—: metiendo las manitos en las aguas residuales que llegan a la depuradora de El Prat de Llobregat. Es que la cocaína que se consume, al igual que la mayoría de las drogas, se metaboliza y despide a las pocas horas a través de la orina. Así que es posible determinar qué sustancias y en qué cantidad se han consumido en un área determinada a través del análisis de sus aguas residuales. En la planta depuradora de El Prat se tratan los restos de 1,3 millón de habitantes de la capital catalana y alrededores, y su estudio ha revelado un consumo de un par de kilos de coca al día (y hasta el doble los fines de semana), datos que duplican los obtenidos en Valencia, por ejemplo, y los de Milán, donde hace unos años se determinó que poco más de un millón de habitantes consumían cerca de un kilo diario. La presencia de metabolitos de la cocaína en las aguas residuales, aclara el estudio, no tiene efectos en el agua corriente, la de las canillas, ya que un 95 por ciento de estas sustancias se elimina en las plantas depuradoras. Una aclaración no se sabe si destinada a tranquilizar al usuario común (de agua) o al pequeño negociante dispuesto a reciclar lo que venga.