Domingo, 6 de junio de 2010 | Hoy
VALE DECIR
Cuando se corta la luz, los únicos que pueden seguir escribiendo son los que todavía se aferran a una vieja Olivetti. No hace falta un apagón, sin embargo, para que usen máquinas de escribir en dependencias estatales, o para que estos artefactos adornen algún living retro como si fueran piezas de museo.
Matthew Shechmeister, en el sitio web Wired, escribe sobre la última generación de reparadores de estas viejas máquinas. Con tantas partes móviles, estos artefactos requieren mantenimiento por parte de técnicos con conocimientos especializados y años de experiencia.
Herb Permillion, dueño de un negocio familiar en California, no cree que su talento continúe en la próxima generación. “Cuando nos vayamos –dice–, todo esto morirá con nosotros.”
Las piezas de repuesto son difíciles de encontrar, así que estos talleres tienden a convertirse en una mezcla entre exhibición de arte y corralón de partes. No se puede tirar nada: ¿dónde encontrar, si no, una barra espaciadora para una máquina portátil Corona de 1926?
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