Domingo, 27 de junio de 2010 | Hoy
VALE DECIR
El gobierno iraquí tiene las manos llenas: como si no alcanzara con los jihadistas chiítas, los extremistas chiítas y los separatistas kurdos, en Irak tienen otro terrible enemigo: los perros.
Siempre hubo jaurías de perros salvajes, pero Saddam los mantenía bajo control con matanzas periódicas. Eso se terminó cuando lo sacaron del poder. Además, el problema empeoró porque con la invasión norteamericana de 2003 se paralizaron todos los servicios públicos; las calles se volvieron inseguras, nadie recogía la basura y eso alimentó a la población canina clandestina.
Según el diario británico Daily Mail, ahora hay veinte escuadrones —compuestos por dos tiradores y dos veterinarios— recorriendo las calles: los envenenan o les pegan un tiro. Mohammed al Hilly, el veterinario jefe de la ciudad, dice que llegado este punto “es la única opción disponible”.
No se trata de simpáticos perritos callejeros a los que alimenta la gente del barrio: se trata de más de un millón de bestias salvajes, jaurías que recorren las calles de Bagdad y a veces se vuelven asesinas: en agosto de 2008, por ejemplo, murieron trece personas por ataques de perros.
Terri Crisp, que coordina la “Operación Cachorritos de Bagdad” para prevenir el trato inhumano de animales, dice que los escuadrones son salvajes, pero entiende que la situación está fuera de control. Sin embargo, ella advierte que no siempre se podrá controlar el problema de los perros con matanzas: hay que educar a la gente, vacunar a los animales y castrarlos cuando es necesario. “Esperamos que en Bagdad empiecen a adoptar medidas más humanas”, dice Terri a MotherJones. “Pero para los perros que están en la calle ahora es demasiado tarde.”
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