VALE DECIR
Lo único que detiene a la mayoría de los aparatitos que la gente lleva encima son las baterías. Laptops, teléfonos celulares, smartphones, todos necesitan su teta-enchufe para alejar a la muerte electrónica por un rato más.
James Auger y Jimmy Loizeau, diseñadores de la compañía Bristol Robotics, desarrollaron un inquietante prototipo: un reloj de pared que se alimenta de moscas. Así lo explica el profesor Chris Melhuish, colaborador del proyecto: “Las moscas caen en un cinta móvil que tiene miel, se quedan pegadas, y luego terminan su recorrido en una célula de fuel microbial que las convierte en energía”.
El reloj carnívoro –con ocho moscas puede andar durante doce días– es apenas un prototipo. También hay una lámpara que se alimenta de moscas –en ese caso, al menos no mueren en vano, como sí lo hacían en esas viejas lámparas azules– y una mesa que mata ratones; en este último caso no los aprovecha para nada útil, simplemente cumple la doble función de superficie y ratonera.
Auger y Loizeau dicen que estos aparatos son una nueva versión de esos shows de vida salvaje en la tele, donde por ejemplo se puede ver a un león persiguiendo gacelas. “Una mosca zumbando en la ventana –dice Auger– de golpe se convierte en actor, en un juego en donde el espectador al mismo tiempo quiere que la mosca caiga en las fauces del reloj y quiere que escape.”
Como bien dijo alguien que les dejó un comentario en el blog: si van a hacer robots que se alimentan para vivir, al menos que sean vegetarianos; mejor preocuparse por el destino del helecho en vez de temer por la suerte del gato.
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