VALE DECIR
Sarah White, una chica de 24 años que vive en Nueva York, atiende pacientes vía webcam. No es psicóloga recibida, todavía está estudiando. Lo de la webcam funciona en un solo sentido: sus pacientes la ven pero ella no puede verlos. ¿Cuál es su estrategia? “De la misma forma que Freud usaba análisis de sueños y asociación libre, yo uso el desnudo.”
Ella empieza las sesiones con la ropa puesta. Pero a medida que transcurre la hora se va quitando las prendas hasta que se queda completamente desnuda. “La idea es mostrarles a los pacientes que no tengo nada que ocultar e incentivarlos a ser más honestos”, explica Sarah en The Daily.
Sus compañeros de gremio –del gremio al que ella dice pertenecer, porque de los psicólogos en pelotas debe ser la única– no quieren saber nada con ella, pero la gente que escribe pavadas en los diarios no para de hacerle notas. “Mi novio no tiene problema con esto, pero mis padres no lo saben –aclara ella–. Tendría que contarles antes de que lo lean en los diarios.”
Tracey Cleantis, una doctora que ha escrito sobre la metafórica desnudez de la terapia, explica a Salon que estar desnudo no equivale a ser auténtico. “Si mostrás todo, al mismo tiempo estás escondiendo algo”, declara. En cuanto a Freud, Tracey opina que el legendario doctor le diría a Sarah “que se consiga un título, una licencia y un cardigan”.
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