Hay días malos y otros, pésimos. El que tuvo que atravesar una familia italiana el pasado noviembre fue aún peor. Es que la casualidad (o una suerte endemoniada) quiso que tres hermanos sicilianos sufrieran un ataque cardíaco en las mismas 24 horas. Para peor: dos de ellos murieron, en lo que bien podría haber sido un guión poco inspirado de un film clase B con bajo presupuesto.

La primera ficha del dominó fue el gurrumín de los Garofalo, Guido, de 45 años, que paseaba con su familia en un pinar cercano a la zona del volcán Etna. Al rato de iniciada la caminata, el hombre empezó a sentirse mal, mostrando síntomas de infarto. Sus acompañantes alertaron de inmediato a la asistencia médica, que llegó en helicóptero sin poder hacer mucho por Guido, muerto minutos después.

Avisado de la noticia, Alberto Mario, su hermano de 53, apareció en la escena, gritando desconsoladamente por el repentino fallecimiento de su hermano; la situación le jugó tan mala pasada que él también se infartó y los médicos, en franca mala racha, tampoco pudieron reanimarlo.

Mientras tanto, Salvatore, de 57, visitaba a su madre enferma (en esta historia, todos los miembros están en vilo) en el hospital Garibaldi de Catania y, allí mismo, completó el designio familiar: cayó redondo por otro ataque cardíaco. A diferencia de sus hermanos, sin embargo, a él sí pudieron estabilizarlo y aún permanece en estado de observación.

Consultados por medios italianos, los expertos explican que el extraño triple suceso puede deberse a “causas genéticas” complicadas por situaciones de estrés. Lo cierto es que los fraternos hombres gestionaban juntos la empresa familiar, en Belpasso, dedicada a producir oxígeno para uso terapéutico e industrial. Respecto del resto de la familia (al trío masculino lo completan otras siete hermanas y la madre), se ha tenido mucho cuidado a la hora de pasarles la mala nueva: varias sufren cardiopatías.