Mientras en Buenos Aires el alza en la bandera y la ficha del taxímetro dejan impresionados a los porteños, en Florida, Estados Unidos, el miedo a subirse a un taxi responde a otros motivos. Al menos, para los malhechores. Ocurre que, después de cuatro meses de esfuerzos, la policía de Florida ha dejado al descubierto el éxito de su operativo Taxi Cab Confessions, en el que uniformados trabajaron encubiertos como tacheros para detectar y obtener pruebas contra ladrones y narcotraficantes.

“Probamos una variante. En vez de caminar por las calles solicitando droga, llevábamos a la gente”, explicó la oficial Becky Herrin. Con varios arrestos pergeñados la semana pasada, los policías en disfraz lograron comprar múltiples sustancias ilegales (cocaína, crack y marihuana, entre ellas) y objetos robados (detectores de radar, unidades GPS) y, así, disponer de evidencia suficiente para abrir causas a ciertos delincuentes.¿El resultado? Identificaron las viviendas de distintos traficantes, hicieron cinco arrestos y habrá más por venir. ¿La moraleja? Medir las palabras en el transporte público; nunca se sabe quién puede estar escuchando.