Parece que muchos millonarios tienen un pavor que excede la crisis económica: a más de uno le da miedo el apocalipsis. Pero, gracias a su abultada billetera, ya pueden ser sobrevivientes en caso de fin del mundo. ¿Cómo? Comprando uno de los condominios de lujo que se están construyendo en Kansas, Estados Unidos, dentro de silos de misiles abandonados. Así, por entre uno y dos millones de dólares, el desarrollista Larry Hall promete un sitio de alta gama para protegerse de “erupciones solares, colapso económico, pandemias, terrorismo, escasez de alimentos”.

Bajo el simpático mote de supervivientes del juicio final, las residencias ofrecen una post vida con estilo: techos altos, amplios closets, piscina, sala de cine, biblioteca, granja interna para criar peces y cosechar verduras para setenta personas y otras necesidades básicas como, a saber, cercas con alambre de púas, gruesas paredes de concreto, ascensor que se activa con huellas digitales, “ventanas” (léase pantallas electrónicas) con “vista” a París, Nueva York o la playa, entre otras cuestiones. En un futuro, además, habrá escuela y centro médico. Y personal de seguridad entrenado para retener hordas (¿de qué?, vaya uno a saber). Los condominios, por supuesto, están listos para resistir explosiones atómicas o terremotos.

Cuatro compradores ya han depositado sus cheques; al igual que el propio Hall, de 55 años, que quiere proveer a su familia de un entorno seguro. ¿Otros interesados? Un jugador de fútbol americano, un piloto de carreras, un productor de cine, políticos famosos, etc. Al parecer, todos quieren participar de la “sociedad segura” que Larry está construyendo para “vivir el caos en el confort, con trabajo asignado e interacción con el resto”. Una monada cuya ubicación se mantiene en secreto.

Para John Hoopes, profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de Kansas, se trata de una estrategia de ventas. “El miedo vende, incluso mejor que el sexo”, explica el catedrático para el que “preparase para lo peor es caer en una estrategia comercial”.