VALE DECIR
Mao Sugiyama tiene 22 años, es ilustrador, vive en Tokio y se autodefine como “asexual” (porque dice no estar afiliado ni a un sexo ni a otro). Nada nuevo bajo el sol si no fuera porque, el mes pasado, el muchacho decidió removerse sus órganos sexuales, cocinarlos, condimentarlos y servirlos a cinco comensales en un elegante banquete japonés. Más extraño aún: el quinteto de valientes pagó 250 dólares por persona por plato, pene, testículos y escroto incluidos.
La historia comenzó con un tuit. Porque el 8 de abril, Mao usó la red social para ofrecer la comida, asegurando que sería preparada “a petición del comprador”. ¿Quién imaginaría que, cinco días más tarde, estaría adornando sus viriles partes con champiñones y perejil italiano? O que la propuesta despertaría interés en unos y quejas en otros (hubo quienes llamaron a la policía japonesa, pero las autoridades descartaron la denuncia porque, al parecer, no hay ninguna ley contra el canibalismo).
Los pro carne humana, sin embargo, fueron tantos que Sugiyama reunió a unas 70 personas en el Loft Asgaya, de Tokio, para que presenciaran lo que llamó “Jamón Cibeles - Banquete del Siglo”. Y aunque no todos pudieron probar los órganos de Mao, sí pudieron saborear unos ricos platos de cocodrilo y ver a cinco personas masticando unos gomosos genitales sazonados y asados. También hubo un concierto de piano y una charla donde el veinteañero contó su experiencia, conversó con la gente, respondió preguntas.
Dijo, por ejemplo, que había considerado comerse él mismo sus partes, pero desistió del intento; que cualquier enfermedad venérea quedaba descartada, al haberse hecho pruebas antes de la comidilla. Aunque reconoció la picardía de haber tenido sexo casual post chequeo para estar seguro de su a-sexualidad. También habló de medidas, recordando los 16 centímetros que solía medir su pene erecto.
Así y todo, aun cuando el show fue completo, a la experiencia gourmet le faltó sabor. Porque según comentaron los cinco caníbales –un artista manga de 32 años, una pareja de 30, una “atractiva chica de 22” y un organizador de eventos de 29–, el pene, los testículos y el escroto resultaron duros e insípidos, aunque con un “ligero sabor a pescado”. Habrá sido la falta de pezones... Al fin de cuentas, el muchacho intentó incluirlos en el menú, pero falló en su intento de extraérselos usando hidróxido de sodio.
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