VALE DECIR
Es lógico que la alegría nominal de Joy McDonald esté al borde del colapso. Al fin de cuentas, no todos los días uno enfrenta una posible pena de cárcel. Menos aún por la muerte de una gallina. Para colmo de males, la mujer de Kansas City ni siquiera asesinó al animal: fueron sus chihuahuas Peaches y Domino los que le habrían causado un ataque al corazón al emplumado animal.
Hasta su prematura muerte el pasado 5 de abril, la gallina era propiedad de George y Nittaya Gamblin, vecinos de Joy, que tienen varias aves como mascotas. Y aunque McDonald suele tener a sus canes dentro de la casa, aquella fatídica noche ambos se habrían escapado del hogar, haciéndose camino hasta el gallinero de la pareja. “Los hemos encontrado allí en más de una ocasión”, explicó el hombre, y relató cómo su esposa se lesionó la rodilla espantándolos ese jueves.
Para McDonald –quien, irónicamente, está estudiando para convertirse en una veterinaria–, efectivamente fueron sus chihuahuas los que, con sus ladridos, asustaron a la gallina. Pero difícilmente crea justa la pena que la Justicia le está imputando: la de abuso animal. “Es una locura; todavía no puedo creer que todo este caos lo haya generado un pollo muerto”, comentó la norteamericana que, al enterarse de que Peaches y Domino habían –literalmente– matado de miedo al ave, apenas pudo contener la risa.
Ahora la situación le parece menos jocosa: de ser declarada culpable, podría encarar un año de prisión en la cárcel del condado y multas de hasta mil dólares. “Me siento muy mal con lo que ha ocurrido, pero creo que todo se ha salido de proporción. Ya pedí disculpas, traté de pagar por la gallina y construí un corral para perros”, aseguró la desencantada Joy.
“No quiero que paguen por el pollo. Sólo quiero a los perros fuera de mi propiedad”, se quejó el señor Gamblin en una entrevista. Aunque insistió que ni él ni su mujer quieren ver a McDonald tras las rejas. Eso, sin embargo, aún está por verse. En especial después de las declaraciones de la fiscal del condado de Lafayette, Kellie Wingate Campbell, que aseguró que las pruebas contra la dupla can asesina son brutales. “Hay fotos de la pobre gallina muerta y plumas a su alrededor”, alegó a medios locales.
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