VALE DECIR
Del dicho al hecho: según su máxima “las flores no solo son hermosas para ser mostradas sobre la mesa”, el artista japonés Makoto Azuma, de 38 años, le dio a la flora una casa más... extravagante. Como parte de su proyecto Exobiotanica, el hombre se aventuró desde su residencia en Tokio hasta el desierto Black Rock, en Nevada, Estados Unidos, contactó a la compañía JP Aeroespace (que construye naves y las pone en órbita) y con su ayuda, lanzó varios ejemplares a la estratósfera. No sin las correspondientes cámaras que registraran el vuelo, vale aclarar. Así, un bonsai de pino blanco llamado Shiki 2 y un arreglo de orquídeas, hortensias, lirios, entre otros brotes y variedades, sin bautizar, concretaron el sueño del nipón: volar.
“Quería ver el movimiento y la belleza de plantas y flores suspendidas en el espacio”, asegura el hombre con una misión, y un equipo de 10 asistentes. “Si uso colores brillantes con ejemplares de todo el mundo es para contrastar con la oscuridad del espacio”, agregó, consultado por The New York Times. Y luego, sobre el acta de intenciones: “Al renunciar a los vínculos con la vida, ¿qué tipo de beldad nace? En una altitud de 30 mil metros, con menos de 50 grados centígrados de temperatura, las plantas evolucionan hacia la vida extraterrestre. Un árbol de pino confronta la línea de cresta de la Tierra. Un ramo de flores marcha hacia el sol golpeado por un viento intenso. Liberadas, las plantas viajan”. ¿Tendrán floreros donde descansar de la marcha?
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