PáGINA 3
La quimera del oro negro
POR EDUARDO PAVLOVSKY
Edward W. Said, ese gran intelectual palestino, sugiere que independientemente de la singularidad artística o científica de sus obras, un intelectual tiene además siempre como función fundamental la crítica de la sociedad que le toca vivir. Un gran ejemplo entre nosotros es Juan Gelman –poeta extraordinario–, siempre atento y ejerciendo una función crítica del momento social e histórico que le toca vivir.
La posición de Gelman respecto de la guerra de Estados Unidos con Afganistán en relación con el atentado del 11 de setiembre intenta ampliar diferentes puntos de vista del conflicto. Con un alto nivel de información, nos señala los antecedentes de los negocios de los Bush y su relación con las guerras en que ha intervenido Estados Unidos.
Bush abuelo, padre e hijo son caras de una misma moneda.
El abuelo Bush hizo grandes negocios con el nazismo durante la Segunda Guerra.
Bush padre (ex combatiente en la Segunda Guerra) tuvo una presencia militar muy grande en Arabia Saudita después de la Guerra del Golfo. Washington instaló bases militares en seis países del Golfo Pérsico, riquísimo en yacimientos de oro negro. La familia Bush, dice Gelman, es petrolera.
Actualmente las fuerzas norteamericanas se instalaron a fines de diciembre en Bishkek –capital de Kirguistán–, que limita con China y con los pozos petroleros de Uzbekistán –donde la fuerza aérea norteamericana cuenta con una gran instalación. Según Gelman, otra se construirá en Tayikistán.
Bush ha establecido grandes campamentos militares en trece lugares de nueve países próximos a Afganistán –donde instalaron bases permanentes como en Arabia Saudita–. Es una red –dice Gelman– que en realidad circunda las reservas de gas natural y de petróleo de la cuenca del mar Caspio –las segundas en importancia del planeta–.
Estados Unidos ya ha dirigido su mirada a Somalía como base terrorista posible de invadir, pero da la casualidad de que ocho grandes holdings petroleros estadounidenses firmaron contratos millonarios de perforación y explotación de pozos petrolíferos en Somalía. Y –remito otra vez a Gelman– necesitan para ejecutarlos que alguien pacifique el país desgarrado por una guerra civil.
Tal vez la posible invasión norteamericana se encargue de pacificar Somalía para poder empezar a perforar y explotar el petróleo.
Los Bush al fin y al cabo son petroleros. Uno se pregunta entonces: ¿a quién le conviene esta guerra? ¿Cuál fue el detonante? ¿Las Torres Gemelas son la maravillosa excusa de este siniestro negocio de la familia Bush?
Yo le agradezco mucho a Juan Gelman toda esta información que nos permite una vez más tener una visión mas ampliada del imperialismo y que confirman su enorme valor como intelectual comprometido.
La nota de Juan Gelman sobre el clan Bush y sus oscuros intereses en la industria energética mundial apareció el jueves 24 de enero de este año en la contratapa del diario.