Dom 15.02.2015
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A BRILLAR MI AMOR

MUSICA Entrevista con la cantante belga Melanie De Biasio, que acaba de editar el extraordinario disco No deal

› Por Martín Pérez

Cuando llegó el momento de entrar a grabar su segundo disco, Melanie sabía que tendría a su disposición apenas tres días de estudio, los mismos que había tenido para su álbum debut. Pero los cinco años que los separaban no habían pasado en vano. En el medio, Melanie había perdido la voz y la había recuperado, se había cortado el pelo y tenía en claro que su nuevo disco iba a contener una historia, de comienzo a fin. No sabía cuál era esa historia, pero tenía que estar ahí. No sabía tampoco cómo tenía que sonar el disco, no tenía ninguna expectativa. Sólo sabía que ese sonido tenía que ser capaz de suspender el tiempo. Y que cuando estuviese frente a él, frente a ese sonido, frente a esa historia, lo reconocería y sería capaz de dejarlo ir.

Así fue como la cantante belga Melanie De Biasio cuenta que se creó No deal, su admirable segundo opus, un trabajo minimalista y climático, que parte desde un sonido de cuarteto de jazz –piano, bajo, batería y la flauta que toca Melanie– para generar un espacio melódico que se desplaza hacia la canción, con ecos de blues y hasta trip hop. Apenas poco más de media hora de música envolvente y contagiosa, siete temas cuya duración va desde los menos de dos minutos de “I Feel You” como apertura, hasta el cierre de más de ocho minutos de “With All My Love”. Y si sus títulos no alcanzan para imaginar la historia que cuenta el disco, basta con agregar que justo antes del tema final aparece casi de la nada una seca, rítmica y asfixiante versión del “I’m Gonna Leave You” que supo popularizar Nina Simone. “Mi historia personal está relacionada con el disco, sí, pero también es lo que menos importa. Porque lo importante es la historia que pueda construir cada uno de los que lo escuchan”, explica Melanie al teléfono desde su hogar en Bruselas, donde contesta el llamado para acompañar la sorpresiva edición local de No deal.

“Es un disco que suena como si Billie Holiday entrase en una de las sesiones para el disco solista de Mark Hollis”, comentó un deslumbrado Phillip Selway, baterista de Radiohead, ante el álbum que ha convertido a Melanie De Biasio en una estrella en ascenso. “Es una intérprete sumamente talentosa y sublime, que sin embargo no usa su disco como una plataforma para lucir todo su talento. En cambio, lo usa para transportarte a un lugar al que se quiere regresar una y otra vez.” Con Mark Everett, el líder de Eels, como otro de sus adeptos, abriendo el disco de remixes –producido por Gilles Peterson– que acaba de editarse con la idea de continuar la onda expansiva del álbum, la creciente leyenda de Di Biasio comienza con un abuelo italiano que le legó su apellido al casarse con su abuela belga, a la que conoció en una fábrica de Charleroi, su pueblo natal. Una fábrica que con el tiempo cerró y se convirtió en un conservatorio, donde justamente fue a estudiar su nieta.

“Es así, tal cual –confirma la leyenda Melanie–. Cuando me enteré de que la fábrica se había convertido en un conservatorio, fui lo suficientemente cararrota como para ir a tocar la puerta y pedir estudiar ahí, porque ese edificio era parte de mi historia.” Cantante y flautista desde niña, Melanie tiene una hermana gemela, Catherine, que escucha la música que ella no escucha, y toca los instrumentos que ella no toca. Juntas, podrían dominar el mundo. “Tuvimos un grupo juntas, cuando éramos adolescentes”, se ríe Melanie del otro lado de la línea. Actualmente, Catherine canta en un grupo pop belga llamado Miele, y conserva su pelo bien largo. Su hermana, en cambio, se lo cortó hace unos años en un estilo afrancesado, a lo Jean Seberg en Sin aliento. “Lo hice porque mi pelo parecía tener toda mi fuerza. Y yo necesitaba que esa fuerza estuviese dentro mío, no fuera de mí. Creo que funcionó”, intenta explicar esta extraña Sansón al revés, que también confirma otra de las historias que se cuentan sobre ella, que incluye una agitada gira por clubes nocturnos rusos que terminó abruptamente por culpa de una infección que la dejó sin voz. “Cuando me senté sin voz y afiebrada en el avión que me llevó de regreso a casa, una semana antes del final planeado de la gira, me sirvieron la cena y me puse a llorar... de alegría. Porque era la primera cena caliente que comía en semanas.”

Aquella gira dio por terminado el recorrido de su primer disco, A Stomach Is Burning (2007), más orientado al jazz y menos conciso como álbum que su sucesor, aun cuando en los shows en vivo actuales Melanie rescata todavía algún que otro tema de su repertorio. Aunque aún faltaban varios años por delante para dar forma a No deal, la infección que la silenció la obligó a reeducar tanto su voz como su oído, y su música entró en una nueva etapa. “Aprendí que el silencio, si uno no tiene miedo de escuchar, contiene mucha música, muchas cosas hermosas y mucha luz”, asegura. Y también cuenta que esperar el regreso de su voz (“mi bien más preciado”) le hizo repensar qué hacer con ella. “La música es uno de los canales más poderosos entre la gente y sus emociones, y me di cuenta de que tenía que poner mi voz al servicio de ese canal”, explica Melanie, la cantante sin aliento, que encarna la fuerza del pelo corto y el valor de cantar profunda y suavemente. No hay trato posible en sus canciones, No hay trato con el amor canta en el tema que bautiza el disco recién editado en Argentina. No hay tregua posible, hay que ir hasta el final. Y quedarse ahí, esperando que todo vuelva a empezar.

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