PERSONAJES La compositora estrella Sia, autora de los hits de Rihanna y Beyoncé, ahora con brillo propio.
› Por Micaela Ortelli
Sia es la que apareció en la alfombra roja de los últimos Grammy enfundada en negro, con una peluca carré platinada frisada que apenas dejaba verle los labios rojos. La acompañaba una pequeña con look similar y misma peluca, sólo que menos extravagante: Maddie Ziegler –la impresionante bailarina que actuó en sus últimos videos y presentaciones en vivo– iba maquillada como una muñequita y miraba y se dejaba mirar por las dos, hermosa e imperturbable. En el show que dio en la ceremonia, Sia cantó su hit “Chandelier” de cara a la pared en la habitación despelotada que tenía por escenografía, mientras Ziegler recreaba la desesperada rutina del video con la participación Kristen Wiig, la actriz de Bridesmaids y La vida secreta de Walter Mitty. Así –con performances no convencionales– Sia viene promocionando su nuevo disco, el decisivo 1000 Forms of Fear. Días antes de los Grammy, en el programa de Ellen Degeneres, interpretó la magnífica “Elastic Heart” detrás del flequillo de la peluca (lacia, como su pelo verdadero, que también es rubio y carré) adentro de una especie de cubículo blanco, en la punta de la última hilera de cubículos ocupados por niñas de peluca que hacían la mímica de la canción. Al frente, Ziegler bailaba con la mitad del cuerpo adentro del cubículo (Ziegler baila con cada centímetro del cuerpo: con los dedos, los ojos y la boca. Es imposible quitarle la vista de encima). El show que compartió para los 40 años de Saturday Night Live con Kanye West fue igual de impresionante.
Desde que ganó popularidad Sia se tapa la cara porque prefiere que no la reconozcan en la calle. Quiere tener derecho a andar desarreglada, engordar, hacer pis al costado de la ruta y mirar programas de chimentos sin ser protagonista de ellos (es fanática de la televisión, sobre todo de los realities; de hecho en uno descubrió a Ziegler, Dance Moms, que muestra la rutina de vida de un grupo de prodigios de la danza). Hasta ahora la fobia no había resultado incompatible con su impresionante facilidad para escribir hits porque a sus canciones más ortodoxas no las canta ella sino máquinas como Christina Aguilera, Britney Spears o Katy Perry; Sia es coautora de “Diamonds” y “Titanium”, por ejemplo, las bombas radiales de Rihanna y David Guetta. Trabajó con Madonna, Beyoncé, Shakira y hasta la señora Celine Dion. A la vez tiene una voz rota y extraordinaria –como Adele o Fiona Apple– y una extensa discografía personal sin un gran sobresalto desde hace diez años, cuando la tristísima “Breathe Me” musicalizó el final de la serie Six Feet Under (hay que verlo otra vez: es estremecedor y vuelve a hacer llorar).
A los 39 años Sia cuenta seis discos. El primero, Onlysee (1997), habría sido un debut memorable de no haberse hecho en su apartada ciudad natal (Adelaide, Australia); allí se desarma sobre las bases soul, trip hop y drum n’ bass de su talentoso compañero de Crisp, la banda acid jazz en la que cantaba que tampoco trascendió. Por eso Sia –hija y sobrina de músicos– tomó la coherente decisión de mudarse a Londres, donde además estaba viviendo su novio Dan. Pero una semana antes de que llegara a Dan lo mató un taxi. Ella fue de todos modos y consiguió trabajo como corista de Jamiroquai y vocalista en Zero 7 (dúo de los nerds de estudio Henry Binns y Sam Hardaker), agenda que sobrellevaba tomando y drogándose e incluía el armado de su segundo disco, Healing is Difficult (2001): “Dicen que el cambio y el dolor son positivos, ¿cambié desde que te moriste?”, canta en “Drink to Get Drunk”.
Inocente y loca como Sinéad O’Connor o Amy Winehouse, hacía renegar a la discográfica con rebeldías como negarse a promocionar el disco o encapricharse con llevar a sus perros de gira. Así fue que, a pesar de aquel hit televisivo, el melancólico Colour the Small One (2005) no tuvo una gran repercusión y Sia fue a probar suerte a Nueva York, donde lanzó un disco en vivo y dos más de estudio (en YouTube están los videos de la época: rozan lo kitsch, ella todavía no esconde la cara). En 2010 planeó su suicidio por sobredosis en el hotel de la vuelta de su casa, pero a tiempo la convencieron de arrancar un programa de recuperación. A su nuevo manager, además, se le ocurrió que podía empezar a escribir canciones para otros. Sia resultó muy buena haciéndolo: la terapia en Alcohólicos Anónimos la entrenó para escuchar desventuras y traducirlas en canciones, como las de Christina con su ex marido, por ejemplo. Ella cree que el nuevo trabajo de escritora fantasma reemplazó sus adicciones, por eso es tan rápida y prolífica (a “Diamonds” la cerró en 15 minutos, dice), aunque escribir hits no sería ninguna ciencia si se siguen los grandes temas del pop de radio (“del fracaso al éxito” o “vivir como si no existiera el mañana” son los más usados a su criterio).
Y casi por inercia compuso “Chandelier”, una canción épica sobre una vida excedida: “Voy a vivir como si no existiera mañana, voy a volar por la noche como un pájaro, sentir las lágrimas mientras se secan”. El mundo empezó a hablar de Sia –que tuvo un romance con la Riot Girl JD Samson y ahora está casada con un cineasta– al lanzarse el video de esa canción, el primer single de 1000 Forms of Fear, un disco electropop adecuadamente complejo que recuerda a modernos extremos como Yeasayer, Florence + The Machine y Lana Del Rey. Y mucho más cuando apareció el de “Elastic Heart”, que también protagonizó Maddie Ziegler junto al actor Shia LaBeouf. “Sé que puedo sobrevivir, caminaré sobre el fuego para salvar mi vida. Todavía estoy peleando por encontrar la paz”, dice la canción, que interpretan Ziegler y LaBeouf como dos salvajes adentro de una jaula, en una angustiante secuencia que arranca en forma de lucha y termina en intento de liberación (ella puede salir; él no pasa por los agujeros). El video es una gran belleza pero a algunos tanta piel y contacto les resultó inquietante y hubo acusaciones de pedofilia. Es una lectura simple. Más difícil es asumir que a Maddie Ziegler la sexualizan los ojos que no la pueden dejar de mirar. Y por cierto, la niña no está representando una mini Sia ni el concepto del álbum tiene que ver con ella: en todo caso, con la peluca carré platinada que ya se pusieron también Lena Dunham y el coro de hombres gay de Nueva York en otras presentaciones; una abstracción que, si todo sale bien, le evitará a Sia un nuevo dolor de cabeza: hacerse famosa.
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