PERSONAJES La protagonista de Agent Carter, Hayley Atwell, o cómo ser un supercerebro en un mundo de hombres
› Por Mariano Kairuz
Cuando al final de El sorprendente Hombre Araña 2 mataron a Gwen Stacy, es decir a Emma Stone, nos preguntamos ¿para qué seguir viendo este cachivache? Algo parecido ocurrió antes, sobre el final de El Capitán América, en el que el súper héroe patriotero de la Segunda Guerra se frizaba en aguas heladas para despertar en Nueva York casi 70 años más tarde, dejando atrás el divertido diseño de producción de los años ’40 y, por encima de todo, a su novia, la agente Peggy Carter, es decir, la actriz angloamericana Hayley Atwell, el gran hallazgo de la película. La secuela nos privó de la encandilante Atwell y nos dejó con el salame de Chris Evans.
Pero a diferencia del personaje de Emma Stone, el de Atwell no moría sino que se quedaba en la posguerra, “viuda” y penando; por lo que, en sintonía con los insatisfechos fans, alguien en Marvel tuvo la buena idea de ver qué se podía hacer para recuperar a la chica, que tenía más gracia y dotes interpretativas que casi todo el resto del reparto de sus películas de paladines en calzas en conjunto. Y primero hicieron un corto, Agent Carter, que muestra a la bella Peggy en plena transición hacia la Guerra Fría pero aún sin un propósito, devuelta a la burocrática vida de oficina donde la rodea un grupete de cerdos incapaces de verla como otra cosa que la ex novia de y sólo la quieren para que les sirva café. El corto –exhibido en Comic-Con, editado como extra con Iron Man 3 y luego viralizado– fue un éxito, y con el mismo concepto Marvel puso a tres guionistas (dos de ellos mujeres) a trabajar en una serie que resultó diez veces mejor que el primer spin-off televisivo de Los Vengadores, Agents of Shield.
La primera temporada de Agent Carter, que puede verse actualmente por Sony, consta de ocho potentes episodios en los que Atwell se consolida no sólo como el elemento más humano en una pantalla saturada de anabólicos y efectos digitales, sino también como la adelantada de la próxima oleada de chicas superpoderosas que estarán llegando a los cines y la televisión los próximos dos o tres años: la nueva Mujer Maravilla, la Captain Marvel femenina, Superchica, y otras. Aunque para muchos no existía antes de Capitán América, Atwell tiene, a punto de cumplir 33, una carrera de una década, y en este mismo momento se la puede ver también en otra miniserie, Any Human Heart, adaptación de un libro de William Boyd (que se está dando en Film & Arts) y en el cine, en el brevísimo papel de la madre biológica de La Cenicienta, dirigida por Kenneth Branagh y rodeada de actrices de Downton Abbey, una serie a la que ella misma podría perfectamente pertenecer.
Hoy, cada vez que Hayley llama a su padre californiano para contarle de alguno de sus papeles de mujeres imbatibles, escucha invariablemente como respuesta: “Esto es porque siempre miraste a tus miedos cara a cara, porque caminaste sobre fuego, ¡porque sos una súper heroína, Hayley!”. Y cuando papá dice “caminaste sobre fuego” no es una metáfora: a los nueve años Atwell literalmente caminó descalza sobre brasas calientes, como parte de una experiencia a la que llegó conducida por su madre. “Es acerca del poder de la mente y de sobreponerse a uno mismo para superar obstáculos, y estoy segura de que hay una explicación muy científica de por qué no te quemás los pies, pero en el momento lo único que pensás es: ¡Wow!”, dice la chica, que en las entrevistas parece bastante centrada para haber sido criada por dos “oradores motivacionales”, madre inglesa y padre de sangre parcialmente native-american –parecido a Tom Selleck y con credenciales, además, de chamán–, quienes se conocieron en un taller londinense sobre el libro de autoayuda Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, y se separaron cuando Hayley tenía dos años, pero de todas maneras siguieron criándola entre ambos, entre Londres y Missouri. Tras su paso por una escuela primaria bohemia en la que por su actitud un poco varonil (se surtía a la par con sus compañeritos) la llamban Hulk Hayley, una adolescencia de estudiante modelo (“rebelada contra la rebelión”, dice) y militante activa (contra la vivisección y para salvar-a-los-delfines), y sus estudios de arte dramático, se metió en el corset de las más británicas producciones de época, en televisión (Los pilares de la Tierra, best seller de Ken Follett), en teatro, y en cine (en La duquesa, con Keira Knightley, Mansfield Park, y la remake de Brideshead Revisited), donde debutó con Woody Allen, en la más bien olvidable El sueño de Casandra. La caracterización de época, debe decirse, le queda espléndida: tiene el tipo de cara, la complexión, los pómulos pronunciados y los labios de una estrella de los ’40, y la figura rotunda (por usar un eufemismo para su desbordante delantera) que los vestuarios de otros siglos saben hacer lucir. También hizo de Kathy Etchingham, la novia de Jimi Hendrix (y su inspiración para “Foxy Lady”, nada menos) en el biopic con André 3000 All is by my Side; pero eso fue más recientemente, cuando ya había aceptado hacer Captain America para, dice, abrir un poco su espectro. “Necesitaba dejar de tomarme mi trabajo tan seriamente. Ya tuve suficiente. Quiero entrenar, quiero ser una superchica, ¡quiero una ametralladora! Quiero hacer una película de la que la gente salga sintiéndose asombrosa e invencible –dijo–, y Peggy Carter es eso: ella puede hacer lo mismo que el protagonista, ¡pero de atrás para adelante y con los tacos puestos!”
“Siempre nos decimos que el mayor superpoder de Peggy es que los demás la subestiman”, dice Tara Butters, una de las dos guionistas principales de Agent Carter junto con Michele Fazekas. Ambas se declararon tan entusiasmadas como Hayley por el caudal de e-mails que les escriben chicas y adolescentes, y también de padres que consideran a Peggy un modelo positivo para sus nenas. “No debería ser tan notable a esta altura de la historia –dice Atwell–, pero lamentablemente no hay aún muchos programas que exploren de manera realista lo que significa ser mujer, tanto personal como profesionalmente. Ocasionalmente, Peggy puede recurrir a su sexualidad para resolver un caso, pero no es su único truco; que se haga valer con su inteligencia y su humor en un mundo de hombres y no esté todo el tiempo corriendo en espándex para calentar a otros ya es algo bastante refrescante en el panorama actual. A la vez, éste es un mundo de superhéroes así que nos podemos tomar todo con humor: no estamos tratando de hacer una declaración feminista, sino de decirle al público que los proyectos protagonizados por mujeres son fantásticos y emocionantes y también comerciales.”
Así que, si queda algo de sensatez en Hollywood, veremos a Atwell mucho más los próximos años. Haciendo de todo. “Un balance entre elecciones creativas y comerciales. La gente suele decirte que éxito comercial y aclamación crítica nunca van de la mano. Puede ser, pero no creo que vaya a vivir mucho con el sueldo de una actriz teatral full-time”, dice, y agrega, con los pies bien en la tierra, como la agente Peggy, “bueno, tal vez podría, pero la verdad es que me gusta salir a cenar”.
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