ENTREVISTA Con su banda My Morning Jacket redefinió el sonido del rock sureño gracias a discos magníficos como It Still Moves o Z: nunca conformista, la banda se animó a experimentar e incluso expandirse hacia el rock sinfónico y la psicodelia. Jim James, su cantante y líder, se fue convirtiendo además en una figura con peso propio, desde sus trabajos solistas hasta su participación en I’m Not There de Todd Haynes –donde hace una versión extraordinaria de “Goin’ to Acapulco”– o como parte de la banda que les puso música a las letras inéditas de Bob Dylan en Lost in The River: The New Basement Tapes. Ahora acaba de volver a su banda original con The Waterfall, un disco hermoso y extraño, punto de cruce del folk indie con el country alternativo que celebra los paisajes de Kentucky en una especie de utopía rural que también sabe rockear.
› Por Sergio Marchi
Un tropezón no es caída, pero puede llegar a ser un importante accidente. Jim James lo sabe: una noche infame de 2008 se encontraba tocando con su banda, My Morning Jacket, y al querer pararse sobre un parlante de retorno, colocó su pie en el lugar equivocado y se fue a pique por el borde del escenario, como una catarata desordenada de carne y hueso. Cundió el pánico y lo llevaron a camarines para revisar la seriedad de su herida. El baterista explicó la situación de inmediato y pidió calma; pero diez minutos más tarde, el resto de la banda salió para explicar que Jim James era conducido al hospital porque se había golpeado la cabeza.
Fue un susto mayor para uno de los compositores más importantes surgidos del rock estadounidense en las últimas décadas. “Por suerte, hoy estoy bien, gracias por preguntar”, responde corto y amable Jim James desde Louisville, Kentucky, a Radar que hace la pregunta que siempre oficia de saludo. Hoy, está bien, pero ese accidente lo marcó más que físicamente, psicológicamente. Sin embargo, en vez de hacer el conocido rebaje de cambios que implica un cambio de vida, no dejó de expandirse en diferentes direcciones. Más que un acto de coraje o desafío, es el instinto de supervivencia común a todo creador: la fuga hacia adelante.
Con ese aspecto capilar que le da su cabello largo y su barba tupida, combinados con un sobrio y elegante vestir, Jim James podría ser un científico loco, un poeta beatnik aggiornado al nuevo milenio, pero nunca un abogado de esas firmas que portan tres o cuatro apellidos ilustres. Para poder observarlo bien, se puede recordar el fragmento de I’m Not There, la película de Todd Haynes sobre Bob Dylan, protagonizada actores y actrices como Cate Blanchett (que, memorablemente, hace del Dylan en Londres, el recién electrificado), Heath Ledger, Christian Bale y Ben Wishaw. En el momento más fantástico del filme y detrás de Richard Gere aparece una jirafa al tiempo que se celebra un funeral a cajón expuesto sobre un escenario. La banda que toca en la ceremonia es Calexico y el cantante principal, con la cara pintada de blanco y un antiguo chaleco militar rojo, es Jim James.
Su conexión con Bob Dylan continuó con la convocatoria que le hizo T-Bone Burnett, uno de los mejores productores musicales, que un buen día se encontró con una buena cantidad de letras inéditas de Bob Dylan. T-Bone Burnett pensó en James para formar un seleccionado de músicos que trabajara en el proyecto de dotar de música a esos textos inéditos de Dylan, y el equipo se completó con Elvis Costello, Marcus Mumford, Rihannon Giddens y Taylor Goldsmith. Lost in The River: The New Basement Tapes se editó en noviembre de 2014 y constituyó una delicia para los críticos. “Podés imaginar el honor que significa trabajar con letras inéditas de Bob Dylan –intenta resumir Jim James la experiencia–, y tener a T-Bone Burnett produciendo y todos esos músicos al lado. Y como si fuera poco, nos divertimos muchísimo. Una experiencia de lo más particular.”
Esa fue solamente una de las direcciones en la que Jim James se disparó. Cuando todavía se tomaba todo con calma, grabó un humilde tributo a George Harrison y editó un álbum con seis temas con el seudónimo Yim Yames. “Lo de Harrison fue muy simple; me puso muy triste saber de su muerte y quise grabar algunos de sus temas, los que más me gustaban. Lo hice solo, con mi guitarra porque su música siempre me tocó mucho a un nivel íntimo. Sentí en carne propia la energía de sus canciones.”
Pero, volvamos a lo importante. ¿Qué es lo que sacó en limpio de aquel traspié en Iowa City cuando se puso en riesgo su vida? Lejos de marcar en rojo el almanaque la fecha y pontificar con un antes y después de, Jim James se lo tomó con una simpleza total. “El cuerpo y la cabeza te van avisando –dice–, y si no hacés caso a esos carteles de advertencia, sufrís las consecuencias. Lección aprendida.”
Una de las dudas que flotaba en el ambiente estaba relacionada con la figura de Jim James, que al haber adquirido un relieve autónomo, bien podría proyectarse como solista. Pero todo fue especulación: My Morning Jacket está de vuelta y con Jim James al frente. The Waterfall (La cascada) se editó en el mes de mayo de 2015 y la crítica lo saludó con entusiasmo: con una catarata de aplausos.
Cuesta no relacionar el título del disco de My Morning Jacket, con esos accidentes geográficos acuáticos, sobre todo cuando la tapa muestra una enorme catarata en su esplendor, detenida en la fotografía, como dejándose ver por un instante eterno, rodeada de montañas de un rojo oscuro y un naranja que se aprecian sobrenaturales (a alguien se le fue la mano con el Photoshop). Jim James dice que el título es tan natural como el paisaje que lo rodea: Kentucky es uno de los estados con mayor cantidad de saltos de agua en el norte de América, y muchos de ellos circunvalan la ciudad de Louisville, desde donde Jim James conversa con Radar. “Louisville es muy lindo en esta parte del año. Seguramente, te interesará saber que hay parrillas muy buenas y buenos restaurantes en general, así como también buenas disquerías. El mismo tipo que diseño el Central Park de Nueva York, también diseñó el de Louisville, y es precioso”, documenta el artista, convirtiéndose en entusiasta agente de turismo de su terruño.
My Morning Jacket es uno de varios grupos que asomaron su cabeza cuando el siglo daba vuelta la página, alrededor de 1998. Eran los coletazos finales del rock alternativo que continuaría su devenir, como el agua, pero ya agrupado bajo el paraguas de la denominación “indie”, que cubre a todos de las inclementes lluvias de las definiciones, incluso a muchos que graban para compañías multinacionales. My Morning Jacket fue uno de los emergentes de una escena llamada “neo-country” o “alternative country”, cuyo más brillante exponente fue Wilco, pero que por carácter transitivo también incluye a Kings of Leon, Band of Horses, Fleet Foxes y Grandaddy. Todos fueron apareciendo en distintos momentos y con intensidades y estilos diferentes, pero tienen en común un sonido orgánico, que puede ser eléctrico o acústico, un toque de country y una personalidad propia que interpela al rock a su manera. En el caso de My Morning Jacket, su aproximación es más rockera, y, en este nuevo disco, más psicodélica y progresiva. Aguzando el oído hasta tienen pasajes donde parecen una suerte de Yes “unplugged”.
Como corresponde, The Waterfall tiene un audio cristalino que en el torrente levanta un poco de barro. “Like A River” y “Get The Point” son hermosas canciones acústicas, que muestran calma y contemplación propicia para la reflexión. Pero el álbum refleja toda clase de corrientes, lo que ofrece distintos tipos de agua: más fangosas como en “Spring (Among The Living)” o “In Its Infancy (The Waterfall)”, o más revuelta como en “Compound Fracture”, donde surge un tinte soul en la vocalización de Jim James, como si My Morning Jacket fuera un grupo de Motown pasado por agua. “Siempre digo que me tocó crecer en la era del grunge y del rock alternativo, pero viviendo en un pueblo del interior de Estados Unidos, también te llegan las radios de rock clásico, y la verdad es que la música es tan grande, tan amplia, tan variada, que en nuestro sonido incorporamos toda clase de cosas sin importar de donde vengan. Yo crecí escuchando a Nirvana y R.E.M., pero también a Neil Young y Bob Dylan. Y también me gusta mucho la música negra: Marvin Gaye, Miles Davis, Stevie Wonder, Curtis Mayfield.”
Jim James advierte que el próximo disco de My Morning Jacket, que sería como la continuación de The Waterfall y está previsto para ser editado en el transcurso de 2016, de ninguna manera será una segunda parte o una secuela. “Quisimos darle a cada disco su onda, su propia personalidad. Si pudiera hacerte escuchar todo el material, sería muy difícil que pudieses diferenciar un disco del otro; aunque la fuente de las canciones sea la misma, son discos muy diferentes. Cuando salga el próximo te vas a dar cuenta porque son distintos los sonidos y los sabores musicales, por así decirlo. Creo que las canciones son las que me dicen donde quieren ir, después de un tiempo. Hay muchas que cuando las terminé se empezaron a formar en grupos en mi cabeza: era como un complot, querían estar juntas. Obviamente, me interesaba saber porqué se daba ese proceso, pero no es algo que puedas seguir. No hay mucha lógica en eso, pero cuando escribí ‘Believe’, que es la última canción que grabamos para el disco, enseguida me di cuenta que tenía que ser la que comenzara The Waterfall.”
“Tiempo de moverse/ La respuesta flota en libre caída/ hacia la orilla más distante de la mente/ Arroja el dado que hace que el barco navegue/ Y todas las puertas se abrirán de a una/ Cree, cree, cree/ Porque nunca se sabe.” Así arranca “The Waterfall” y es muy fácil encontrar un hilo temático que tiene que ver con el largo camino recorrido por Jim James entre su accidente en escena y este presente donde la lección está asimilada. ¿Fue algo tortuoso? “Para nada, componer es algo que hago casi sin pensar. Es como un reflejo de la vida; por ahí se traba un poco, pero eso se compensa con períodos de alegría y diversión. Todo lo que es vida, todo lo que es música, tiene momentos en los que te sentís mal y otros en los que no. Pasa en la composición, pero no vivo el momento de la creación como algo tortuoso sino de un modo natural, sabiendo que quizás encuentre contratiempos, pero que se pueden sortear sin necesidad de llegar al sufrimiento.”
En los cuatro años que separan Circuital, editado en 2011, de The Waterfall, Jim James aprovechó para editar su primer álbum como solista, “Regions of Light And Sound of God”, donde lejos de volcarse hacia una experimentación diferenciadora, recicla partes de los elementos que componen el sonido de My Morning Jacket (en definitiva, en ambos proyectos, las canciones son suyas), y los configura de otro modo, conservando la suficiente familiaridad para no alienar a los fanáticos de su banda, y proporcionando la suficiente cuota de novedad como para intrigar a oyentes que han sido inmunes a los encantos de My Morning Jacket. Ese tiempo, que algunos sospecharon como separación encubierta, fue simplemente un recreo largo. Se reagruparon en 2013 para acompañar a John Fogerty en su autotributo “Wrote a Song for Everyone”, en una de las canciones más emotivas del repertorio de Creedence: “Long As I Can See The Light”.
“No quisimos que The Waterfall fuera visto como un disco de ruptura con lo anterior. Sí me parece que es diferente a todo lo que hemos hecho: trabajamos en lugares distintos, con personas distintas, y hasta los equipos que utilizamos también fueron diferentes. Ahora, si te ponés a compararlos, vas a notar mucha diferencia, pero no al punto de la ruptura total, porque hay similitudes y ese es nuestro estilo. La idea es que el oyente perciba ese cambio sin que sienta que está escuchando a otra banda”, redondea James el concepto. ¿Y cómo fue elegir qué temas iban a The Waterfall, y cuáles al próximo álbum? “Ah, la selección de los temas fue un proceso muy difícil –reconoce– pero si nos hubieras visto discutiendo no lo habrías notado porque nos divertimos mucho mientras lo hacíamos.”
Jim James habla con la calma de aquel que ya cruzó el remolino y sabe que lo que viene es una corriente calma y placentera. Lo que desconoce es hacia donde lo llevará, y forma parte de la gracia del viaje, que seguramente tendrá desvíos interesantes, como aquel que lo llevó a tocar a beneficio de la fundación del director David Lynch para fomento de la Meditación Trascendental, el 1º de abril pasado, en el Ace Hotel de Los Angeles. No sería desatinado pensar que Jim James nos sorprenderá con nuevas asociaciones y ramificaciones de su intrigante personalidad.
Después de todo, a los 37 años, y convertido en uno de los grandes nombres de estos tiempos, sabe fluir como el río y cambiar como el tiempo.
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