Plástica La enorme bandera argentina hecha de rastis que marca la salida y entrada al Aeropuerto Internacional de Ezeiza tiene una autora: Nora Iniesta, artista criada en Lomas de Zamora que trabaja especialmente sobre latransformación de los años de la infancia en lenguaje plástico, con énfasis en la iconografía escolar. En este momento su trabajo se reparte en dos muestras muy diferentes: Celeste, blanco y celeste, que continúa su línea pop escolar, y El discurso claro (en tiempo y forma), verdadero rescate de su trabajo de los años ’70, muy diferente del resto de su producción, una etapa caracterizada por el grabado y cierta belleza sombría.
› Por Eugenia Viña
Llegó de la escuela, se sacó el delantal blanco, tomó apurada el café con leche y fue corriendo a su cuarto a buscar la caja de témperas. Le pidió a Amalia, su mamá, que le lea una vez más la consigna y con una concentración marcada por el silencio, empezó a dibujar. Nora Iniesta, que nació en Buenos Aires en 1950, tenía cinco años, pero no estaba nerviosa. Ya tenía premios en su escritorio, de los concursos de manchas en los que participaba desde que tenía tres.
Alumna prodigio, medalla de oro, nadie se sorprendía en la Escuela Normal Antonio Mentruyt de Lomas de Zamora cuando todos los años, la misma niña cruzaba el patio emocionada: Nora siempre era la abanderada. Que ahora sea la autora de la enorme Bandera Argentina construida con rastis que marca la entrada y salida del país en el Aeropuerto Internacional Ezeiza, continúa una lógica y una pasión que nunca fue interrumpida, en la que la memoria de esos años sagrados de la infancia se transformaron en un lenguaje plástico, donde la iconografía escolar patria es el lugar de pertenencia por excelencia.
Celeste, blanco y celeste es una de las muestras actuales, donde el discurso pop de la artista permanece ligado a materiales y ritos escolares en la construcción de objetos que es reconocida como una forma alternativa del mismo acto de pintar: “Nunca dejo de pintar. Ahora estoy trabajando con papel y objetos, pero también son planos de color. Cuando amaso la obra no advierto las características de cada elemento. Compongo y quiero un justo equilibrio. Yo trabajo siempre por serie. Utilizo siempre objetos y elementos de uso cotidiano, básicos. Camino, encuentro cosas. Veo, resuelvo, creo, transformo”, dice.
Platos de madera donde se disfruta el clásico asado los domingos, bandejas de cartón de la panadería de la esquina pintadas de celeste, centenares de perlas de fantasía del Once que se transforman en un brillante círculo blanco con pretensiones de joya, escarapelas, ceniceros donde se apagaban los cigarrillos durante el mundial de Argentina en el ’78, corazones celestes de plástico, objetos ensamblados entre los que Warhol se sentiría como en su casa. “Me identifico con el pop porque pop significa popular y lo mío toca un poco eso de lo cotidiano elevado o puesto en otro contexto para resignificarlo.” A su vez la técnica de los objetos ensamblados así como la del collage, implican prácticas infantiles: “Es la tierna infancia. Presencia del papel. Recortar y pegar”, afirma quien intervino con sus obras espacios urbanos, comerciales y domésticos y es ganadora de más de una treintena de premios y menciones (provinciales, nacionales, e internacionales) entre ellos el Premio Braque (1980) por el que estuvo viviendo en París durante tres años. “Mis amigos me llaman para que les ordene la casas (dice entre risas), es que me da un gran placer armar espacios, encontrar los lugares correctos, el rigor sirve.”
Aún hoy, después de más de un centenar de exposiciones y bienales que incluyen –entre otros– a Venecia, La Habana, Santa Cruz de la Sierra, París, Seúl y China, en su luminoso estudio de San Telmo, la ex abanderada y medalla de oro, sigue pensando, sorprendentes resabios de la niñez: “A mí me sostiene no irme de la tarea”.
Pero no es ante la estética escolar donde Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía, curadores del Proyecto La línea piensa, hicieron foco, sino que ponen en valor trabajos del cuerpo de obra de la artista que suelen ser minimizados o de escasa circulación, donde el brillo de lo contemporáneo es reemplazado por la sencillez clásica de la línea y el peso de la prensa del grabado, enmarcando en el objetivo de Stupía y Noé: “Si bien se suele asociar la palabra dibujo a la de representación, nosotros queremos destacar el acto de dibujar como el del desarrollo de un pensamiento lineal: una línea lleva a otra línea como un silogismo gráfico”.
En la muestra El discurso claro (en tiempo y forma) del Borges aparece la Iniesta grabadora, formada en Inglaterra en la Slade School of Fine Arts (bajo la tutela del talentoso escritor y grabador portugués Bartolomeu dos Santos) en la que descubrimos unos pequeñísimos grabados de una belleza y una potencia conmovedora, hermanados en su anacronía y personalidad a las aguafuertes de Goya, donde la narración es reemplazada por misteriosas formas puras, así como el pastel en blanco y negro de 1973 “Cuestionando al cuestionador”, de una negra belleza turbadora.
“Hoy, con distancia, agradezco a esa simple línea que rígida o mórbida se hizo persona, mutó en paisaje, me dio un mundo, el mío propio.” relata la artista, quien está por partir por cuarta vez a Corea: “Nunca me doy cuenta de los logros. Estoy a un costado de mi misma. Lo que más me gusta es producir, me encanta lo lúdico. Mi cuerpo de obra, eso soy yo. Lo que hice, eso es lo que me representa. En su momento fue la presencia de mis papás. Ahora la persistencia en el trabajo. Eso es lo que me hace feliz. Desde hace poco empecé a mirar la obra por fuera de mi, antes la sufría”.
La escuela con su estética y sus ritos, la presencia de la madre, la vereda donde jugaba en Lomas de Zamora, la infancia atravesada por la presencia y la práctica del dibujo y la pintura, escritura amorosa desde donde nace la obra de la artista. “El arte es sacrificar la percepción para imponer el acto estético de una memoria”, enseñó el eterno Baudelaire.
La muestra El discurso claro (en tiempo y forma) se puede ver en el Centro Cultural Borges dentro del Proyecto La línea piensa hasta el 21 de junio. Y la muestra Celeste,blanco y celeste se puede visitar en Paraná Seguros Gallery, Perón 690, hasta el 10 de julio.
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