Dom 04.10.2015
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TELEVISIóN > EL REALITY DE CAITLYN JENNER, LA MUJER TRANS MáS FAMOSA DEL MUNDO

LA PIEL QUE HABITO

› Por Ariel Alvarez

La noticia fue impactante a pesar de que los signos estaban ahí: las cirugías estéticas, los tabloides que hablaban de que el ex atleta olímpico Bruce Jenner estaba en transición de género. Que, con poco más de 60 años, había decidido vivir como la mujer transexual que siempre había sido. Aquellos signos de cambio físico –el pelo largo, el bótox, los pómulos– también podían ser la lucha de un hombre millonario que envejecía y quería enfrentarse al tiempo. Pero una vez que se oficializó la noticia de la transición, Bruce Jenner salió del ropero después de una entrevista con Diane Sawyer en la tapa de la revista Vanity Fair, contando en detalle su historia y presentando al mundo su nueva identidad: Caitlyn. Lo que si asombró fue que decidiera llevar esa transición a su propio programa. Cierto, Bruce, como el patriarca del clan Kardashian-Jenner ya era una persona hiperfamosa: su hijastra Kim casada con el astro Kanye West, su hija Kendall una supermodelo, el reality que sigue las “aventuras” de su familia uno de los más populares. Caytlin no quiso esquivar su destino mediático y se decidió a protagonizar I Am Cait, que se puede ver por la cadena E!, y la convirtió en una vocera –inconsulta– de la comunidad trans.

El formato reality domina las pantallas de Estados Unidos. Con numerosos y, algunas veces disparatados, temas –desde Duck Dinasty sobre una familia que se hizo millonaria con un silbato para cazar patos– hasta Extreme Makeover, sobre la renovación de casas para personas en emergencia habitacional-- ocupa el lugar que antes tenían las telenovelas. Los más exitosos son los que muestran las vidas de los ricos y famosos con sus “problemas” causados por ser ricos y famosos que generan un tipo de espectáculo en la mayoría de los casos muy divertido.

I Am Cait es, en una primera impresión, uno de los más arriesgados de los últimos años. Bruce Jenner fue un campeón olímpico en la década del 70. En 1976 ganó la medalla de oro en decatlón, luego de que un atleta soviético se quedara con el título en el año 1972, en plena Guerra Fría. El triunfo de Jenner lo convirtió en un “héroe americano”, con foto en las cajas de cereal incluida. Luego de una carrera televisiva en varios programas de temática deportiva, aggiornó su fama cuando se casó con Kris Kardashian (la viuda del famoso abogado defensor de O. J. Simpson en el juicio por el asesinato de su esposa). Y su imagen explotó en la televisión en 2007 cuando comenzó a aparecer en el programa Keeping Up with the Kardashians, un reality, también de la cadena E! –y el más exitoso de todos–, que expone la intimidad de su familia: él, su esposa, los cuatro hijos de Kris, y las dos hijas que tuvo el matrimonio, Kylie y Kendall (sí, es todo con K).

La transición de Caitlyn es el punto de partida de I Am Cait, un reality absurdamente promocionado como un documental dividido en ocho partes. Lo primero que se ve es a Cait siendo producida por una corte de ayudantes que la peinan, la maquillan y hasta le eligen la ropa. Así se muestra su nueva vida. A los ya clásicos problemas del acoso de la prensa (¿por qué habría de esperar otra cosa?) se le suma toda la parafernalia que implica ser una mujer de su estatus social y su privilegio: ahora es una diva y no puede vivir sin asistentes, dos de las cuales son, junto a Cait, protagonistas del show.

Pero detrás de todo el glamour viene la otra realidad: hablar en profundidad de transición con su familia que, desde su divorcio y los comienzos de aceptación de su identidad, la visitan muy poco, incluso la evitan. Primero es con su mamá y sus hermanas, que, terapeuta de por medio, la aceptan felices: dicen que “el alma de Bruce” sigue allí. Luego vienen las Kardashian y la cosa se complica: Kim y Khloé están muy enojadas con la nota de Vanity Fair, ya que deja muy mal parada a su madre, Kris. Y es que todo conflicto que se debate ahí no tiene sólo que ver con la identidad de género: tiene mucho más que ver con la exposición pública. Por suerte, fiel al espíritu familiar, todo se arregla hablando de vestidos de diseñadores famosos y las complicaciones del make-up: las extensiones para pestañas apaciguan todo. La mezcla endemoniada de levedad y lágrimas, la ternura de ver a una mujer sexagenaria feliz con su nuevo vestido se entrecruzan todo el tiempo con trazos de tontería: la alquimia es apasionante y, paradójicamente, en ocasiones resulta muy “verdadera”.

En el reality, Caitlyn además tiene que “aprender” a ser una persona trans –ésta es la trama–, ya que a pesar de su edad es una novata y además como la mayoría de los ricos y famosos no tiene mucha idea de lo que pasa en el mundo. Por eso se decide a conocer y ayudar a la población trans norteamericana, erigiéndose en la nueva portavoz de la comunidad. Nunca se entiende muy bien por qué pero se supone que es por su fama. O al menos esto es lo que piensan las cinco mujeres trans y activistas (sus nuevas amigas) que serán sus maestras en este viaje. Ellas, a espaldas de Cait, discuten preocupadas sobre su ingenuidad ante el mundo en general, y el mundo trans en particular. Pero el debate de la visibilidad a cualquier costo apenas se toca en el show. Más bien Caitlyn es mostrada como una mujer bonachona, desbordada emocionalmente, algo abombada (pocas son las escenas donde no tiene un vaso en la mano), que está dispuesta a ayudar y entender.

Aquí el programa se transforma en una especie de road movie donde Cait viaja para conocer la madre de un chico trans que se suicidó y a otras mujeres que le muestran cómo es ser parte de un grupo social que es discriminado y atacado. Cait se asombra de que la gente las trate de freaks y de que muchas de ellas hayan tenido que ejercer la prostitución para poder subsistir. Y todo lo hace cambiando constantemente de autos para que no la persigan los paparazzis.

Pero no todo es ingenuidad y encanto. Cailtyn siempre ha sido cristiana, conservadora y republicana. En una reciente entrevista en el programa de la comediante Ellen DeGeneres –lesbiana fuera del closet desde hace años– se manifestó en contra del matrimonio igualitario y en su propio programa enarbola su lucha porque las personas trans sean consideradas “normales” y hasta se manifiesta en contra de los subsidios estatales porque no las ayudan a progresar, ya que “se acostumbran”. ¿Cómo se arregla este exabrupto? Las mujeres trans que la acompañan justifican sus dichos diciendo que le falta aprender.

I Am Cait es un programa que se maneja entre dos registros: la parte frívola, que es por demás simpática, y la problemática social de las personas trans, encarada desde el punto de vista de la protagonista, que parece sincera y bienintencionada y valiente pero también profundamente desconcertada. Lo cierto es que dentro de la comunidad transexual las aguas están divididas sobre qué pensar sobre Caitlyn, sobre todo en este momento de gran visibilidad con celebridades trans como Laverne Cox (Orange Is The New Black), Jamie Clayton (Sense8 y quizá novia de Keanu Reeves) o Lana Wachowski. Habrá que esperar para ver cómo se resuelven los aspectos más controversiales del programa y qué es lo que Caitlyn aprende en su nueva y televisada vida.

I Am Cait se puede ver los miércoles a la medianoche y los viernes a las 13 y a las 14 por E!

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