PERSONAJES EL SONIDO DE LAS PESADILLAS SEGúN CHELSEA WOLFE Y SU DISCO ABYSS
› Por Ariel Álvarez
Chelsea Wolfe es una chica rara. Su música mezcla estilos que parecían imposibles de reunir: gótico, folk, industrial, doom Metal, electrónica. Pero ella lo hace y de un manera única, asombrosa: los fans la idolatran, la crítica la ama. Y aunque es complicado definir su estilo, el mundo de la industria musical hacen lo posible por intentarlo. El resultado es una etiqueta discutible pero ya casi indeleble: Drone-Metal-Art-Folk.
Y quizá esa necesidad de definición surja porque en su música hay algo más, como una presencia que está al acecho y que pone los nervios de punta. Esta es la sensación que prevalece, latente y constante, en sus canciones. Una sensación que ha acompañado a Chelsea Wolfe toda su vida –tiene 31 años— y ella ha encontrado la forma de trasmitirla a todo el que la escucha.
Hija de un músico country, a los 9 años empezó a grabar canciones en el estudio casero de su padre, en Sacramento, California: “Rhythm and blues gótico hecho con un teclado Casio”, las definiría años después. Y ya desde ese entonces la pequeña Chelsea tenía miedo de irse a dormir.
Chelsea Wolfe no duerme. Mejor dicho: duerme pésimo. Sufre parálisis del sueño, un trastorno que ocurre en el momento de transición entre el sueño y la vigilia: la persona se despierta (o por lo menos eso cree) y se da cuenta de que no puede mover su cuerpo. La angustia que provoca esa situación hace que se desate una pesadilla, que la persona experimenta con todos sus sentidos. Y es ahí donde el horror comienza. El 60% de la población mundial ha padecido este transtorno aunque sea una vez en la vida. El problema es cuando se vuelve algo crónico, y eso le ocurre a Chlesea: “Te despertás, y no podés mover tu cuerpo y tus ojos están abiertos, y las figuras y personas hechas de sombras que estaban en tus sueños, todavía están presentes en la habitación. Esa sensación de miedo te acompaña todo el día”, cuenta. Este fenómeno se conoce con el nombre de “intrusos” o “gente sombra” y le pasa a la mayoría de las personas con este trastorno.
Wolfe enfrenta a los demonios de ese mundo surrealista de pesadillas vivas y los transforma en sonidos que hacen de su música una experiencia imperdible y aterradoramente bella. La permanente sensación de vulnerabilidad y desesperación se sostiene en la mayoría de sus canciones bajo la forma de un solo acorde, o un instrumento que produce un ruido extraño y que nunca para durante todo el tema. A esto se refiere la palabra “drone” que se usa para definir ese aspecto robótico de su música. Pero que, pese a lo que aflora de su condición particular, no deja de ser folk con canciones honestas que hablan de amor, soledad y furia, que a veces sólo cuentan historias y otras se adentran en lo tortuoso.
En el año 2006 grabó su primer albúm Mistake in Parting, que nunca fue editado ya que era “vergonzosamente malo”, según ella misma asegura. Luego de dos discos editados de manera independiente con muy pocas copias (apenas 30), llegó su debut oficial con The Grime and the Glow (2010), con un sonido sucio, casi de garage, de un garage muy oscuro, (obviamente) y también dio mucho que hablar cuando ese mismo año grabó el tema “Black Spell of Destruction”, un cover de Burzum (una banda de black metal noruego, más conocida mundialmente porque algunos de sus integrantes incendiaron, como protesta anticristiana, las extraordinarias iglesias medievales de madera de su país en la década del 90).
Al año siguiente editó Apokalypsis y su sonido ganaba espacios en el under y la crítica especializada. Su tercer disco Unknown Rooms: A Collection of Acoustic Songs (2012), es quizá su trabajo más despojado. Puramente folk, pero siempre con ese sonido constante que a veces perturba, contiene una de las canciones más hermosas jamás escritas: “Gold”. Pero algo empezaba a cambiar. Con Pain Is Beauty (2013) aparecen las guitarras bajas y distorsionadas que la vuelven a acercar al black metal escandinavo, y lo acordeones, los instrumentos de cuerdas y los sintetizadores. Y este es el camino que decide explorar en su última producción Abyss, lanzado en Europa y Estados Unidos hace dos meses. Allí las guitarras se distorsionan aún más, al punto de parecer gruñidos animales y machacan directamente al cerebro mientras ella sigue cantando folk: “Creo que en el fondo me gustaría tener una de esas voces muy arenosas como Kurt Cobain. Tal vez lo estoy compensando con mis guitarras distorsionadas”, dice Wolfe cuando habla de sus influencias.
Si bien las referencias a la parálisis del sueño siempre aparecen en su música, Abyss es, según Chelsea, un disco provocado directamente por su trastorno: “Este disco produce la sensación de cuando estás soñando, y te despertás brevemente, para luego volver a dormirte en el mismo sueño. Es bucear rápidamente en tu propio subconsciente”. Y las pesadillas están allí esperando y sus letras hablan de la sensación de no poder escapar: “Estoy gritando / Pero no puedo despertar/ me ha librado de mi sueño / Persiguiendo el sol / no puedo despertar”. La pintura La pesadilla (1781) de Henry Fuseli es una de las imágenes que mejor representa la interpretación folclórica que se hacía de la parálisis del sueño, de la pesadilla sin despertar: un demonio, o un gnomo sentado en el pecho de una joven durmiendo. Este cuadro fue la inspiración para la tapa del disco.
Y su voz, como su música, es imposible de definir con una palabra: tierna, triste, sensual, un susurro, un grito. Chelsea Wolfe es hermosa: pálida, de pelo largo y negro y con mucho rímel hundiendo sus ojos azules, es una reina gótica perfecta. Al principio de su carrera sentía que en las presentaciones en vivo le era imposible enfrentar al público, se ponía muy nerviosa, la gente la asustaba. Un día estaba esperando para tocar y cortó un pedazo de encaje de su pollera y lo puso en su cara como un velo. Y así subió al escenario como si fuera un cortejo fúnebre.
Después de muchos años actuando tras su velo-coraza, hoy se esfuerza por ser “valiente” y poder mirar a la gente. Siempre entre dos mundos. Por un lado la necesidad de hacer público su arte y por el otro un gran temor y la necesidad de soledad: “Toda mi vida es una dicotomía,” dice.
Y de a poco, también, comienza a salir de la escena under: su canción “Feral Song” fue incluida en el tráiler de la cuarta temporada de Game of Thrones y en la serie 12 Monos (la versión para TV de la película de Gilliam). El tema “Carrion Flowers”, que forma parte de su último disco fue usado en el tráiler promocional de la serie Fear the Walking Dead, spin-off de la serie The Walking Dead.
Chelsea Wolfe realiza un ritual antiguo con su música. Muestra la fragilidad que todos tenemos y se hunde muy profundo en ella misma, para volver a salir antes de que eso la lastime. Desde los rincones de esa oscuridad, trae sus discos, sus obras de arte construidas con sombras.
Todos los discos de Chelsea Wolfe se pueden escuchar en chelseawolfe.bandcamp.com/music
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