Dom 17.01.2016
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CINE > SE ESTRENA ROOM (LA HABITACIóN) CON UNA ACTUACIóN NOMINADA AL OSCAR DE SU PROTAGONISTA BRIE LARSON

DETRÁS DE LAS PAREDES

› Por Mariano Kairuz

La prensa estadounidense lo venía proclamando desde hace tiempo y finalmente el domingo pasado, cuando le entregaron el Globo de Oro a mejor actriz dramática, empezó a cumplirse: Brie Larson es una de las próximas grandes estrellas de Hollywood. El premio de la prensa extranjera se lo arrebató a una favorita como Cate Blanchett (y también a Rooney Mara, ambas nominadas por Carol), y a dos más o menos recienllegadas como ella, Saoirse Ronan (por Brooklyn) y Alicia Vikander (por La chica danesa). Ahora la nominación al Oscar por el mismo papel parece reconfirmarlo. Larson, que se llama Brie, como el queso, por Brianne, interpreta en La habitación –que también está nominada al Oscar a mejor película, así como están nominados su director, el irlandés Lenny Abrahamson y su guión, adaptado de la novela de Emma Donoghue–, a una mujer de 27 años que lleva siete años en cautiverio, encerrada en un pequeño cuarto, criando a un hijo de cinco que es el producto de las violaciones a las que fue sometida por su secuestrador, así como el vínculo emocional que la mantiene con vida.

Por supuesto que el personaje le ofrece el tipo de densidad dramática que, se sabe, suele contar con el favor de los votantes de la Academia, además de un desafío más bien raro: se trata de un tipo de relato realista –de hecho, el libro en el que se basa está inspirado en un caso real austríaco– pero sobre el que no hay modelos cotidianos a imitar; exige del actor un trabajo de imaginación, introspección, especulación y proyección enorme. ¿Cómo hizo esta mujer para mantener su salud mental? ¿Cómo ha conseguido en estas condiciones criar a un niño también saludable y relativamente normal (impresionante la actuación del pequeño e intuitivo Jacob Tremblay, ocho años al momento del rodaje)? Y ¿cómo será la vida después, al volver (o salir por primera vez en el caso del chico) al exterior? Porque la película tiene dos partes, y la segunda narra la salida del chico al mundo, cuando ya estaba convencido de que el mundo se limitaba a, como la llama él, personalizándola, Room (“Habitación”). Esta segunda parte es más perturbadora que el relato del encierro, porque asfixia con las posibilidades, no todas felices, que se abren para sus protagonistas. Y lo que en el libro estaba narrado a través de la voz del nene, en la película se abre a la experiencia compartida de ambos protagonistas, recayendo fundamentalmente en ella, en “Má”; en Brie.

Y Room es no solo la primera vez que Brie Larson obtiene una nominación al Oscar sino también la primera en que encabeza el reparto de una película de circulación global. Porque aunque se trata de una producción de presupuesto mediano tirando a pequeño, desde su presentación en Toronto unos meses atrás que se sabe que una distribuidora major americana habría de estrenarla en buena parte del mundo, y con esto Larson deja atrás su único otro protagónico, el de la comedia dramática Short Term 12, aventura indie virtualmente desconocida, para dar su salto definitivo a la fama. A los 26 años Larson lleva casi una década transitando personajes más o menos secundarios en películas más o menos baratas e independientes, como The Spectacular Now –de James Ponsoldt,–; Entre sus manos (debut en la dirección de Joseph Gordon Leavitt); y la reciente Digging for Fire, de Joe Swanberg; con excepcionales participaciones de reparto en grandes producciones hollywoodenses como la remake/parodia de la serie Comando Especial, y la adaptación de la historieta Scott Pilgrim contra los ex de la chica de sus sueños, donde interpretó a la amenazante, rockera, glamorosa ex novia del héroe, Envy Adams. Este territorio más clase A suele reclutarla para personajes con un toque irónico o al menos de comedia, una veta que parecía ser la que mejor le calzaba desde que interpretó a la eléctrica y difícil hija de Toni Collette en la serie United States of Tara. En aquella sitcom sobre una mujer con múltiples personalidades, Larson también se desdoblaba, interpretando al personaje ochentoso y burlonamente sexy de la Princesa Valhalla.

Hija de dos quiroprácticos, Brianne Desaulniers nació en Sacramento, California, pero a los seis años convenció a su madre de que estaba destinada a tener una carrera como actriz, y no mucho después, la mujer se la llevó con ella y su hermana menor a Los Angeles, donde pasaron años en un departamento diminuto sobreviviendo con muy pocos recursos, esperando que algo sucediera (Larson dice haber recurrido al recuerdo de aquella suerte de confinamiento a la hora de recrear un “universo entero en un cuarto de 3x3” para su hijo en la ficción de La habitación). A los nueve consiguió su primer trabajo participando en sketches del The Tonight Show de Jay Leno; luego pasó a las filas de Disney, donde durante un tiempo los productores intentaron entrenarla para amoldarla al probado modelo Miley/Selena, y llegó a sacar un disco con el que no pasó absolutamente nada (hay un video, el de la canción “She Said”, que la muestra como una suerte de sucesora de Avril Lavigne, un camino que por suerte dejó atrás).

Hace poco filmó un papel breve en Trainwreck, de Judd Apatow, donde interpreta a la hermana de Amy Schumer, un personaje que es por contraste con la protagonista una reserva de discreción y sensatez, y consolida un poco esa impresión de girl next door, de hija del vecino, linda pero no despampanante, simpática pero real, que parece ser su mayor capital. Puede que esa naturalidad y esa ligereza, sean la fórmula perfecta para que tragedias desproporcionadas como la de Room se vuelvan tolerables para el público general. “Solemos fetichizar cierto tipo de intensidad ostentosa en los actores: muchas actuaciones parecen estar diciendo: miren qué criatura extraordinaria que soy”, dice Abrahamson, prodigándole a su actriz uno de los elogios más genuinos. “En cambio Brie tiene la virtud de simplemente dejarse sumergir en el personaje. No está todo el tiempo tratando de decirte qué gran actriz que es”.

Por su parte, la chica dice no entender por qué se ha estado usando tanto el adjetivo “desgarrador” para hablar de La habitación; “a menos que desgarrador quiera decir ‘amoroso’: no es un bajón, uno puede verla y enfocarse en la historia del secuestro, o entenderla como una historia de amor, libertad y perseverancia, sobre cómo se siente crecer e independizarse. Por supuesto que hacerla fue emocionalmente agotador, y ahora siento que no puedo llorar en el cine durante los próximos dos años, que tengo que hacer otra cosa”.

Y está haciendo otra cosa: ya filmó Wiener-Dog, de Todd Solondz, que no hará nada por sacarla del ghetto indie; pero para eso están Kong: Skull Island –la nueva King Kong, con Samuel Jackson, Tom Hiddleston y John Goodman– y la biopic de la legendaria tenista Billie Jean King; y la autobiografía de Jeannette Wall, The Glass Castle, el tipo de papeles para los que hasta hace nada Hollywood solo consideraría a Jennifer Lawrence o Shailene Woodley.

Brie se toma con calma la súbita tormenta de popularidad. “De pronto, tenés encima todos estos bizarros focos, es como un vómito de monedas de oro”, dice. “Es maravilloso, pero no se siente verdadero”.

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