Dom 28.02.2016
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FOTOGRAFíA > LA RESISTENCIA POPULAR: MADRES DE PLAZA DE MAYO

ESTE ES EL AGUANTE

Hasta mediados de marzo se puede ver en el Centro Cultural de la Cooperación La resistencia popular: Madres de Plaza de Mayo, la muestra de fotografías de Mónica Hasenberg y Brenno Quaretti, tomadas entre 1979 y 1989, una selección de 45 mil negativos que la pareja guardaba sin ordenar. Las fotos están impresas en lienzos, para que sea más fácil hacerlas viajar por el país –a esa tarea se dedica hoy Hasenberg– y, si bien focalizan en las Madres, muestran un abanico inédito de la política, la vida cultural, la protesta y el cotidiano de Buenos Aires durante aquellos años claves.

› Por Mercedes Halfon

Hay quien guarda sus cuadernos de la primaria, quien colecciona teteras chinas o postales de las ciudades a las que viajó. Una colección siempre habla del recolector. Pero si esa colección toma dimensiones mayores y además de hablar del recolector, habla de lo recolectado –una época, unos acontecimientos, un país– se convierte en un archivo. Este es el caso del acervo fotográfico del matrimonio Hasenberg–Quaretti. Fotógrafos de alma y profesión, que durante décadas capturaron por su cuenta los devenires políticos del país y llegado un momento se dieron cuenta de que lo que había en su casa –en tiritas de negativos metidas en cajones, en carpetas, en sobres sin nomenclar– era un archivo valiosísimo. Nada menos que 45 mil negativos. Diversos registros fotográficos de la resistencia popular argentina reciente, todos de fotografías tomadas por Mónica Hasenberg y Brenno Quaretti. Un espacio a revelar donde la Historia había sido capturada en imágenes únicas, en un momento en que esa información no circulaba por otros medios.

Parte de este material podrá verse en el Centro Cultural de la Cooperación hasta el 13 de marzo en la muestra La resistencia popular: Madres de Plaza de mayo. En grandes paneles de tela realizados por Mónica Hasenberg (su compañero falleció en 1995) aparecen fotos del período que va desde fines de los 70 hasta fines de los 80: fotos de marchas y actos de todo tipo, personajes relevantes y, fundamentalmente las Madres. Hay un arco diverso de imágenes de las caminatas de las señoras de los pañuelos blancos por la Plaza de Mayo: algunas tomadas de atrás porque todavía era peligroso dar a conocer sus rostros, retratos de ellas con carteles escritos a mano con sus consignas, otras leyendo los diarios y enterándose juntas de noticias como la Obediencia Debida y el Punto Final.

Las fotos fueron impresas en esos lienzos porque es el soporte más liviano para la tarea que Hasenberg realiza con su archivo: las fotos además de exponerse viajan enrolladas en su auto por todo el país. Así como registró en ese momento situaciones que no se veían en los medios, ahora, que sí se pueden ver, se ocupa que circulen verdaderamente por todos lados. De Misiones a Tandil. Del Centro Cultural de la Cooperación a una muestra que dentro de poco hará en Avellaneda.

BAJO ESTE SOL TREMENDO

Mónica recibe en su casa el mismo día de la marcha convocada por ATE. Son las doce del mediodía y ella se apena por no haber podido ir, por su edad y el desesperante calor de ese mediodía: “De todas maneras me quedo tranquila porque sé que hay unos fotógrafos buenísimos, muy jóvenes, muy comprometidos, que están cubriendo. Va a haber fotos.” Esa preocupación –que los hechos queden registrados por una cámara– podría decirse que es el eje de su vida.

Hija de padre fotógrafo, cuenta que a los 8 años ya revelaba en el cuarto oscuro con él, que a los 13 ya estudiaba fotografía y muy poco después ya trabajaba en ese oficio. En un estudio publicitario conoció a Brenno Quaretti, primero se asociaron en la profesión y luego, en la vida. “En un momento, en el año 79, por un hecho fortuito, nos enteramos de que necesitaban un fotógrafo en la revista Familia Cristiana, y él empezó a trabajar ahí. Era una revista que estaba orientada a Teología para la Liberación, sus actos los hacían en la Iglesia Santa Cruz, todo tenía una orientación de izquierda. Después sumamos como clientes a Hebraica y a ATE. Nos sumergimos en ese otro mundo. Si bien teníamos amigos que habían estado detenidos, sabíamos perfectamente lo que estaba pasando, estábamos muy encerrados en un ambiente de fotografía y publicidad, que de alguna manera nos había protegido.”

En ese momento Mónica y Brenno tenían a sus hijos pequeños, por lo que se turnaban para trabajar en la calle y hacer las fotos: a veces ella se quedaba revelando y otras iba a cubrir. Empezaron a asistir a las marchas de los jueves de las Madres y otras convocadas por otros sectores, cada vez de forma más firme. “Nosotros al principio no conocíamos a nadie, ni nadie nos conocía a nosotros. Teníamos un perfil muy bajo. Íbamos con la cámara, sacábamos y volvíamos a casa. Si había quilombo nos íbamos porque no teníamos ninguna protección. Actuábamos como fantasmas. Pero marchábamos siempre, todos los jueves. Yo marché hasta estando embarazada. Era una actitud militante, de acompañar a los organismos de los derechos humanos.” Su modo de trabajo siempre fue de forma independiente. El único requisito que imponía la pareja de fotógrafos era poder conservar ellos los negativos.

Con el advenimiento de la democracia el trabajo continuó. Y apareció una nueva necesidad, además de acompañar con la cámara los hechos que empezaban a producirse –los nuevos actores sociales, los conciertos, plazas de los artistas–: había también que darle un orden a ese caos de negativos que habían ido acumulando durante todos esos años. “Yo llamo archivo Hasenberg - Quaretti al que va del 79 al 89, que es específicamente los años que hicimos reportaje gráfico de política, arte, cultura, personajes y vida cotidiana de Buenos Aires y Argentina. Pero recién en el año 85 empecé a armarlo.”

RECUERDESE, ARCHIVESE

Con las fotos de este archivo han pasado cosas curiosas. Personas que se reconocen en la multitud, dudas que asaltan a la fotógrafa cuando revela y cataloga –y google mediante– reencuentros con personas del pasado. Un poco parecido, pero de manera inversa a Blow-Up, de Antonioni, en la que un fotógrafo se obsesionaba con una foto en la que se percibía una mancha oscura detrás de un arbusto en una plaza y descubría, ampliando cada vez más la imagen, un asesinato. En las fotos de Hasenberg-Quaretti, lo que se revela es algo luminoso, el pasado se vuelve presente, crea lazos, descubre personas que estuvieron juntas en marchas y pueden volver a encontrarse ahora, con otra luz, bajo otra época.

Cuenta Mónica: “Las miles de fotos que teníamos, empezaron a circular recién en el gobierno de Alfonsín para medios como la revista Acción o la revista del MTP. A partir de sus pedidos empecé a organizar el material en carpetas, a identificar y catalogar. Fue un trabajo que me llevó muchos años.” El orden que fue haciendo el matrimonio fue de mucha utilidad al momento en que pareció que nuevamente iba a ser necesario volver a resguardarlo. “En el 89, cuando fue el levantamiento de La Tablada cambió todo. Nosotros no éramos militantes, pero como trabajábamos para la revista figurábamos y teníamos fotos de muchos de los que murieron ahí. Yo me asusté muchísimo, no solo por mi sino por la responsabilidad de todos las personas a las que habíamos fotografiado durante todo ese tiempo. Teníamos material con las Madres, con familiares. Mucha gente comprometida en nuestra fotos. No sabíamos qué iba a pasar. Fue el susto que le agarró a toda la izquierda, claro. Por eso decidimos irnos del país y llevarnos el archivo del material político con nosotros. Nos fuimos a Italia. Y nos quedamos ahí hasta mediados de los 90, cuando Brenno ya estaba muy enfermo y quiso volver a la Argentina”.

Recién en el año 2004, con el afianzamiento de las políticas de la memoria, y la creación del IEM (Instituto Espacio para la memoria) especialistas en archivos en película fotográfica asesoraron a Mónica y la alertaron sobre la necesidad de la digitalización de sus negativos: “Tanto tenerlo en sobres algunos estaban rayados, otros tenían hongos y corrían peligro de perderse”. Se digitalizaron en ese momento cien fotos emblemáticas de Madres, Abuelas, marchas, que forman ya parte del patrimonio de imágenes históricas de nuestro país.

Mónica Hasenberg sabe que seguirá su trabajo con este archivo, porque difundir las imágenes de la resistencia ciudadana en épocas difíciles no es solo una manera de ejercitar la memoria, sino también una educación política, un modo de abonar la tierra para el futuro. Esa es su tarea y la toma como algo inevitable. “Esto en mi es muy fuerte”, dice y cuenta un sueño que tuvo la noche anterior en el que ella protegía a un grupo de fotógrafos jóvenes en medio de una represión brutal. Después se ríe para desdramatizar y dice que esto le debe venir incluso de mucho más atrás, casi desde los genes: “Yo conozco muy poco de mi abuelo paterno, pero se que era abogado y organizaba mitines contra Hitler en Alemania. A mi me atraviesa la historia. La muerte, la persecución, la ideología. Para mi la fotografía es una herramienta para trabajar por el ser humano. Aprender, no olvidar, dignificarlo.”

Las fotos del Archivo Hasenberg-Quaretti se pueden ver en Sala Raúl Lozza, segundo 2 º piso, del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Avda. Corrientes 1543. Hasta el 13 de marzo.

2 de abril de 1982
100 días de Alfonsín
Artistas abrazan a las Madres 8-3-1984
24 de marzo de 1986

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