Dom 03.04.2016
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ARTE > JORGE MACCHI

UNA AUTOPSIA DE LA VIDA COTIDIANA

La primera y vertiginosa muestra antológica de Jorge Macchi en Argentina se llama Perspectiva, y repasa sus veinticinco años de producción artística. Incluye más de medio centenar de obras sobre papel, videos, pinturas, fotografías e instalaciones provenientes de colecciones públicas y privadas de Argentina, España, Portugal y Estados Unidos. El recorrido es hipnótico: Macchi explora el tiempo, la incomodidad de los objetos, la forma de circular por la ciudad, la crónica policial, la sobreinformación y todo lo hace tratando de establecer un nexo con el espectador, en una obra abierta que no necesita de la comprensión pormenorizada del concepto para ser experimentada.

› Por Marina Oybin

Hay en la obra de Jorge Macchi una poderosa tensión entre realidad y ficción. El azar se cuela y es capaz de estructurar obras. A veces, el tiempo se detiene en constante movimiento o se pone al descubierto el mecanismo del artificio tan solo para dar una vuelta de tuerca más al efecto paradojal. Macchi es un artista singular: capaz de explorar sitios y disciplinas laterales, bucear y lanzarse a pensar con absoluta libertad. Su obra es hipnótica: absolutamente creativa y al mismo tiempo híper analítica.

Perspectiva, la primera exposición antológica de Macchi en nuestro país, repasa sus veinticinco años de producción artística. Da vértigo. La muestra, una verdadera joya para recorrer con tiempo, incluye más de medio centenar de obras sobre papel, videos, pinturas, fotografías e instalaciones provenientes de colecciones públicas y privadas de Argentina, España, Portugal y Estados Unidos. Se pueden ver por primera vez en nuestro país obras exhibidas en bienales, ferias y muestras internacionales producidas especialmente por el Malba para esta muestra.

Con curaduría de Agustín Pérez Rubio, Perspectiva incluye además dos grandes instalaciones: Refracción (2012), que se exhibirá en la sala de exposiciones de la Universidad Torcuato Di Tella, y La noche de los museos, un site-specific en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).

Apenas uno entra en la sala no puede dejar de ver y escuchar un ventilador cuyas aletas chocan una y otra vez contra una pared con profundas hendiduras como si fueran huellas del roce. Irrumpe el sonido del choque constante. No hay respiro: es “Fan”, exhibido por primera vez en una galería de Nueva York en 2013. “Son objetos que parecieran estar incómodos, lidiando con las paredes o con el techo –dice el artista–. Son como apariciones, fantasmas. Objetos que no pertenecen a este tiempo ni a este lugar, por eso están incómodos en el sitio que les adjudicamos”.

Tiempo real.

Hay un video en stop motion donde un reloj digital hecho con fósforos va en sincronía perfecta con el tiempo real. Está “Buenos Aires tour”, una obra que Jorge Macchi hizo en colaboración con la escritora María Negroni y el músico Edgardo Rudnitzky. Presentado en la Bienal de Estambul de 2003, el proyecto arrancó a partir de itinerarios determinados por la rotura de un vidrio sobre el plano de la ciudad: esos puntos seleccionados por puro azar devinieron lugares claves de esta guía. En cada sitio se seleccionaron sonidos e imágenes que van desde el ruido de un arroyo hasta manifestaciones en plena crisis de 2001. “Si una guía de turismo apunta a las instituciones, a lo que permanece, este tour pone el énfasis en lo contrario: captura sonidos del momento, imágenes pasajeras”, dice el artista. Es un antitour seleccionado y recorrido exhaustivamente. La obra incluye botones que uno puede presionar para escuchar el sonido capturado en una de esas intersecciones que Macchi transformó en cruce neurálgico de la city. El sonido es intenso, copa la sala: irrumpe mientras uno se acerca a “Buenos Aires tour”, estructuras de alambre como pliegues de un mapa invisible.

“La flecha de Zenón” es una pieza basada en la aporía formulada por Zenón de Elea, discípulo de Parménides. El resultado es una película que siempre está por empezar y que jamás podrá hacerlo. Manipular el azar no es tarea sencilla. “Vidas paralelas” son dos grandes vidrios rotos, cuyas quebraduras son exactamente iguales: un imposible que Macchi logró. No revelará cómo. Se agradece.

ACCIDENTE EN ROTTERDAM

“Música incidental” es una obra hecha con noticias tomadas de los diarios sobre asesinatos y accidentes de personas absolutamente desconocidas que simboliza la triste fama póstuma apenas por un día. Nadie los conoce, a nadie tampoco le importa demasiado que se siga investigando el asunto. “Cuerpos sin vida” son distintas crónicas policiales extraídas de diarios que conforman un diseño suave, orgánico. Cuando uno se acerca descubre que esas líneas que parecen simples tentáculos o sutiles ramas son en realidad textos cargados de horror. “Me impresionaban esas noticias que no tienen el mínimo sentido: informan sobre algo que al otro día desaparece: no hay seguimiento. Uno se pregunta para qué apareció esa noticia. Son como fuegos artificiales”, explica Macchi. “Doppelgänger” es un proyecto realizado en base a noticias policiales del diario Crónica. Son dibujos con dos formas espejadas como los del test de Rorschach formados por dos crónicas policiales con igual cantidad de caracteres. Ambos textos comparten una frase cliché –que es central en el diseño de los dibujos– de las que abundan en las crónicas de ese diario: “el cuerpo sin vida”, “en avanzado estado de descomposición”, “mortalmente herido”, “a sangre fría”, “bañado en sangre”, “macabro hallazgo”.

Hay también un trabajo hecho con recortes de diarios donde, cuenta el artista, se han quitado los contenidos de diversos textuales y sólo quedan las comillas como si fuera una colección de frases dichas de las cuales se perdió el significado. También desata una estructura sin referentes “Monoblock”, páginas de diarios superpuestas con obituarios de los cuales se quitaron el nombre de la persona y el texto. Sólo quedan la cruz o la estrella en una superposición de estructuras sin contenido que se erige como monoblock.

El tiempo es clave en las obras de Macchi. “10:51” es una videoproyección en loop de un reloj cuyas agujas intentan avanzar y no lo logran. Macchi, el alquimista, transforma el tiempo –inasible y fluido– en algo extrañamente físico, que choca, quiere avanzar y no puede. “Still Song”, que se mostró en el pabellón internacional de la Bienal de Venecia en 2005, es la primera vez que se ve aquí. Se entra a una habitación totalmente iluminada con una bola de espejos colgada en el techo, inmóvil. Como si el tiempo se hubiera detenido, los reflejos luminosos y festivos de la bola se transforman en imparable arma letal: devienen violentos agujeros negros que perforan las paredes. El juego de luces y sombras, y el movimiento, tienen una lógica invertida. Cerca, la serie de fotografías “Accidente en Rotterdam” despliega un simulacro perfecto. La imagen que uno percibe sin dudas como el registro de un choque de dos autos en el cruce de avenidas son, en realidad, dos autos de juguete que el artista manipula jugando con las sombras que entran por la ventana de su taller.

STILLSONG

Macchi estudió música: “Creo que la música incorpora una dimensión que las artes visuales no tienen. La imagen tiene una facilidad mayor para ser traducida; en cambio la música es pura forma, no hay texto que pueda traducir eso. La comunicación a través de la música es algo absolutamente directo. En relación con las artes visuales produce una adición de una nueva dimensión: por eso hay en esta muestra tantas obras con música”, dice.

A veces, Macchi crea un espacio y al tiempo lo niega: provoca un límite difuso que, paradoja mediante, a pesar de mostrar el andamiaje –la estructura ficcional– sigue operando con fuerza. “Pentagrama” es una partitura colgante atravesada por cables de acero que se extienden en paralelo: una obra pequeña pero que, al tiempo, desata una composición infinita.

Basada en el poema “Adiós” de Idea Vilariño, “El cuarto de las cantantes” es una fabulosa instalación con un deseo que uno intuye imposible: “Aquí/ lejos/ te borro/ Estás borrado”. Las palabras se proyectan sobre enormes cristales suspendidos del techo y superpuestos. Cada letra corresponde a un sonido que sale directamente del cristal –por el sistema Whispering Window que transforma el vidrio en parlante–. En la gran sala en penumbras, la experiencia es inolvidable.

Macchi admira a Cildo Meireles, lo considera “una especie de prócer”. Cuando uno le pregunta qué artistas le interesan hoy, no duda: “Los artistas que se preocupan por establecer un nexo con el espectador en un sentido formal, quizás por eso hay mucha vinculación con la música en mi trabajo: la música es un lenguaje formal que establece una relación muy directa. Me interesan los artistas que indagan en lo formal para establecer un nexo con el espectador. No me interesan los artistas que ponen por delante un concepto, una idea donde es necesario tener una información muy pormenorizada antes de acceder a la obra. Me gusta tener realmente una posición de artista visual: experimentar todos los mecanismos y estrategias para llegar al espectador”.

Perspectiva de Jorge Macchi se puede ver en MALBA, Av. Figueroa Alcorta 3415, hasta el 23 de mayo. “Instalación Refracción” se puede visitar en la sala de exposiciones de la Universidad Torcuato Di Tella del 8 de abril hasta el 3 de junio. Y la instalación “La noche de los museos”, en el Museo Nacional de Bellas Artes estará del 15 de abril al 31 de julio.

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