Dom 16.10.2016
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MUSICA > EL DEBUT DE MILANO, LA BANDA DE JAVIER BERESIARTE, EX BAJISTA DE LA MíTICA BANDA PLATENSE LAS CANOPLAS

NADA QUE VER CON NADA

› Por Juan Andrade

“Yo empecé apoyado en la barra del bar, mirando el piso del escenario y diciéndome: ‘Tengo que estar tocando ahí’”, dice Javier Beresiarte. Habían pasado unos diez años desde la última vez que se había colgado el bajo para subirse a uno de esos vuelos extraterrestres tripulados por Las Canoplas. Había dejado sus viejos hábitos en un intento de llevar una “vida normal”. Pero la chispa que saltó esa noche en la atmósfera viciada de Pura Vida, en medio de una de las seguidillas de bandas locales a las que se había vuelto habitué, encendió el fuego sagrado que parecía formar parte de su pasado. Fue el kilómetro cero de un disco cuyo título evoca a un legendario auto de Turismo Carretera que, también en plena madrugada, fue pintado contrarreloj con una mezcla de amarillo, rojo y blanco, para obtener un color irrepetible que dejó su huella en el campeonato de 1968 bajo el alias deTrueno naranja.

Toques de minimalismo pop y psicodelia retroimpregnan el imaginario argento de su debut solista, pero el título fue más bien una consecuencia antes que una causa. “Como me dijo un amigo: ‘Por fin le pusiste Trueno naranja a algo’. Para mí era un nombrazo desde hace quinientos años. Y cuando tuve que ponerle el título al disco, que es algo re difícil, enseguida saltó la ficha”, dice Milanesa Beresiarte con su tono campechano, que conserva la cadencia de su origen mendocino. “No tenía nada que ver con nada, pero si después empezás a hurgar lleva todo al disparate, empezando por el hecho de que era el apodo de un auto, en una época del TC en la que había coches ‘de autor’ y los diseños eran delirantes.Trueno naranja estaba a la altura de Purple Haze”.

El intérprete que encarna arriba de los escenarios, ahora que volvió a pisarlos con su nueva faceta de “cantor con trío”, destila por momentos la desmesura de una ficción animada que evoca con trazos de drama y comedia el despertar del protorock. Milano se puso en marcha con un manojo de borradores sueltos que cayeron en las manos expertas de Alfredo Calvello, con el que ya había trabajado en el segundo (La trayectoria del boomerang) y el tercer álbum (Universo aniversario) de Las Canoplas. “Le llevé los bocetos, Alfredo los produjo y, mientras tanto, yo salí a buscar la banda”, resume. “Si vos necesitás músicos, te venís a La Plata: es como un laboratorio, pero también hay tradición. Los platenses tienen un grupo como en otros lugares tienen una moto”, ilustra. Después de años de tocar aleatoriamente con integrantes de Pájaros, Mostruo! y Villelisa, entre otros, finalmente encontró a sus actuales acompañantes: Diego Morales (bajo), Nicolás Colli (guitarra) y Roberto Morgada (batería).

“Quería un trío, porque es más viable tocar en cualquier lado. Con un sonido mínimo, torpe, hacés que se escuchen los arreglos: el ensamble de instrumentos es más definido y no depende únicamente del volumen. Pero aparte de eso, me gusta la formación en sí, no necesariamente el power trío: de Jimi Hendrix, pasando por The Jam o The Police, a Morphine”, dice el bajista devenido vocalista. “Como no tengo un caudal de voz importante ni soy un gran cantante, mientras más chica era la orquesta y más inteligentes éramos para darle lugar a la voz, mejor iban a pasar las letras: son muy sencillitas, con pocas palabras y fáciles de silabear”, describe. “Laburo con el mismo método que aprendí con Las Canoplas. Antes escribía, tocaba y cantaba lo que se me ocurría, porque éramos un grupo anarco e íbamos todos al frente. Ahora empecé a escribir letras en primera persona: no hago música, hago bocetos de temas”, tira.

En ese tramo de la creación, explica, su “papel en blanco es el ritmo. Hago una línea de bajo y le agrego una especie de copla arriba, con la métrica del tango o del pop más pop. Una estrofa y un estribillo. Y listo: ahí tengo un boceto. A mí me gusta la poesía, me emociona la música popular, la cultura, la humanidad destilando sentimientos. Entonces me dije: ‘Voy a empezar a escribir, pero voy a acotar el tema a canciones de amoríos’. Como si dijera: ‘Voy a hacer retratos en blanco y negro’. Si total dentro del rubro amoríos hay infinidad de situaciones y frases hechas, que se pueden intercambiar como en un dominó”, suelta, en una especie de taller de revisión conceptual del motor narrativo de Trueno naranja. “Las letras tienen un equilibrio entre el tango y el bolero. Generalmente, tengo dos bocetos andando: uno de despecho y otro piropeador”, completa.

El derrotero que traza Trueno naranja va de la ilusión a la desolación que provoca en el protagonista de las historias cantadas la persona amada, deseada, soñada. Un discurso confesional, neurótico, romántico, contradictorio, encantador e irónico, que expresa en la primera persona del singular el resultado de la educación sentimental de Milano. Aunque conserva cierto toque bizarro, el crooner alternativo que encarna Beresiarte se desmarca de la extravagancia de los tiempos de Las Canoplas para ponerle el corazón a un repertorio de aliento clásico. El abanico que trazan sus letras va de la declaración (“Acompañar”, con Manuel Moretti como invitado) a la autocompasión más descarada (“Pobrecito”), pasando por el coqueteo (“Persona sola”, “Te aprecio”), el desengaño (“Azarosa”, “Merecía”), el despecho (“Tengo alguien”), la súplica (“Vivo en el desierto”), las dudas (“No se sabe”) y la conquista (“Adiós soledad”).

La contundencia de esta decena de piezas vibrantes hizo que el sello Ultrapop los fichara sin haberlos visto antes en vivo. “A mí me gustaría empezar una carrera de músico popular haciendo rock”, se ilusiona el cantante. “No hace falta meter a Celia Cruz, usar acordeones y llenar todo de localismos, como en la época del rock latino. Se nota que lo que hacemos es bien de acá: yo soy un rockerito de pueblo, algo que valoro mucho. Cuando voy a AADI y me preguntan el género del disco, pongo ‘rock’. Me podría tirar para el tango, el folclore fusión o la melódica, pero la cultura rock y su mirada universalista fue muy útil: me abrió las puertas del mundo. Con Las Canoplas nos dimos unos cuantos gustos, pero tenía la sensación de que mi tarea con la música había quedado inconclusa”. ¿Quién es Milano? “Hago un rockito bastante minimalista: me gusta ir en el auto, mirar el horizonte y que suene un tema que me haga sentir en una película de la cultura beat”.

Milano presenta Trueno naranja el jueves 13 de octubre y el sábado 5 de noviembre, a las 22, en La Mulata Bar (55 entre 13 y 14, La Plata). Y el sábado 15 de octubre, a las 22, en Guebara (Humberto Primo 463, CABA).

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