El consagrado director inglés Anthony Minghella enfrenta las críticas de Hollywood por haber filmado en Rumania su epopeya romántica norteamericana Cold Mountain.
Entrevistado en los albores del festival de cine de Berlín, que se inauguró con su film, el director dijo estar consternado por la acusación de haber “robado” la película a los Estados Unidos. “Algunos norteamericanos creen que yo, un director británico, y mi equipo, que es internacional, nos apropiamos de una historia que es esencialmente norteamericana”, dijo a la revista Screen. “Tengo la impresión de que Cold Mountain ha producido mucha irritación. Tradicionalmente Hollywood se la ha pasado succionando talentos de todas partes del mundo, los ha acogido y ha sido muy amable con ellos, y ésa ha sido una de las grandes virtudes de la industria. Es hora de que también suceda a la inversa”.
Minghella declaró que había decidido rodar la película en los Cárpatos de Transilvania porque gran parte del paisaje norteamericano en el que tiene lugar la historia quedó arruinado por las canchas de golf.
Filmar en Rumania también representó un ahorro de 30 millones de dólares en costos de producción y permitió contratar por salarios ínfimos a 1200 “soldados” para las escenas de batallas. Rumania, dijo Minghella, se parece mucho a la Norteamérica de 1860.
Ya el poderoso sindicato de trabajadores de cine y televisión de Hollywood había instado al público a hacer gala de “patriotismo económico” boicoteando la película. El estudio, la MGM, retiró la financiación tres semanas antes del comienzo del rodaje.
“En ese momento fue descorazonador, pero si me hubieran dicho que filmando en Carolina del Norte habría conseguido el dinero que me faltaba hubiera dicho que no, absolutamente”, dijo Minghella. “El asunto no es dónde se filma la película; el asunto es embarcar al público en un viaje imaginario”.