Dom 07.03.2004
radar

NOTA DE TAPA 2

Habla, memoria

Después de la resonante Hable con ella (Oscar 2003 al mejor guión original), Pedro Almodóvar vuelve a las andadas con La mala educación, una ficción con fuertes toques autobiográficos en la que mira por el retrovisor y reconstruye dos coyunturas clave de su pasado: la niñez enclaustrada en un colegio de curas de los años cincuenta, en pleno franquismo, y el momento de la eclosión artística, a principios de los ochenta, en la desaforada Madrid de la movida. Sin duda el estreno español más esperado del año, La mala educación está protagonizada por dos actores mexicanos, Gael García Bernal y Daniel Giménez Cacho. A modo de anticipo exclusivo, Radar reproduce a continuación las primeras páginas del guión original y una selección de las fotos que el mismo Almodóvar tomó durante el rodaje de la película.

Por Pedro Almodóvar

LA MALA EDUCACION - El guión

0. Títulos de crédito.
(La acción principal transcurre en el año 80-81, en un Madrid que vive la explosión de la famosa “movida”. Ciudad con resaca, alegre, renovada y libre, muy libre).
Dos voces masculinas acompañan la aparición de los títulos de crédito leyendo alternativamente sucesos trágicos, extraídos directamente de las páginas de distintos periódicos. Las voces pertenecen a Enrique Goded y Martín Romero.
Varios planos sucesivos muestran el interior de las oficinas de El Azar SA, emergente compañía de producciones cinematográficas. Los principales títulos de crédito aparecen sobre estas imágenes.
Mientras tanto se escucha en off:
Off Martín “Dos mujeres asesinaron a sus maridos cuando intentaban provocarles impotencia sexual con dosis periódicas de arsénico.”
Off Enrique ¿Para qué les querrían impotentes?
Off Martín Para que no se fueran con otras.
Off Enrique Escucha esto: “Un hombre mató a su esposa con el cable de la plancha”. (Risas; lee, divertido) “Las discusiones eran frecuentes entre la pareja especialmente cuando él se excedía con la bebida. El día de los hechos, M.G. llegó a su casa borracho, su mujer estaba planchando ropa de cama y le insultó con saña repetidas veces. Para darle un susto, M.G. desenchufó la plancha y la estranguló con el cable. Según confesó, él sólo pretendía asustarla.”
Off Martín Los peligros del hogar... Oye éste: “Una joven acusa a un cura de abusar de ella desde que tenía cuatro años”. “El cura entró a vivir como huésped en la vivienda que ella ocupaba con su madre, recién separada, y su abuela. La víctima le acusa de violarla y abusar de ella durante 10 años. El sacerdote, que actualmente se enfrenta a una petición del fiscal de 13 años de prisión, continúa celebrando misas en colegios y parroquias...” (comenta) ¡Qué horror!
Off Enrique (Con odio) ¡Hijo de puta! ¡Es inaudito!
El caso les repugna demasiado para bromear. A Enrique le llama la atención otra noticia.
El último de los planos descriptivos del interior de las oficinas de El Azar SA corresponde a la puerta del despacho de Enrique Goded. Junto a la puerta cuelga el crédito de alguna de sus películas dirigidas: guión y dirección, Enrique Goded. El título tiene un marco dorado, exagerado y barroco. >
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1. Interior El Azar SA. Despacho
Enrique G. Int. Día. Primavera Año 80
Enrique y Martín están sentados a sendos lados de la mesa escritorio del primero, llena de periódicos y revistas. Leen y recortan:
Enrique “La ola de frío que azota Castilla-La Mancha se ha cobrado ya su primera víctima. Un motociclista muere congelado, en plena autopista número cuatro, y continúa conduciendo 90 km después de muerto. Una pareja de guardias civiles le echaron el alto y como el motorista no reaccionó le siguieron hasta alcanzarle. Se pusieron a su lado y le increparon para que desistiera de su actitud. Viendo que el motorista no se movía, comprendieron que algo extraño ocurría.”
Martín Parece increíble...
Enrique La imagen es maravillosa: un joven muerto conduce su motocicleta por la fría estepa manchega, escoltado por dos guardias civiles...
Martín ¿Dónde iría, de madrugada y con ese frío?
Enrique A ver a alguien que no podía esperar hasta la mañana. Aquí hay una historia. Guardemos el recorte por si se me ocurre algo.
Se oye el timbre de la puerta.

Enrique Goded es un joven director de cine que todavía no ha cumplido los treinta años. Martín tiene cuarenta y tantos. Después de tres películas, han creado juntos la empresa El Azar SA. Niño prodigio del cine español, Enrique ha escrito y dirigido tres películas de éxito en apenas tres años.
Pequeña, cutre y llena de color, la oficina de El Azar es el espacio típico de cualquier compañía independiente madrileña de los años 80.
Lo primero que el visitante encuentra es uno de esos enormes espejos de sala de maquillaje, con el marco lleno de bombillas. Tanto el que sale como el que entra puede retocar su aspecto si lo desea.
El mobiliario que decora la oficina se ha paseado anteriormente por las películas de Enrique Goded. Eclecticismo, casualidad y colores brillantes.
La puerta de entrada da a una mínima salita de espera. Un mostrador de madera, unido a una cerca que lo independiza del resto, hace las veces de recepción.
Las paredes exponen algunos de los elementos gráficos que Enrique ha sacado en sus películas, además de los respectivos posters de su trilogía: ¡Ese maldito viento!, Los amantes pasajeros y La noche de Madrid. (También hay la versión francesa de La noche de Madrid y el poster japonés del mismo título.)
El único espacio independiente es el despacho de Enrique Goded, situado al fondo y con una ventana junto a la puerta, cubierta por una persiana de lamas lacradas en rojo.

2. Complejo El Azar SA. Entrada despacho Enrique. Int. Día.
En la parte interior de la puerta cuelga el logo de El Azar SA, ampliado y con relieve.
(Martín acaba de decir “¿Dónde iría de madrugada, con ese frío?”. “A ver a alguien que no podía esperar a la mañana”, le responde Enrique. “Aquí hay una historia. Guardemos el recorte por si se me ocurre algo.”
En este momento suena la puerta.)
Llaman a la puerta. Poco después se abre y aparece un chico joven, fuerte, con barba, de edad indefinida entre los 20 y los 25. Vestido sin gusto (tirando a progre), al menos comparado con Martín y Enrique, lleva un macuto militar colgado del hombro.
Martín termina de recortar la noticia y sale a recibir al recién llegado.
Enrique Goded observa sin ser visto cómo su socio trata de librarse del visitante.
(Punto de vista de Enrique Goded, Martín intenta despachar al joven visitante.)
Joven Soy actor y quería ver a Enrique Goded.
Martín Pues Enrique no está.
Joven Le estoy viendo desde aquí.
Martín Ah... Bueno, de todos modos no tenemos ningún proyecto de momento, o sea que...
Joven Me gustaría verle, estudiamos juntos, soy Ignacio Rodríguez.
Martín vuelve en dirección al despacho de Enrique con expresión hastiada:
el visitante acaba de sentarse en la única butaca de la salita, cerca del espejo de maquillaje. (A primera vista, a Enrique le gusta físicamente.)
Martín (Habla en voz baja para que el interesado no les oiga) ¡Es un actor! ¡Un pesado! ¡Le he dicho que no preparamos película, pero insiste en que quiere verte!
Enrique (Decepcionado) Dile que no estoy.
Martín Te ha visto. Dice que fue compañero tuyo de colegio.
Enrique observa al recién llegado desde su despacho.
Enrique ¿Quién será?
Martín Ignacio Rodríguez.
Enrique ¡No puede ser!
Martín Eso ha dicho él.
Ante el estupor de Martín, Enrique sale del despacho en dirección a la salita de espera.
Cuando está a un metro de Enrique, ambos se miden con la mirada, la duda dura un segundo. Enrique rompe la impasse y extiende la mano e Ignacio le saluda efusivamente. Una antigua cámara de cine es testigo del encuentro. La cámara hace tiempo que no funciona, es sólo un elemento decorativo y simbólico.
Enrique Ignacio. ¿De verdad eres tú?
No es incredulidad sino alegría.
Ignacio ¡Claro, Enrique...! ¡Me alegro que te acuerdes de mí...!
Enrique ¡Cómo no me voy a acordar...!
Ignacio Hace unos dieciséis años que no nos vemos.
Enrique ¿Tanto...?
Ignacio Más o menos.
Enrique (Lo mira a fondo) ¡Si te veo por la calle no te reconozco, con tanta barba! (De pasada) Estarías mejor sin ella. Vamos a mi despacho.
El visitante sigue a Enrique a su despacho.
Martín contempla mudo la escena. Enrique le sorprende pidiéndole que les traiga un café a cada uno.
Martín le obedece a su pesar, no sin antes hacer un mohín de protesta.

3. Complejo El Azar SA. Despacho Enrique. Int. Día. Año 80.
Enrique hace una pila con algunos de los papeles que llenan la mesa.
El recién llegado le ayuda a recoger los que tiene más a mano, a Enrique le divierte su buena disposición.
Enrique Bueno, ¿y qué haces por aquí?
Ignacio Vengo a pedirte trabajo. Soy actor, te he traído mi currículum.
Enrique recibe su primera decepción.
Ignacio extrae de su macuto dos o tres fotos junto con dos folios que explican su trayectoria como actor amateur. Es lo que él llama su “currículum”. Las fotos son de mala calidad. En una de ellas muestra orgulloso el torso desnudo, las otras dos corresponden a dos montajes muy cutres de El retablillo de San Cristóbal (Lorca) y una adaptación muy libre del Diario de Adán y Eva de Mark Twain. Ambos son montajes del Grupo Independiente Abejorro.
Enrique Ah, ¿ya no escribes?
Ignacio No. Lo dejé hace tiempo, pero como sabía que te gustaría, te he traído mi último relato.
Enrique mira por encima el currículo y las fotos.
Enrique García Lorca, Shakespeare, Mark Twain. Los Abejorro no os priváis de nada...
Ignacio saca del macuto un lote de folios grapados, unidos en la parte superior por un clip y se lo entrega también a Enrique. El relato se llama La visita.
Enrique disimula su falta de entusiasmo.
Enrique (Lee y le mira) La visita...
Como diciendo: la visita eres tú.
Ignacio ...A propósito, ¿cuándo empiezas tu próxima película? Cuenta conmigo para lo que sea...
Comentarios de este tipo hacen que Enrique pierda el interés y la curiosidad por su recuperado amigo.
Enrique Pues no lo sé... Mira (le muestra los recortes de los periódicos), recortamos sucesos a ver si se me ocurre algo. Me coges en plena crisis de creación (más irónico que preocupado).
Llega Martín, con una bandeja, cafés, azúcar, leche, etcétera.
Ignacio (Ingenuo) ¡Qué putada! Léete mi relato, lo mismo te da ideas.
Enrique (Mira los folios) ¿De qué va? (Recoge una taza que Martín le ofrece).
Ignacio Del colegio... hay una parte inspirada en nuestra infancia... y otra que no... cuando los personajes se hacen mayores (esto último lo dice como si le diera cierto pudor).
Enrique Ah, no os he presentado. Martín, Ignacio.
Ambos se dicen “encantado”.
Martín (A Ignacio) ¿Quieres azúcar y leche?
Ignacio Gracias. A propósito, ahora no me llamo Ignacio sino Angel.
Enrique ¿Y eso?
Aunque nadie se lo pida, Martín permanece en el despacho, atento a la conversación de Enrique e Ignacio.
Ignacio Es mi nombre artístico. ¡No puedes ser actor y llamarte Ignacio...!
Enrique Ah, ¿no?
Ignacio Angel Andrade... todo el mundo me llama así... hasta mi madre.
Enrique ¡Ahá!
Enrique hace una pequeña pausa. Martín observa la situación, escéptico y alerta.
Enrique (A Martín, explica o justifica) Ignacio era... (le mira, y duda) es un antiguo amigo del colegio...
Ignacio sonríe satisfecho.
Enrique (A Ignacio) Martín es mi director de producción...
Martín Y la criada para todo...
Enrique Bueno, Ignacio...
Ignacio (Corrige, con una sonrisa rotunda) Angel...
Enrique Eso, Angel... Me alegro mucho de verte. Cuando tenga un proyecto o... no sé, dame tu teléfono. Y nos vemos...
Ignacio Todavía no tengo. Pero te llamaré yo. Te dejo el relato. ¿Quieres alguna foto?
Enrique No hace falta.
Enrique se levanta y va al otro lado de la mesa; se queda de pie junto a su amigo con evidente intención de despedirle, pero Ignacio no se da por aludido. Resulta cómico ver a Ignacio insistiendo en seguir sentado, con Enrique al lado en clara actitud de despedida.
Ignacio (Decepcionado) Entonces, ¿me voy?
Enrique Sí, ¿no?
Ignacio (Contrariado) ¿No quieres que os ayude a recortar? (señala los periódicos)
Enrique (Sonríe) No, gracias.
Por fin Ignacio se levanta. Vuelven a darse un apretón de manos.
Enrique Me he alegrado mucho de verte. ¡Estás estupendo!
Ignacio (Visiblemente frustrado) Tu también... Lee La visita, y me dices...
Enrique (Exagerando) Me muero de curiosidad...
Por fin, Ignacio sale del despacho.

4. Complejo El Azar SA. Despacho Enrique. Int. Día. Año 80.
Enrique y Martín le miran, mientras Ignacio se dirige hacia la puerta de salida.
Martín ¡Creí que no se iba nunca! (Enrique hace también un gesto de hartazgo) ¿De verdad es amigo tuyo?
Enrique (Desconcertado) Sí. No le veo desde el colegio... Éramos íntimos... Bueno, fue mi primera historia de amor...
Martín (Más interesado) ¿Ah, sí? Pues no tiene nada de pluma.
Enrique Ni yo...
Martín sonríe por el comentario. Enrique se queda pensativo.
Martín ¿Piensas volver a verle?
El modo en que lo pregunta incluye no sólo el sentido de la vista.
Enrique No.
Martín Me pareció que te gustaba.
Enrique Nada me erotiza menos que un actor en busca de trabajo.
Enrique echa una mirada al grupo de folios que forman La visita y lo recoge.

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