Dom 26.12.2004
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CóMICS > EL MANGA QUE CALIENTA A LAS CHICAS

Los chicos con los chicos

Subgénero porno del manga, el yaoi está hecho por y para mujeres. Sus protagonistas son varones guapos y ardientes que se buscan y terminan enredados entre las sábanas.

Por Fiona Ng

Vieja fanática de la serie de animación para adolescentes Sailor Moon, la ilustradora conocida bajo el seudónimo de Pluto tiene una nueva pasión: ahora se pasa el día dibujando muchachitos alzados que se buscan, se persiguen e invariablemente terminan acostándose juntos. Ultimamente ha estado trabajando con una amiga en una historieta, Embotellados, cuyo argumento involucra a un desdichado galán que pide ayuda a un espíritu masculino para resolver un problemita de “rendimiento”. A modo de tratamiento, el espíritu le desabrocha el pantalón, se pone de rodillas e inicia a nuestro joven héroe en un camino de placer hasta entonces desconocido.
Pluto, de 26 años, se especializa en yaoi, una subcultura del manga japonés que cuenta historias de amor y sexo entre muchachos atractivos. Hecho por y para mujeres, el género nació en Japón en los ‘70 como un pasatiempo de aficionados y en los ‘90 emigró a Estados Unidos a través de la importación y el contrabando. Hoy basta teclear “yaoi” en webring.com para encontrar más de 1500 sitios de yaoi. La industria, sin embargo, sigue siendo relativamente pequeña. Las editoriales norteamericanas de manga como Tokyopop, Central Park Media y Rightstuf recién empezaron a comprar licencias de yaoi japonés hace un par de años.
Las diferencias entre Oriente y Occidente saltan a la vista. En el yaoi japonés, los genitales aparecen marcados con un gran círculo blanco (según la jerga de la industria, un “brillante cono de luz blanca”). En cambio, el correlato norteamericano muestra todo: fellatios untuosas, penetraciones, eyaculaciones faciales. Mientras los protagonistas japoneses son andróginos y pueden confundirse perfectamente con mujeres, los chicos del yaoi norteamericano son más viriles (aunque nunca llegan a ser leñadores). En Japón hay algunos subgéneros que están protagonizados por preadolescentes; los artistas norteamericanos de yaoi se toman muchísimo trabajo para proclamar en algún rincón de cada episodio que todos sus personajes ya superaron la edad del pavo. Aun así, hay muchas convenciones que se mantienen. Una: una dinámica de poder rígida, en la que las peleas funcionan a modo de preliminar erótico. Dos: el sexo.
Los fanáticos del género son los primeros en admitir que el yaoi es una forma de pornografía, aunque la mayoría se resiste a mencionar la palabra gay. En Japón abundan las teorías que explican por qué el género atrae tanto a las mujeres jóvenes. Algunos creen que funciona como un corte de manga a una sociedad pacata; otros dicen que permite que las mujeres jóvenes se acerquen al sexo sin la vergüenza o el temor de tener que “competir” con otra figura femenina.
Tricia Owens, una guionista de yaoi de Las Vegas, es la propietaria de JuxtaposeFantasy, el primer website de yaoi que cobra un arancel por asociarse. “Si leés una historia de yaoi es por una sola razón: porque querés ver a dos chicos enamorándose o haciendo el amor. Las mujeres leen esa clase de historias porque el tipo de estímulo sexual que les proporcionan no se lo dan las historias de amor heterosexuales.”
“La mayoría de las historietas de amor entre chicos promueven una estética de la pureza, aun cuando pinten actos sexuales duros”, dice Deborah Shamoon, que cursa un doctorado en Cine y Literatura moderna japoneses en la Universidad de Berkeley, California. “En comparación, el amor heterosexual es claramente más amenazador.”
El yaoi, pues, supone un tipo particular de castidad. “A las mujeres les gusta porque no tienen que preocuparse por nada de lo que puedan hacerles”, dice Linda Williams, directora de Estudios de Cine de Berkeley, California, y editora de la revista Porn Studies. “Se supone que las mujeres son sensibles a cualquier abuso contra la anatomía femenina, aun cuando pueda resultar excitante. Mirar historias eróticas protagonizadas por hombres te libera de todo eso.”En Japón, el yaoi ha sido durante mucho tiempo un emprendimiento genuino, dotado de sus propios autores, sus best sellers y sus ritos de firma de ejemplares en librerías. A esta altura, en los Estados Unidos ya es un culto perfectamente reconocido. Aunque cada vez son más las mujeres que confiesan en voz alta su gusto por la pornografía gay masculina, la idea sigue siendo desproporcionadamente transgresora. “Algunas mujeres se sienten avergonzadas de disfrutar de algo extremadamente sexual”, dice Owens. “Y encima se trata de algo entre dos hombres, para no hablar de que son hombres que están ahí sólo para hacer gozar a mujeres.”
Para que el yaoi realmente florezca en Occidente, dicen las fans, es preciso que haya más mujeres que admitan y se reapropien de sus propios caprichos sexuales. Owens estima que el noventa por ciento de sus lectores son mujeres, y que sus edades oscilan entre los 18 y los 40 años. Amas de casa, estudiantes universitarias, abogadas, lesbianas, bisexuales, heterosexuales. “A mí me gusta todo, pero la lucha por la dominación entre varones es lo más”, dice mosey_pussycat, de 17 años, miembro de un grupo de yaoi en LiveJournal.com. “También es importante que haya preliminares, pero... ¿es muy escandaloso si digo que leo historias de yaoi para calentarme?”

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