Dom 05.06.2005
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HALLAZGOS > INTIMIDADES DE LOS BEATLES

Adentro de la manzana

“Si quieren saber algo nuevo sobre Los Beatles, pregúntenle a Tony Bramwell”, dijo Paul McCartney hace unos años. Pero no hace falta preguntarle nada: Bramwell acaba de publicar Gira Mágica y Misteriosa: Mi vida con Los Beatles, un libro en el que revela (casi) todo lo que sabe sobre las fiestas, las drogas, las chicas, las canciones y las mezquindades de la banda (incluida la historia de una acosadora llamada Yoko).

Por Grant Stoddard

Muchos de los que tan sólo visitaron la ciudad de Liverpool entre 1960 y 1970 se adornan con la dudosa distinción de ser “el quinto beatle” después de unos tragos. Alrededor de media docena de candidatos podrían tener derecho al título, pero la mitad están muertos. Sin embargo, a diferencia del manager Brian Epstein, el productor George Martin o el zar de prensa Derek Taylor, Tony Bramwell conoció a Paul McCartney y a George Harrison cuando eran pre-adolescentes, y se hizo amigo de John Lennon cuando Lennon tenía quince años.

“Si quieren saber algo de Los Beatles, hablen con Tony Bramwell. El recuerda más que yo”, dijo Paul McCartney en 2002. Con ese aval, Bramwell empezó a escribir un chismoso y coloquial relato de sus tiempos con los Fabulosos Cuatro, llamado Gira Mágica y Misteriosa: Mi vida con Los Beatles. Allí despliega fantásticas anécdotas liverpoolianas, de las que sólo él fue testigo. A Bramwell no le importa hablar mal de los muertos; es más, se regodea en ello. También mantiene la anticuada posición de marcar a Yoko Ono como la causa de la separación del grupo, al punto que casi la llama “conchuda”. Y también habla largo y tendido sobre cuánto les gustaban el sexo y las drogas a los jóvenes Beatles.

¿Qué hacía usted para Los Beatles?

–Empecé ayudándolos con el equipo, y después iba a los shows gratis. Eso era todo. Cuando Brian Epstein entró como manager me empezó a pagar. Después los ayudé con diferentes cosas, como la administración de Apple.

¿Cuál de los Beatles era su mejor amigo?

–Cuando tenía diez años, George Harrison era mi mejor amigo, y Paul McCartney era un amigo muy cercano también. Conocí a John unos años después.

¿Lo ayudó con las chicas estar en el círculo íntimo de Los Beatles?

–Sí. Ayudó a todos los chicos que trabajaban con la banda. Cuando se empezaron a hacer famosos, incluso a nivel local, ya no era tan fácil acceder a ellos.

En Liverpool, los miembros de la banda todavía vivían con sus padres. ¿Adónde llevaban a las chicas?

–Era distinto a hoy, había que ser mucho más discreto, esconderse. Si a uno lo encontraban teniendo sexo con una chica menor de edad o con anfetaminas... era el fin. Y hay que recordar que George era todavía un chico cuando fueron a Alemania. A uno le podían sacar la visa por algo así. Así que nos las teníamos que arreglar por ahí.

Están empezando a sonar como buenos chicos.

–Bueno, no del todo. Había que ser más cuidadoso.

Sé que la expresión “Rodillas temblando” era muy común entre el círculo de la banda...

–Sí, claro. No había escuchado eso en años. Un “rodillas temblando” venía a ser una fellatio en una parada de micros o un polvo de parado en algún lugar en la calle, rapidito.

¿La banda tenía slang para actos sexuales?

–Claro. Escuchen la letra de “Penny Lane”. “¿Qué creen que quiere decir la frase “fish and finger pie” (“pastel de pescado y dedo”)? Meter la mano debajo de la bombacha de una chica.

¿Tenían nombre para las chicas que seguían a la banda?

–Las llamaban “slags” (escoria), que no es un término muy lindo, ciertamente es peor que groupies. Eran las chicas que estaban listas para bajarse la bombacha por ellos. Primero iban a Paul y después seguían con el resto.

En los primeros tiempos, ¿cuál de todos se aprovechaba más de ser un Beatle? ¿Quién tenía más éxito con las mujeres?

–Probablemente Paul. El y John eran directos y tenían confianza.

¿Puede precisar el momento en que las chicas empezaron a estar dispuestas a acostarse con la banda?

–Sí, alrededor de 1963, al principio de la manía. Antes tenían seguidores locales, pero también tenían novias que estaban presentes todo el tiempo. Veamos, John ya estaba casado con Cynthia, Paul con... no lo recuerdo, ya me va a salir el nombre, y George estaba con Bernadette.

¿La imagen limpia que Brian Epstein le dio a la banda estaba muy peleada con la que usted conoció en sus comienzos?

–No, sólo los puso más prolijos, los pulió. Trató de que la gente se olvidara de que eran chicos sucios como cualquiera.

¿Epstein tenía algún preferido?

–No, siempre los vio como un grupo de cuatro. Nunca separó a nadie, ninguno recibía trato especial.

¿Qué opina sobre el rumor de que John tuvo relaciones sexuales con Epstein?

–No opino nada, porque dudo mucho que esa historia sea cierta.

¿La fama internacional fue como darle a la banda las llaves de una fábrica de caramelos?

–Cuando la manía comenzó, se convirtió en una pequeña unidad de nueve o diez tipos. John, Paul, George, Ringo, Brian, Neil, Derek, Mal y yo. Estábamos todo el tiempo juntos, casados los unos con los otros. Casi nadie penetraba ese círculo. No había grandes aviones ni camiones llenos de equipos ni séquito. Había tres amplificadores y la batería en una camioneta. Ni sistema de sonido ni luces. Así se hacía entonces.

En aquel momento, cuando un Beatle podía tener a cualquier mujer del planeta, ¿recuerda qué pensó usted cuando John presentó a Yoko como su novia?

–Recuerdo que al principio John no soportaba a Yoko. Era otra slag (“escoria”) que andaba por ahí. La historia que se suele contar es que estaban locamente enamorados desde el principio, pero la verdad es que Yoko persiguió a John a pesar de la ambivalencia de él. La verdad es que ella no era más que una acosadora.

¿Cómo acosaba a John?

–A la mañana, se quedaba abajo hasta que veía a John. A veces durante horas. Entonces John se sentía mal y bajaba y hablaba con ella, sintiendo que tenía que hacerla sentir mejor comprándole un almuerzo o llevándola a cenar. Pero a veces no la dejábamos entrar y ella se escondía atrás de los autos estacionados en la calle hasta que lo encontraba y le daba un poema o cualquier cosa. El no se la tomaba en serio.

¿Y qué cambió?

–Bueno, como por arte de magia desapareció con ella un día para un polvo, y volvió diciendo que no podía vivir sin Yoko. De la noche a la mañana. Yo medio pensaba que ella lo había hechizado al pobre, que le hizo un trabajo de magia. Una vez John me pidió que fuera a buscar unas cartas que había dejado en casa de Yoko. Estaba muy preocupado de que cayeran en las manos equivocadas.

¿Eran muy sexuales?

–Bueno, John tenía una cama doble plegable instalada en la parte de atrás de su Rolls Royce para poder coger con ella. Dios sabe por qué; el departamento de Yoko estaba a la vuelta.

Lennon una vez dijo: “Hay que ser un bastardo para conseguir el éxito, es un hecho. Y Los Beatles eran los bastardos más grandes de la Tierra”. ¿Lo eran?

–La verdad, si fueron unos bastardos con alguien, lo fueron el uno con el otro.

Las letras:

“Los Beatles hablaban bastante de chicas sucias en las canciones. Se divertían con esas chanchadas. En ‘Day Tripper’ dicen ‘ella es una gran provocadora’, pero no usaban esa palabra cuando ensayaban el tema”.

Las fiestas a las que asistían Los Beatles:

“Eran una Sodoma y Gomorra con terciopelo. Orgías de satén y seda todo alrededor de uno. Se curtían a celebridades y estrellas de TV en los rincones, había fellatios en la cocina... no se desperdiciaba el espacio, que es más de lo que se puede decir de los invitados”.

Epstein:

“Taxi-boys, píldoras, ácido. Además de la paranoia causada por las drogas, Brian era una persona con muchos problemas. Siempre estaba aterrorizado de que uno de los taxi-boys que frecuentaba lo delatara. En aquel entonces la sodomía todavía era ilegal, y se la castigaba con una larga sentencia de prisión”.

El primer viaje de Ringo a Francia:

“Para vergüenza de Ringo, un contingente de gays salvajemente gritones y felices apareció y lo rodeó. Se sentó detrás de la batería y sacudió su melena; parecía confundido”.

La foto de tapa de Dos Vírgenes de John y Yoko:

“Cuando llegó el sobre marrón, lo abrí, miré las fotos y las volví a guardar. Esas fotos eran peliagudas. En Estados Unidos las hubieran llamado porno”.

Las primeras impresiones:

“John estaba acostumbrado a que las chicas se le tiraran encima, y Yoko era flaca, sin gracia y mayor que él. No se parecía en nada a la mujer de sus sueños, Brigitte Bardot”.

La reacción de Paul ante la foto:

“Dijo: ‘Pueden ser él y Yoko, pero la gente va a pensar que Los Beatles se están metiendo en la pornografía’”.

El swinging London:

“La primera esposa de John, Cynthia, quedó horrorizada cuando supo que muchas parejas –algunas casadas– estaban metidas en el voyeurismo, mientras otras miraban películas porno. A John le pasaron un porro enorme y le dio una pitada que lo hizo toser”.

El sexo táctico:

“El esposo de Yoko, Tony Cox, apoyaba activamente el romance entre su esposa y John, como un acto de supervivencia. Con frecuencia, cuando John y Yoko hacían el amor en su departamento, Cox traía a Kyoto (su hija con Yoko) y se quedaban en el balcón y esperaban. En un punto Cox se empezó a sentir débil, pensaba que iba a quedar afuera. En serio, quería que Yoko firmara un acuerdo, un documento donde constaba que si Yoko enganchaba a John, iban a dividirse el dinero que resultara de la situación”.

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