MúSICA > EL DúO DE HERMANAS SUPREMACISTAS BLANCAS QUE LE CANTAN A RUDOLPH HESS Y DONAN A LOS POBRES, PERO SóLO A LOS POBRES BLANCOS
Tienen trece años, son mellizas, y se llaman Lamb y Lynx Gaede –es decir, “Cordero” y “Lince”, elección por demás inquietante para nombrar a las hermanitas–. Pero pronto se entenderá todo. Desde los nueve años, las niñas de Bakersfield, California, cantan en público impulsadas por su madre, April; ahora acaban de sacar un disco y, sonrientes, sueñan con convertirse en las próximas Mary Kate y Ashley Olsen.
Pero las mellizas Gaede son muy diferentes a las famosas multimillonarias. Sus canciones tratan, casi exclusivamente, de la supremacía blanca. Se las conoce como “Prussian Blue”, nombre elegido para exaltar su herencia rubia de ojos celestes, y dicen cosas como éstas: “Estamos orgullosas de ser blancas. Queremos seguir siendo blancas y que nuestra gente siga siendo blanca. No queremos ser un enchastre. Queremos preservar nuestra raza”.
Mmm. ¿Cómo podría la pequeña Lince –de cuya boca salió lo anterior– dejar de ser blanca? Está claro que no se puede razonar con racistas, pero al menos se podría esperar que alguien mande callar al dúo rubio mediante alguna ley contra los crímenes de odio o algo similar. Sin embargo, su primer disco se está vendiendo bien, y ya tienen un primer video que, por suerte, se exhibe en círculos televisivos muy limitados.
Las pobres mellizas apenas son culpables de tanta ignorancia. La mayor responsable es mamá April, que no las mandó a la escuela –se educaron de forma particular en casa– y fueron instruidas en las creencias supremacistas desde el nacimiento. Su padre ya no vive con la familia, pero contribuyó al desastre: la casa familiar está decorada con esvásticas, símbolo que además papá Gaede usa en la hebilla del cinturón.
Las canciones de Prussian Blue ponen los pelos de punta, en especial en voz de adolescentes gorjeantes. “Sacrifice” es un tributo a Rudolph Hess que dice: era un hombre pacífico/ que no se rendía. April no se inmuta cuando organizaciones de derechos humanos y anti-discriminación la acusan: “Influencio a mis hijas como lo haría cualquier padre. Soy una supremacista blanca, y por supuesto lo comparto con mi familia”.
Desde que comenzaron su carrera, las chicas participan de actos políticos del movimiento blanco supremacista; David Duke, ex candidato a presidente, alguna vez líder del Ku Klux Klan, las utiliza como atracción y se las ha llevado de gira.
Afortunadamente, todavía quedan ciudadanos cuerdos y decentes en Estados Unidos; hace dos meses, despreciaron a las niñas Gaede de forma contundente. Ellas, como muchas jóvenes estrellas, donaron artículos de primera necesidad para las víctimas del huracán Katrina. Pero, aclararon, la donación sólo estaba destinada a los damnificados blancos. Después de varios días de languidecer en un galpón, la muy necesaria donación no fue retirada por nadie. Y, finalmente, fue arrojada a un negocio abandonado, donde hasta hoy está pudriéndose.
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