MúSICA > LLEGA MAX CAPOTE DESDE MONTEVIDEO
Un secreto adentro de un secreto: la nueva escena urbana de Montevideo tiene su propio artista de culto, un excéntrico músico que, tras años de encierro como productor de discos ajenos, ha vuelto a los escenarios con las manos llenas de canciones. Y el miércoles llega a Buenos Aires.
› Por Martín Pérez
Uno de los fenómenos musicales más extraños de Montevideo ostenta un nombre también extraño, que bien podría ser de detective privado, o casi de dibujo animado. Pero no. Max Capote es Fabián Acosta, un objeto estilísticamente no identificable del pop urbano uruguayo, casi un plato volador musical, una suerte de licuadora de temas que van del retro al beat, pasando por el rock, el hip hop, el bolero y la cumbia. Un viaje sin prejuicios por la música popular, pero con un generoso énfasis puesto en las canciones. Compañero de escenarios de otros protagonistas de la nueva noche montevideana como la diva Dani Umpi, el grupo rocker Astroboy, o el electrónico
Loopez, Max Capote lleva ese nombre –como no podía ser de otra manera– gracias a una película mala, titulada 8 mm, y protagonizada por Nicolas Cage. “En ella hay un personaje que toca en una banda llamada Max California, trabaja en un porno shop, y lee novelas de Truman Capote escondidas dentro de revistas porno”, cuenta Max Capote al teléfono desde Montevideo. “Y me gustó porque hace justo lo contrario de lo que haría todo el mundo, que es esconder revistas porno dentro de un libro. Así que, de la cruza entre Max California y Truman Capote, quedó Max Capote.”
Antes de ser Max Capote, Acosta supo formar parte de Los Entes, un grupo que pasó sin pena ni gloria por los escenarios montevideanos. No fue el único grupo adolescente del futuro Max, pero todos tuvieron igual suerte: ninguna. Por eso decidió abandonar la pretensión de tocar en vivo, y se encerró en su casa de un barrio de dudosa fama como el Cerrito de la Victoria para grabar sus temas. Tan bien le salió eso de grabar, que otros comenzaron a tocar a su puerta para que los grabase a ellos. Sin ninguna pretensión, Acosta los grabó a todos: marcha, cumbia, lo que fuera. Devenido en una suerte de Phil Spector de Cerrito, Umpi lo invitó a volver a tocar en vivo, los Astroboy fueron su primer grupo de acompañamiento, y de golpe el nombre de Max Capote comenzó a rebotar por el circuito rocker del otro lado del charco. “Cuando decidí abandonar los escenarios, en Montevideo no pasaba nada”, recuerda Max. “Pero ahora están pasando muchas cosas, hay como un furor. De hecho, tal vez el año pasado pasaban aún más cosas. Como cuando batís algo, y después dejás que se asiente. Eso es lo que está pasando ahora.”
El año pasado fue el año, por ejemplo, del álbum debut de Max Capote, no sin ironía titulado Grandes éxitos y editado este año en Buenos Aires por el sello Ultrapop. Grabado durante casi siete años –ese tiempo que se encerró en casa a grabar para otros–, es una fotografía de ese combo que es Capote, que incluye los coros de las Primitas T., protagonistas del tema más extraño del disco, un anti-murga llamada “Me gusta el Capitán Spock”, así como de su éxito dance, “Noches pochas”. “Prefiero media Primita antes que cien Janis Joplin”, dice cuando se le comenta que el dúo no es justamente un ejemplo de virtuosismo. “A mí los virtuosos no me mueven un pelo, porque lo que me interesa es la expresión.” Temas como el romántico “Julia”, el perverso “Necrofilia”, el canyengue “Chipiscuís” e incluso su versión a dúo con Umpi de “Quizás, quizás, quizás” abundan justamente en eso, en expresividad. “Mis referentes siempre fueron Los Beatles”, asegura Max. “Y ellos también podían mezclar todo tipo de estilo en un mismo disco. Fue justamente a través de ellos, por ejemplo, que llegué a los boleros.”
Sin abandonar su barrio natal de Cerrito de la Victoria, donde están sus amigos de toda la vida, Capote sigue grabando para otros. Pero esos otros ahora son los grupos de la escena del beat pop montevideano, como Orange y Oxford. Y también ha empezado a dar forma al sucesor de Grandes éxitos. “Capaz que, como disco, va a tener un poco más de rock”, adelanta antes de hacer el bolso para cruzar el charco y tocar por primera vez en Buenos Aires, sin hacer demasiada alharaca. “Me parece que la diferencia entre Argentina y Uruguay es que acá la gente no precisa de ídolos, mientras que allá tienen muchas estrellas. Susana o Charly son estrellas, por ejemplo. Pero si la gente deja de creer que son estrellas, no lo son más. Y acá la gente no cree que Rubén Rada o Jaime Roos sean estrellas, y no lo son”, dice Max Capote, el de la literatura escondida dentro del porno, el del pop sin estrellas pero los anteojos negros y el whisky siempre en la mano arriba del escenario. Pero, antes que nada, el de las canciones.
Max Capote toca el miércoles en el Marquee, Scalabrini Ortiz 666. A las 21.
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