MUSICA > PETE SEEGER, EL HOMBRE HOMENAJEADO POR SPRINSGTEEN
Apedreado por el Ku Klux Klan, afiliado al PC, perseguido por el senador McCarthy, encarcelado y prohibido, pacifista y todavía militante, Pete Seeger es el gran antropólogo musical norteamericano. Ahora, a los 86 años, dos hechos lo han devuelto a la luz pública: su aparición en el documental de Scorsese sobre Dylan y el flamante disco We Shall Overcome: The Seeger Sessions, en el que Bruce Sprinsgteen le rinde homenaje.
› Por Mariana Enriquez
Cuando comenzó la guerra de Irak, Pete Seeger se paró, solo, al costado de la ruta, bajo la lluvia, con una pancarta que decía “Paz”. Tenía ochenta y cuatro años. No llamó a los medios; su miniacción se supo sólo porque algunos vecinos lo vieron, y lo contaron. Es hombre de ese tipo de gestos. Romántico en su creencia firme en la Constitución de Estados Unidos y la Declaración de Derechos, purista en su comprensión del folk, activista político desde siempre. Pero Seeger no usa la publicidad y apenas da entrevistas, salvo en casos excepcionales. A los 86, vive con su esposa Toshi, japonesa, en una cabaña a 60 km de Manhattan, cerca de un bosque. Todavía usa el hacha para alimentar la chimenea. Ahora mismo, Seeger acapara atención porque Bruce Springsteen grabó We Shall Overcome: The Seeger Sessions, un disco que homenajea la tradición folk norteamericana vía las canciones que Seeger solía cantar. No incluye ninguno de los temas firmados por Seeger, ni siquiera el clásico “Turn, Turn, Turn!” que The Byrds llevó al Nº 1 en 1965. Sencillamente Springsteen continúa la tradición de Seeger como recopilador y guardián de la memoria popular. “En esas viejas canciones folk escuché relatos que atraviesan toda la historia norteamericana”, explica Springsteen. “Música de la calle, de las tabernas, de la iglesia, de los márgenes, de los marineros, los trabajadores, los mineros. Quise continuar su trabajo de entender al músico como una entidad histórica.”
El año pasado, Pete Seeger apareció en el documental No Direction Home que Martin Scorsese hizo sobre Bob Dylan. No queda muy bien parado cuando recuerda el confuso episodio ocurrido en el Newport Folk Festival de 1965; Dylan tocó con una banda eléctrica y Seeger dijo que le hubiera gustado cortar con un hacha el micrófono. Después, Dylan padeció durante toda una gira el desprecio de los cultores del folk, que vivían las canciones “enchufadas” como una traición. Seeger sostiene su versión: que jamás censuró la electricidad en el show –recuerda que la Paul Butterfield Blues Band, también eléctrica, estaba invitada al festival–; lo que le molestó es que nadie escuchaba ni entendía las letras de Dylan, por un problema de sonido. “Era una buena canción, ‘Maggie’s Farm’, y estoy seguro de que Bob quería que se escuchara, si no ¿por qué cantar?.”
Es una pena que Seeger haya quedado pegado a esta anécdota; quizá, en efecto, le haya molestado la electrificación de Dylan. Quizá hoy es consciente del anacronismo y esté arrepentido de su reacción. El arranque, claro, no le quita mérito a su enorme trabajo como recopilador e intérprete: es probable que ningún otro músico haya hecho tanto por conservar las canciones populares de los Estados Unidos. Y muchos olvidaron que Seeger compartió una vez escenario con el cantante negro y comunista Paul Robeson en 1949; el Ku Klux Klan estaba cerca del escenario y, cuando el concierto terminó, Seeger y Robeson casi fueron linchados. Una multitud apedreó el auto de Seeger durante kilómetros y terminó sacándoles vidrios del pelo a sus hijos, que tenían unos cinco años. El cantante estaba afiliado al Partido Comunista y, claro, en 1955 lo citó el Comité de Actividades Antinorteamericanas a declarar. Seeger no soltó prenda; hasta 1961, cuando fue a juicio, no se le permitió salir de Nueva York y sus actuaciones eran casi siempre prohibidas. La Corte lo condenó a un año de cárcel, pero salió dos meses antes, en 1962. A esa altura, ya había abandonado el partido, pero se ganó el respeto de todos. Hoy, está contento por el disco de Springsteen, pero no quiere que lo llamen por teléfono, ni recibir más cartas. En una rara entrevista reciente para The New Yorker, dijo: “Tengo mucho trabajo y poco tiempo. Y ya recibo demasiadas cartas. Tantas, que sólo puedo contestarlas con postales”.
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