FOTOGRAFíA : LOS PILOTES DE SEGURIDAD COMO OBJETOS DE ARTE
Durante años, Elio Kapszuk, director del espacio de arte de AMIA, tuvo en mente un proyecto controvertido: mostrar los pilotes que protegen las instituciones de la comunidad judía desde una mirada artística. Por fin dio con el fotógrafo Daniel Caldirola, que aceptó el desafío y en Defensas –una muestra que el año próximo será un libro– registró esos objetos extraños que, casi invisibles, ya se incorporaron a la rutina de la ciudad.
› Por Cecilia Sosa
Al principio fueron tanques de cemento, más tarde emplazamientos permanentes: pilotes. Desde el 18 de julio de 1994, extrañas figuras irrumpen en las veredas de la ciudad; identifican sinagogas, escuelas, clubes, entidades asistenciales y culturales de la comunidad judía. Objetos extrañados, simbólicamente imprecisos que marcan y señalan una herida. Extrañas fortificaciones que las miradas desatentas de la ciudad incorporaron a la rutina y hasta aprendieron a olvidar.
Un inédito proyecto volvió a hacerlas visibles. Una muestra fotográfica tomó los pilotes como objetos de arte. Y lo hizo bajo un nombre tan provocador como ambiguo y hasta incorrecto: Defensas. Luego de una dura polémica, las fotografías lograron exponerse durante julio pasado en el espacio de arte de la AMIA. Fue durante el último aniversario del atentado a la mutual. Ahora, las imágenes formarán parte de un libro que también reunirá reflexiones de distintos intelectuales. El proyecto resulta más perturbador que gran parte de los arduos debates que ya cumplieron más de una década. E interroga y compromete tanto hacia afuera como hacia adentro de la comunidad.
“Descubrí que mostrar los pilotes como objetos bellos generaba más atención. La provocación de cierta mirada estética”, dice Daniel Caldirola, autor de las fotografías, que además es filósofo vocacional y editor de fotografía de la revista del diario La Nación. “El pilote es un objeto extraño: algo que defiende pero que también señala la presencia de algo distinto. Las defensas y murallas de las ciudades medievales también señalaban al enemigo que ahí había algún valor, algo que merecía la pena ser atacado. Es parte de su ambigüedad”, agrega.
Sus 32 fotografías generan un efecto extraño, fronterizo, juegan en el límite del homenaje, la burla y hasta el insulto. “Decidí hacer una especie de inventario de formas, colores y texturas de esos objetos que forman parte del paisaje urbano al punto que casi no se miran, que casi no se ven. Quería ponerlos en evidencia. Por eso me centré en las texturas y fotografié el objeto en sí, casi sin referencias externas, al punto que a veces no se entiende qué son. También elegí que no hubiera gente, que todo el acento estuviera puesto en el objeto”, dice Caldirola.
Pilotes. Fortificaciones. Sombras. Fortalezas inexpugnables o frágiles indicadores de un espacio puramente simbólico. Perfectamente cuidados o abandonados a la intemperie. Un catálogo posible de una ciudad que aceptó ponerse murallas. La serie sorprende por su absoluta diversidad. “Me encontré con formas, colores y tamaños distintos. Los hay de todo tipo. Algunos son macetas y están repletos de plantas. En algunos jardines de infantes los pintaron de colores. Al parecer, cada institución intentó darle algo para hacerlos más invisibles o más normales”, dice Caldirola.
Defensas no fue un proyecto oficial. Fue una idea que Elio Kapszuk, director del espacio de arte de AMIA, rumió a solas durante más de cuatro años: “La premisa era una: responder desde el arte para hacer visible aquello que pasó a ser invisible para la mayoría de los argentinos”, dice Kapszuk. Recién en marzo dio con la persona ideal para ponerlo en práctica. “El proyecto me interesó muchísimo y exigí total libertad. La primera idea fue llamarlo Pilotes, pero me pareció que era al revés: que había que rescatar la palabra Defensas y llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos, aun cuando sonara políticamente incorrecto”, cuenta Caldirola.
La puesta en marcha no fue sencilla: desde el atentado, una ley nacional prohíbe fotografiar los frentes de los edificios judíos por razones de seguridad y la AMIA tuvo que gestionar permisos. Las instituciones pusieron condiciones: que las fotografías no revelaran cuestiones estratégicas de los dispositivos de seguridad, que no se mostrara tal o cual puerta. De marzo a mayo, el fotógrafo recorrió instituciones tomando fotos y enfrentando desconciertos de transeúntes y agentes de seguridad. “La mayoría de la gente no entendía para qué quería fotografiar eso, cuál era la intención, cuál era el valor. En algunos lugares me pedían ver las fotos. Respondí que no, que había que confiar. Sabía que estaba fotografiando algo casi tabú, proponiendo una mirada estética que hasta podía ser malinterpretada”, dice Caldirola.
Y de hecho se malinterpretó: en plena labor del fotógrafo, las autoridades de DAIA, responsables de la seguridad de las instituciones judías, objetaron el proyecto y el trabajo se detuvo. El presidente de la AMIA en persona sorpresivamente lo defendió y finalmente Defensas se expuso durante el mes de julio en la institución. Fue algo curioso: para acceder a la muestra, los visitantes debían presentar documento, sortear controles de metales; dispositivos de seguridad habituales para ingresar a la institución que a la luz del proyecto funcionaban casi como una burlona instalación preparatoria.
Pasado el aniversario, Defensas sigue iluminando preguntas ambiguas y contradictoras: ¿Qué se defiende y por qué?, ¿cuál es el afuera y cuál el adentro?, ¿qué se recorta y qué se protege? Las posiciones varían y hasta alcanzan puntos extremos: ¿Qué son esos pilotes? ¿Patrimonio arquitectónico de la ciudad? ¿Aberraciones separatistas? ¿Objetos tabú que sería mejor olvidar? ¿Molestos recordatorios de un crimen impune? ¿La aceptación de lo intolerable? ¿El eterno presente de una amenaza? ¿La señal de un estado de alerta, casi de guerra?
Algunas de esas preguntas serán retomadas en un libro que se espera para principios del año que viene y que sumará reflexiones de intelectuales a las fotografías de Caldirola. “Vamos a convocar a distintas personas para que puedan dar su opinión sobre la idea de Defensas. La idea es desarmar el acostumbramiento y volver a hacer visible algo que se transformó en normal pero que sigue hablando de la inseguridad y la impunidad”, dice Kapszuk.
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