"¿Y QUIéN MIERDA ES JACKSON POLLOCK?"
Pagó cinco dólares y ahora puede ganar 50 millones. La afortunada es una anciana de 73 años, experimentada conductora de camiones y eximia bebedora de cerveza, que no se abrazó a ningún tragamonedas de bingo sino que compró un cuadro en un local de caridad de San Bernardino, California, pensando en regalárselo a una amiga. “Un cuadro horrible, atiborrado de chorretones de pintura”, dijo y pensó que lo usarían para jugar a los dardos. Después, resultó que el cuadrito podría valer millones y ser una olvidada obra maestra de Jackson Pollock (1912-1956). “¿Y quién mierda es Jackson Pollock?”, parece que preguntó la señora con su voz rasposa de cigarrillo.
La historia, que inexplicablemente permaneció silenciada por más de diez años, llegó a oídos del director Harry Moses, guionista de series televisivas como Hechizo de luna y Canción triste de Hill Street, que no esperó más y la convirtió en película. El resultado fue Who fucking is Jackson Pollack?, (luego aligerado en un Who the $&% is Jackson Pollack? para sortear censuras), que acaba de estrenarse en Nueva York en medio de un cuasi alboroto.
El film, más allá del retrato de una ancianita con suerte, fue visto por la crítica como una estocada al cerrado y elitista mundillo del establishment artístico; algo así como lo que Super Size Me fue a McDonald’s y Mondo vino a la industria vitivinícola, esta vez dirigido al corazón de las grandes galerías de Manhattan.
Sea como fuere, en la película se puede ver a la anciana saliendo de una librería con una biografía de Pollock recién adquirida: “Nunca me había gastado 20 dólares en un libro de tapa dura”. Teri Horton, tal el nombre de la anciana, apenas completó 8º grado, pero ahora es toda una especialista en la vida del pintor de los chorreados. “Ella sabe más sobre Pollock que el 99 por ciento de los americanos, incluidos los expertos en su obra”, dijo Moses en la conferencia de prensa que siguió al estreno.
La película documenta el escepticismo de galeristas, directores de museos y críticos de arte varios, que se resisten a aceptar que el cuadro de 5 dólares sea de Pollock. También sigue de cerca la cruzada del hijo de Teri, que —dispuesto a todo por mamma— recurrió a especialistas del mundo hasta encontrar a un forense del Museo del Louvre que aseguró haber encontrado en el reverso del lienzo nada menos que unas misteriosas huellas dactilares. El hallazgo se careó con las marcas que todavía se conservan sobre un tacho de pintura del estudio de Long Island de Pollock y... ¡feliz coincidencia!
Aunque las sospechas de los especialistas no amenguan, la anciana señora sigue más que envalentonada. Ya rechazó dos ofertas nada despreciables (al menos para sus compañeros de cervezas del club de ex combatientes): 2 millones por un lado y 9 millones por otro. Y ante ambas, fue implacable: no, no y no. “¿Quiénes se han creído que son estos expertos?”, dice en el film muy suelta de cuerpo. Curiosamente lo mismo se preguntan galeristas, críticos y afines.
Las primeras proyecciones del film ya dividieron aguas: mientras hay quienes sostienen que es sólo el montaje para organizar una subasta millonaria, otros sostienen que Who the fuck...? es una certera estocada al establishment y una denuncia a sus métodos de gestación del valor artístico.
¿Teri? Firme en sus trece. Según contó el director, ella prefiere la pintura realista al bendito cuadro, aquel que le impuso un vértigo inesperado a su septuagenaria vida. El Pollock “me sigue pareciendo una mierda”.
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