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Domingo, 25 de agosto de 2002

MúSICA

El abogado del diablo

Tocó con todos y nunca falló. Salvo con su propia banda, la Zimbabwe, a la que vio desaparecer a fines de los ochenta. Después produjo, entre otros, a Xuxa y a Serrat, a Soda Stereo y a Natalia Oreiro. Es el productor más exitoso del mundillo local, y asegura que sigue creyendo en la música y en el artista antes que nada, se llame como se llame. Conozca a Afo Verde, el eslabón perdido entre los 70 Grand Rex de Bandana y el regreso de Divididos.

 Por Martín Pérez

Alguna vez, cuando a Sting le preguntaron sobre sus diferencias con Andy Summers, el guitarrista de The Police, el bajista explicó que se permitía sus peleas con él porque a Summers era imposible tumbarlo. “A pesar de ser pequeño, no importa lo fuerte que le pegase, siempre volvía a ponerse de pie, y ahí estaba otra vez, saltando de un lado al otro con una sonrisa en la cara”, dijo Sting. Y, a pesar de que apenas comparte con Summers el oficio de guitarrista y la corta estatura, Afo Verde bien podría ser descripto de esa manera. Delantero de papi fútbol de “rara habilidad”, según lo definen sus amigos, José Adolfo Verde –tal su nombre completo– es en la cancha un molesto que no le elude al roce físico. Una definición futbolera que, sumada a una vocación por el consenso que él asegura mantener en su trabajo de productor musical y las ganas de hablar y de coincidir que demuestra en la entrevista, completan un retrato que recuerda aquella descripción de Sting.
Claro que el británico hablaba del guitarrista al que opacó durante la separación del grupo que supo marcar los pasos de la música de los ochenta, mientras que Afo siempre fue el cerebro musical de la Zimbabwe, el grupo al que tal vez le tocó en suerte apagar la luz de aquella fiesta que fueron los ochenta para el rock argentino. Pero volvió a encenderla en los noventa, anotándose como el productor de casi todos las grandes estrellas del medio. Y no sólo del rock sino del pop local en general. Como productor independiente primero, y luego como productor artístico de BMG –el sello líder del contraído mercado local–, Afo hizo como el Rodolfo de los Orozco de León Gieco: “Tocó con todos”. Y la lista incluye a Soda Stereo, Los Fabulosos Cadillacs, Divididos, Los Visitantes, Los Caballeros de la Quema, Attaque 77, Alejandro Lerner, Valeria Lynch e incluso Natalia Oreiro. Si hasta puede incluir tanto a Serrat como a Xuxa en la lista. Y, como la frutilla sobre el postre, sus logros incluyen a las Bandana, ese éxito masivo de ¡70! Gran Rex llenos en medio de la peor crisis de la industria discográfica local.
Sí, Afo Verde es ese petiso morocho y narigón que es responsable artístico de “Popstars”, el mismo que hoy sale en la tele al lado de los chicos que compiten en el capítulo masculino de la serie. “Cuando Yankelevich me resumió ‘Popstars’ diciéndome que yo iba a seleccionar un grupo y él lo iba a filmar, lo primero que dije era que yo no tenía que estar, que se podía poner a otro haciendo que era el que decidía. Y él me dijo: ‘Boludo, esto tiene que ser de verdad’”, cuenta un orgulloso Afo, para el que las Bandana son tan de verdad como Divididos. “No tienen nada pero nada que ver unos con otros, salvo eso: que ambos son artistas de verdad”, opina sin pelos en la lengua el que tal vez sea el eslabón perdido entre artistas ubicados tan en los antípodas del negocio musical.

 

EL SABOR DEL ENCUENTRO


Recién llegado de Madrid, donde estuvo dando los últimos toques al esperado debut de Vicentico como solista (un trabajo que, dada su envergadura, es una co-producción con España), Afo Verde confiesa que cada vez que el cantante de los Cadillacs lo llama a la discográfica no deja de refrescarle sus oscuros comienzos pop. “Quiero hablar con Afo, el de Fondue”, le pide a su secretaria, recordando el nombre de aquel fallido primer grupo reggae que luego devendría en la Zimbabwe.
“La Zimbabwe se formó luego de una zapada reggae en el Parakultural, con ex integrantes de la Hurlingham Reggae Band, Los Twist, los Redondos y Clap”, recuerda con orgullo Afo, que se confiesa un fanático del rock nacional de la primera hora junto a Chelo, el otro líder del grupo. “Éramos unos ingenuos y nos gustaba todo”, confiesa. “Me acuerdo que una vez estaba elogiando un disco de Zas que me había comprado, y se armó un silencio en la sala de ensayo como si todos los demás que venían de otropalo estuviesen cargando las escopetas para cagarme a balazos por lo que había dicho.”
Contemporánea de Los Pericos, aquella primera Zimbabwe cantaba reggae en inglés y supo gozar de un éxito que la llevó conseguir incluso el respeto de los UB40 en el show que compartieron en el estadio de Vélez. “Me acuerdo de que el gallego de Prix D’Ami nos programaba shows durante todo un mes como si fuéramos las Bandana en el Gran Rex”, exagera Afo, un fanático que accedió de golpe a ver la crudeza del final de una época que estaba terminando. “Yo era, en realidad, un deportista asmático, y ni en pedo viví de cerca todo el reviente al que me asomé por tocar en un grupo al que le iba de puta madre”, dice quien jamás se imaginaba entonces que terminaría siendo, una década más tarde, lo que semejante génesis no hacía más que presagiar: un fanático sobreviviente de los ochenta convertido en el productor ordenado y exitoso de los noventa. “Nunca supe qué era un productor, a pesar de que produje de hecho los discos de la Zimbabwe”, explica Afo. “Recién me miré y dije que era productor cuando estaba en Río, con un contrato firmado con O Globo para ser productor de Xuxa.”
Después del desbande de la Zimbabwe, el destino de Afo lo instaló durante la primera mitad de los noventa en Brasil, adonde lo llevó una propuesta que le pareció más un desafío que un negocio. “En serio te lo digo, ¿eh?”, se defiende Afo. “Lo único que hice por la guita en mi carrera fue el jingle ese de Quilmes, el sabor del encuentro.” ¿Y entonces por qué Xuxa? “Por eso que alguna vez dijo Steve Vai, de que en todo género siempre hay alguien que lo está haciendo de puta madre. Ese fue mi desafío”, intenta explicar quien asegura haber aprendido algo fundamental durante su experiencia con Xuxa. “Aunque suene naïf, lo que Xuxa me enseñó es cuán fundamental es creer en lo que se canta. En ella no hay ni una palabra de demagogia. Ella vive y es así. Yo no lo podía creer, y pensaba en todos los rockeros que se suben al escenario a cantar contra la policía, pero después se abrazan con cualquier cana a la vuelta de la esquina. Y hay muchos que hacen eso, ¿eh? Te lo juro.”

 

LA PEOR MUSICA DEL MUNDO

De la misma manera que reconoce a los cuatro vientos ser fanático de la música de los ochenta, Afo asegura odiar el rock de los noventa. “No tiene nada que ver con todo lo que ha sido el rock de Chuck Berry en adelante”, opina. Es difícil saber si incluye en su contundente desprecio al rock nacional de una década que lo ha tenido como gran responsable y productor. Porque, tanto como productor independiente primero, como en su rol de responsable artístico de BMG después, durante la segunda mitad de los noventa, Afo estuvo siempre ahí. El único que puede competir con él, al menos dentro del rock, es Gustavo Santaolalla. “Para mí, al peor rockero, aun cuando toque como el orto, al menos le podés respetar que se carga los equipos, que se rompe el culo, y que hace lo que quiere y sólo lo que quiere. Pero el peor pop es lo menos. Es la peor música del mundo”, dice el responsable del grupo pop que ha ocupado todos los espacios de un tiempo a esta parte.
Una de las anécdotas que más le gustaba contar el año pasado a Afo Verde es que cuando salía a almorzar con Gustavo Cerati –un artista de su discográfica– era tal el fenómeno “Popstars” que al que le pedían autógrafos no era al ex Soda Stereo sino a él. “Yo siempre le tuve miedo a que si yo era el que le decía que no a 10 mil chicas para elegir sólo a cinco, después no iba a poder ir ni a cargar nafta, porque todo el mundo me iba a odiar. Pero todo salió tan bien y con tanto respeto por los participantes, que hoy en las estaciones de servicio me reconocen y me dicen: ‘Ay, qué divino, usted fue el que rechazó a nuestra nena’”, cuenta Afo, obviamente orgulloso de sus Bandana.
“Una de las cosas por las que más luché fue porque la edad de la convocatoria fuese de 16 años, aunque los abogados se quejaban por lospermisos y demás. Pero me parecía que ésa era una edad en la cual le sacás el artista a la familia. Si no fuese por eso, nunca hubiésemos conocido a una artista como Ivonne. Porque, si no era con un proyecto así, su vida nunca le hubiese brindado la oportunidad”, explica Afo, que es el autor de la mayor parte de los temas del disco. “Pero ellas pusieron su sello en el trabajo final, porque nadie puede subir a un escenario a defender algo en lo que no cree. Su actitud tan power terminó influyendo en los arreglos, que antes de conocerlas eran más electrónicos. Y una de ellas incluso sugirió que faltaba un tema de bailar, e Ivonne saltó con ‘Dance, dance, dance’.”

 

ORDEN Y PROGRESO


“Para mí, el rock se transforma en pop cuando vende discos. Y esto se lo pido prestado a Cerati, al que se lo escuché decir alguna vez”, aclara Afo. “Pero es verdad: una vez que el arte está en venta, se acaban las discusiones sobre si alguien se vendió o no, y ahí sí que puedo meter en la misma bolsa tanto a las Bandana como a los Redondos. Y a mí, como consumidor, realmente me gusta poder comprar su arte. Me angustiaría ir a ver, no sé, a los Divididos, pero no poder tener su disco en mi casa. Y con el disco es diferente de la pintura, por ejemplo, porque el disco es un original. Entonces el único objetivo de trabajo es ayudar al artista a que el mensaje que quiere transmitir sea lo más sólido posible”, explica Afo, que realmente ha hecho bien ese trabajo con los artistas con los que ha colaborado. Porque nadie habla mal de él. Aunque, como empleado de una discográfica, frente a los artistas sea, a veces, casi inevitablemente, el abogado del diablo. “¿Sabés de qué me alimento? De que, si yo me siento hoy a hablar con el artista que sea y quiere que lo produzca, yo lo estudio de verdad y le hago un diagnóstico de lo que debería hacer. Y yo morfo porque, cuando lo vuelvo a ver un año después, ese tipo llena estadios que antes no llenaba, tiene un auto que antes no tenía, fama y beneficios que antes no tenía. De eso morfo. No sé, en el medio de todo eso, ¿abogado de quién soy? Pero me hubiese gustado conocer a alguien como yo cuando estaba en el lugar de esos artistas. Alguien que nos dijera a la Zimbabwe que hablásemos de algo. Porque tal vez nos hubiésemos dado cuenta a tiempo y hubiésemos dicho muchas cosas.”
Una de las claves del éxito de Afo Verde es el orden. Un orden que lo hace estudiar primero a fondo a un artista hasta conocerlo más que él mismo. Y luego aportarle un trabajo con el que se gana su respeto. “Porque un poco de orden no arruina a nadie. El rock no gana respeto con los escándalos sino con las canciones que todo el mundo recuerda. Más de una vez me pregunté si con lo que yo hacía no bastardeaba esto que amo. Y la mejor respuesta que recibí fueron los Anthology de Los Beatles. Porque ahí me quedó claro que ellos también castigaban sus canciones hasta sacar lo mejor de ellas. Porque el trabajo no arruina a un artista, lo que lo arruina es él mismo dejando hacer a otros, diciendo A mí me dijeron que tengo que hablar con vos porque quiero vender discos y no sé qué tengo que hacer.”
¿Tenés esa clase de diálogos?
–Sí, pero con la gente con la que no trabajo...

 

ESTRELLAS POP


A la hora de anotar los debe de su exitosa carrera, habría que apuntarle a Afo Verde no haber desarrollado ningún artista desde el comienzo. “Por eso estoy enojado con el under argentino”, se defiende él, aunque acepta haberse comido el éxito de Mimi Maura, por ejemplo. Y el otro debe que él se apunta en su lista es el de no haber podido trabajar con Charly García. “Lo intenté cuando sacó ese disco en vivo, Demasiado Ego”, cuenta. “Me acuerdo de que me enojé con su manager porque me parecía que en ese momento le hubiese venido bien un volantazo. Porque yo no quería comprar sólo ese disco sino hacer un contrato para poder entrar alestudio con él, a ayudarlo a recobrar ese orden de producción que él nos enseñó durante su carrera, y hacer un disco y no una vomitada de arte y talento. Pero no es que crea que a Charly le falte nada que yo le pueda aportar; en realidad, me gustaría estar ahí, cerca, para ayudarle a hacer un nuevo Piano Bar, por ejemplo. Porque si Charly hace un disco así, yo lo único que querría es escucharlo todo el día”, se entusiasma Afo, que confiesa que el primer recital que vio fue a Seru Giran presentando La grasa de las capitales en el Teatro de La Cova de Martínez. “Era muy chico, y me acuerdo de que cuando estaba haciendo la cola, pensaba: ‘Me van a robar’”.
De la misma manera en que se declara fanático incondicional de García, Afo Verde asegura amar a Andrés Calamaro. “Al punto que estoy trabajando en un tributo reggae a Calamaro que se va a llamar Dread An’Drés”, revela. Pero su alma de productor no puede evitar que El Salmón lo enoje. “Porque tiene que ver con mi trabajo”, explica. “Es como un bebé que va gateando a meter los dedos en el enchufe. Mi trabajo es agarrarle la mano antes de que lo haga, y decirle: ‘No, no, no, te va a doler a vos, a tu mamá y a todos los que te quieren, y después de eso no vas a quedar igual’. Y, para mí, El Salmón no es un beneficio para nadie”, dice Afo, aclarando al mismo tiempo que hay que saber tomar riesgos. “Es como un pibe que le pide al padre que le compre una moto. Yo estoy seguro de que ese padre lo ve al pibe dándose un palo. Hay artistas que me han pedido que les compre una moto. Y a mí me pasa lo mismo. Aunque también hay que poder verlos campeones del mundo con esa moto. Es lo que me pasa con Divididos, con los que nos peleamos con el presupuesto. Tuvimos una buena pelea por eso, un poco pública para mi gusto, pero entre gente que se quiere. Ellos se quejaban porque no tenían el mismo presupuesto que con los discos anteriores, y yo trataba de explicarles que no era yo el que había puesto el país ni el dólar como estaba. Y quedaron haciendo el disco ellos solos. Y yo compré la moto, porque me parece que tienen resto después de El narigón de siglo y los puedo ver campeones.”
Pero el hecho de haber perdido el control, un poco te desespera...
–Solamente por ellos. Porque para eso trabajo. De mi parte tal vez suene feo, pero me sobra changüí por todos lados como para pifiarla con éste y también con el próximo.

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