RESCATES > FOTO BONAUDI, DOCUMENTAL SOBRE UN ESTUDIO DE FOTOGRAFíA QUE RETRATó A TODO UN PUEBLO
Desde hace medio siglo, la casa Foto Bonaudi viene retratando la vida de los habitantes de Sunchales: comuniones, cumpleaños de 15, novios, conscriptos, nacimientos, familias, eventos, abuelas y nietos. Ahora, ese inmenso archivo que para muchos es la memoria emotiva del pueblo puede desaparecer. La serie documental Foto Bonaudi quizá pueda hacer algo para evitarlo.
› Por Mercedes Halfon
Un chico con jogging por debajo del ombligo y en cuero posa con su novia y su pequeño bebé en un estudio. El está de costado para mostrar los tatuajes que tiene en el brazo y se acomoda la cabellera. Ella, que no debe tener más de 25 años, susurra cosas al oído de Jonathan, el diminuto bebé, tratando de disimular la presencia de la cámara. El fotógrafo dice “¡Jonathan!”, el niño abre los ojos y click, dispara. La acción tiene lugar en Sunchales, Santa Fe, más precisamente en Foto Bonaudi, la casa de fotografía que desde 1948 está enclavada en la misma esquina. Tal vez por eso la escena tenga algo de anacrónico. Durante más de sesenta años este estudio ha ido acumulando imágenes de la ciudad y sus inmediaciones: fotos de niños, de chicas que cumplían quince, de parejas, de conscriptos, de comuniones, de mujeres en la flor de la edad. Imágenes de una sociedad o de cómo ésta se veía, o cómo soñaba verse. Cuatro generaciones de Bonaudi trabajaron en este estudio y hoy todo ese cúmulo de representación está a punto de desaparecer. Hay familiares que quieren vender el local, otros que no, pero lo que hay sobre todo es una desidia estatal que permitiría que todo ese material y el bello edificio que alberga el estudio sea convertido por ejemplo en –y hay proyectos al respecto– un bar restó “temático”.
Hace algunos años Gustavo Tarrío, director de teatro, de cine y como primer oficio camarógrafo, conoció por una amiga en común a Cristian Bonaudi, el último eslabón de la familia de artistas autodidactas trabajadores del estudio. Primero le llamó la atención como modelo porque Cristian, que es un morocho que podría trabajar para Calvin Klein, salía en todas las fotos bien. Después se enteró de que era fotógrafo y su material le interesó. Por último supo de la existencia de Foto Bonaudi, un estudio que había pertenecido al bisabuelo de Cristian, Ennio Bonaudi, y que él mantenía en funcionamiento, con miles de dificultades.
Así que decidió, en mayo de 2004, ir a conocer y a grabar un poco. Hacía tiempo que Tarrío se había interesado por los retratos. No exactamente por la fotografía, que es cuando el hecho ya está consumado, sino por lo previo, la acción de retratar, ese momento en que se traba un vínculo a partir de la mirada y algo le pasa al fotógrafo y algo le pasa al modelo, y esa relación queda plasmada y aunque las fotos no se impriman, dura para siempre. “Primero grabé sesiones”, cuenta Tarrío, “durante días enteros. Pero después me empecé a enganchar con la familia y después salió el tema de la venta, y esos tres elementos armaron la historia. Y había que contarla. Entre el 2004 y el 2005 fui varias veces a grabar”.
Algunas décadas antes de ese 1948 Ennio Bonaudi llegó de Italia y comenzó a practicar la fotografía dentro de un cúmulo de actividades por las que se interesaba, como el dibujo y la carpintería. Ennio tuvo cinco hijos: Darío, Liana, Vilna, Vedia y Adino. Cuando murió, ellos continuaron el trabajo, mudaron el estudio a la esquina donde está ahora y formaron una empresa familiar ejemplar donde cada uno cumplía un rol. Darío sacaba las fotografías, Vilna las coloreaba, otros trabajaban en el laboratorio o llevaban los números.
La Casa Bonaudi en la ochava famosa, con su gran cartel en letras góticas, fue el centro de la vida social de Sunchales. No sólo participaba registrando los momentos destacables, sino que luego los daban a conocer desde sus mismas instalaciones. En la vidriera del local se colocaban las fotos que se habían sacado durante la semana y los sunchalenses pasaban a mirarse. Fotos con una iluminación perfecta, una composición preciosista, con muebles y fondos de lujo que emulaban el cine clásico de Hollywood de aquellos tiempos, que llegaba a Sunchales a través de revistas como Life y sus imágenes de ensoñación.
Darío, uno de los hermanos Bonaudi, heredero de la personalidad reconcentrada y aventurera de su padre, entusiasta de la fotografía, de la aviación, de todo lo que fuera moderno en ese momento, se ocupó de transmitir su pasión a sus hijos Bruno y Sergio. Durante algún tiempo lo practicaron, pero fue su nieto Cristian el que heredó la vocación. Los tíos de Cristian fueron muriendo –sólo queda Adino– y el local quedó librado a la competencia de los locales de fotografía actuales y a la voluntad y trabajo de una sola persona, Cristian, con su decisión de mantener todo en la medida de lo posible, tal como está.
Foto Bonaudi es también el título de la serie documental que realizó Gustavo Tarrío. Una pregunta para hacerle era por qué no hacer un documental sino hace una serie en cinco capítulos. Gustavo explica: “Al principio yo quería que fuera una película. Pero me ocurrió que el material era tanto que podía ser una serie. No me daban ganas de acotar, la mejor sensación con Foto Bonaudi era que había algo inabarcable. Y una serie es un objeto más raro que una película y no me obligaba a un descarte que no quería ni podía hacer. No hubiera podido hacer un capítulo entero sobre sesiones, por ejemplo, como es el tres”.
La exhaustividad del relato que no puede condensarse y necesita desplegarse en cinco episodios tiene que ver con la superabundancia de imágenes que es Foto Bonaudi. Más de sesenta años en imágenes, fotografías, diapositivas y filmaciones, algunas que nadie vio. El estudio Bonaudi contiene tal cantidad de material visual que no ha terminado de ser visto ni una vez, ni siquiera por Cristian.
De ahí la importancia del documental, que es en parte ésta; devolverle una mirada a este lugar que nadie pareciera mirar, pero que ha mirado durante décadas la ciudad y conservado sus huellas. En el capítulo cuatro, una vecina muestra en la puerta de su casa una foto de su hija, tomada hace cuarenta años. La foto está en un marco dorado y es la foto de su primera comunión. La vecina cuenta los medios de transporte que se tomaron para llegar hasta Casa Bonaudi a hacer esa foto, cómo los hermanos la hicieron posar, cómo le arreglaron el vestido para que quedara tan esplendorosa, y la emoción que le causó ver la fotografía después. La vecina responde la pregunta que Tarrío hace repetidamente en ese capítulo a distintas voces –el intendente, un empleado de Suncha-Net, una profesora de Historia– y que es “¿Qué sucedería si desapareciera Foto Bonaudi?”. La vecina parece confundida y trata de ponerle palabras a ese tesoro que tiene en las manos, y finalmente dice una frase que parece una mezcla de Manuel Puig y Susan Sontag: “Es que para mí una fotografía es seguir estando”.
La serie completa se proyectará dos veces y a lo largo de cuatro únicas funciones en El Cubo, Zelaya 3053.
Viernes 20 de abril a las 23: capítulos 1 y 2.
Sábado 21 de abril a las 23: capítulos 3 y 4.
Viernes 27 de abril a las 23: capítulo 5.
Sábado 28 de abril: proyección de la serie completa con intervalos de 10 min.
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