Dom 29.09.2002
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MúSICA 2

La era del hielo

Un músico country que nunca en su vida vio un cowboy. Un dúo melódico influenciado por un director de films pornográficos. Una banda punk que combina el uniforme de fajina, Elvis Presley y el Che Guevara. Un ex jardinero que estudió canto lírico y lidera una banda pop claustrofóbica. Directo desde las latitudes árticas, los países que ya nos dieron a ABBA, Björk y Hanoi Rocks, siguen pariendo bandas y solistas que hacen lo mismo que muchos otros en distintas partes del mundo, pero generalmente mejor.

› Por Mariana Enriquez


¿Cómo definir a la escena rock-pop escandinava? Antecedentes históricos: en los 70, Suecia lanzó al mundo a ABBA. En los 80, Noruega hizo lo propio con A-ha. Al mismo tiempo, desde Finlandia los Hanoi Rocks (liderados por los legendarios Michael Monroe y Andy McCoy) mezclaban el hard rock y el glam en una síntesis tan perfecta que pocos pudieron continuarla. Un poco después, Björk se convirtió en superestrella elfa desde Islandia. A mediados de los 90, la escena black metal noruega batió un record cuando tres integrantes de Emperor terminaron en la cárcel: Samoth (guitarra) por quemar una histórica iglesia de madera, Tchort (bajo) por robo a mano armada y Faust (batería) por asesinar a un homosexual de catorce cuchillazos en un parque. A fines de los 90, los hits del pop adolescente norteamericano se pergeñaron en un estudio sueco: Max Martin, un productor “fantasma”, escribió “(Hit Me Baby) One More Time” y “I Want It That Way” para Britney Spears y los Backstreet Boys respectivamente, y produjo No Strings Attached para ‘N Sync.
Lo que este breve repaso viene a demostrar es que no se puede hablar de una “tradición” en el rock escandinavo. De Björk a los rugientes metaleros hijos de Thor hay un abismo, el mismo que separa a los productos de laboratorio de Max Martin de la “autenticidad” de Hanoi Rocks. Ese desprejuicio y diversidad ocasionó que, desde la segunda mitad de los años 90, los ojos del mundo del rock se fijaran en Escandinavia, donde como por arte de magia aparecían con pasmosa frecuencia bandas y solistas de múltiples estilos haciendo lo mismo que muchos otros en distintas partes del mundo, pero generalmente mejor. The Hives, un quinteto sueco influenciado por The Stooges, está a punto de borrar del mapa a The Strokes y ya lograron llegar a MTV. No son más que la cola de un fenómeno de revival garage-punk que inició Hellacopters, un grupo también sueco que alguna vez, seguramente tarde, será reivindicado. Islandia exportó a Sigur Ros, extraño cuarteto influenciado por Cocteau Twins con un cantante ciego de un ojo, Jon Por Birgisson, que inventó su propio idioma para las letras (lo llamó “hopelandish”), como si el islandés no fuera ya de por sí complicado. El tecladista de Sigur Ros, Kjartan Sveinsson, fabrica violines. Todos creen en los elfos. Al mismo tiempo, en Finlandia, una extraordinaria banda de garage punk como Flaming Sideburns tiene cantante argentino (Speedo Martínez), algo todavía más raro que las creencias esotéricas de los habitantes cercanos al círculo polar. Todo es posible, al parecer, en aquellos países tan fríos y civilizados. Aquí, cinco exponentes de eso que está surgiendo en Escandinavia, a lo que por suerte no se le puede poner ningún rótulo.

Leaves (Islandia)
En Escandinavia, el death metal y el black metal (los subgéneros más extremos del heavy metal) fueron furor entre los adolescentes. Entre esos jóvenes que solían gruñir ataviados de negro estaba Arnar Gudjonsson, el cantante de Leaves. El dato es anecdótico, porque ahora Arnar, ex jardinero, gusta del nuevo pop británico (Doves, Coldplay) y, como estudió canto lírico, es capaz de proezas vocales que hacen pasar vergüenza a la mayoría de sus contemporáneos. Junto al bajista Hallur Hallson y el guitarrista Arnar Olaffson, juegan en un equipo de fútbol de tercera división. Están a punto de mudarse a Gran Bretaña porque “lo máximo que se puede vender en Islandia son 2000 copias, y con eso allá no se puede comprar ni cerveza”. Dijo New Musical Express: “Suenan tan claustrofóbicos, hermosos y míticos como el paisaje de su tierra natal”. Los críticos están en lo cierto.
Disco recomendado: Breathe (2002)

The International Noise Conspiracy (Suecia)
Prometen ser la próxima banda punk que trascienda el norte de Europa, después de The Hives. De hecho, grabaron para el mismo sello, Burning Heart. Pero si The Hives quiereentretener, T.I.N.C. quiere agitar. Musicalmente, son un híbrido que recuerda tanto a Television como a The Who y los Stooges. Pero las banderas son cosa seria. Dicen que el mejor uniforme para un rocker es “una combinación de Elvis y el Che Guevara” y se llenan la boca hablando de Guy Debord. “Buscamos conflicto. No queremos ser líderes ni voceros de la revolución, no somos dogmáticos. No tenemos respuestas. Queremos hacer una banda de sonido para la guerra contra el capitalismo que se está librando en la calle. Nos influencian los sonidos de las calles de Seattle, Praga y Génova. En este contexto, nuestro disco es poco importante y descartable, pero va a durar más que la Organización Internacional del Comercio. Es solamente un disco. No va a cambiar el mundo. Pero es otro producto de una lucha que, al final, lo hará.” Como toda banda política, tienen influencias de sus obvios antecedentes (Manic Street Preachers, The Clash, Crass) y militan apasionadamente: el año pasado hicieron una gira ilegal por China, con quince shows clandestinos en el país (no aprueban a las autoridades chinas ni la revolución cultural) y el tour fue una actividad conmemorativa del aniversario de la masacre de la plaza Tiananmen. Lanzaron su primer disco el mismo día que la reunión del G7 en Suecia en 1999. A los críticos que señalan que venden la imagen de la rebelión haciendo canciones tontas sobre la revolución les contestan: “La banda no puede ser encasillada en ninguno de esos géneros que hacen que la música de hoy sea tan estéril y fácil de definir, y por lo tanto, inocua. Esta banda no pertenece a ninguna escena. Está tan cómoda, o incómoda, en una casa ocupada como en MTV”.
Disco recomendado: A New Morning Changing Weather (2002)

Röyksoop (Noruega)
Svein Berge y Torbjörn Brundtland forman un dúo nativo de la capital noruega del heavy metal, Tromso, ciudad donde nunca sale el sol en invierno. Huyendo de tan cruel clima, hoy están instalados en Bergen, donde tan sólo llueve 240 de los 365 días del año. Cultores del chill-out (esa rama de la música electrónica apta para la relajación) hicieron algo similar a The Avalanches: sorprender a todo el mundo con mezclas originales y tan heterogéneas como sus influencias (el dúo nombra tanto a Eric Satie como al director de films pornográficos Francis Lai). Combinaciones de funk, soul electrónico y raptos de ritmos bailables junto a algunas composiciones casi folk a las que le presta la voz Erland Oye (cantante de otro dúo noruego de Bergen, Kings of Convenience), logran un disco melódico pero para nada empalagoso, accesible pero sin condescendencias. Rareza obligatoria: “Röyksoop” es el nombre de un hongo, en noruego. “No me canso de hablar de Noruega”, dice Bruntland, “pero es extraño que alguna gente nos haga preguntas que deberían responder sociólogos. No sabemos qué es lo que tiene el norte: somos gente sencilla”.
Disco recomendado: Melody AM (2002)

St. Thomas
¿Alt.country noruego? Cómo no. Interpretado, además, por un ex cartero: Thomas Hansen, 26 años, autocanonizado para su otro yo musical. El tremendo desvarío global de un nativo de Oslo metiéndose con el country ha ocasionado desvaríos de los críticos que, en busca de alguna explicación, balbucearon: “Los paisajes desérticos y la oscuridad de su país infectan su sonido melancólico y nostálgico, de la misma manera que las planicies norteamericanas afectaron a las musas de Lambchop y Granddady”. Como sea, Thomas empezó a escuchar country muy joven, y cuando editó su segundo EP, The Cornerman, salió de gira con una banda itinerante que podía tener dos o diez músicos, según su humor. Después de la gira lanzó I’m Coming Home, un disco que llegó al Top Ten en Noruega y se editó en Estados Unidos. Recién entonces dejó su trabajo como cartero. Claro está, grabará el próximo disco en Nashville. I’m Coming Home es casi un homenaje a Harvest de Neil Young (sin tanta orquestación), con las guitarras acústicas, banjos y armónicas de rigor, y algo de psicodelia filtrada en los temas más pop. Thomas no es tonto, sabe que músico country noruego es por lo menos improbable, y en “The Cool Song” su respetuoso falsete canta con ironía: “Nunca antes había visto un cowboy”.
Disco recomendado: I’m Coming Home (2002)

The Soundtrack of Our Lives (Suecia)
Hubo un momento, entre fines de los 60 y principios de los 70, en que la psicodelia y el hard rock hicieron simbiosis. Ahí están parados estos suecos, que en un mundo ideal debieron ser parte de la banda de sonido de Almost Famous. Liderados por el gigantesco Ebbot Lundberg, un cantante que evita tirarse del escenario para no matar fans, se formaron en 1995 con la intención de revisitar aquella época pero no sólo como homenaje retro, sino como continuidad. Anteriormente, Lundberg había sido parte de bandas que homenajeaban a Captain Beefheart y Love. Parece que el ayer es el futuro, y así el quinteto recuerda a MC5, los Rolling Stones en la era Altamont, escriben canciones bien Beatles como “Broken Imaginary Time”, conciben melodías bellísimas pero también riffs dignos de AC/DC y lucen pelo largo y largas barbas. Soundtrack of our Lives está decidida a convertirse en la mejor banda en vivo del mundo en vivo y “salvar al rock de tanta mierda”. Declaración poco refinada, pero clara en su principismo.
Disco recomendado: Behind The Music (2002)

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