MúSICA > FESTIVAL DE CANTAUTORES CON ORQUESTA
En algunos casos se conocen desde la infancia y todos comparten la formación clásica, el trabajo sobre las letras, el amor por lo acústico y el gusto por tocar con orquestas. Pablo Dacal, Alvy Singer, Tomi Lebrero y Pablo Grinjot forman una suerte de frente de cantautores que comparten una búsqueda estética entre la poesía, la música culta y el rock. Y ahora tocan juntos, compartiendo músicos, canciones y escenario.
› Por Mercedes Halfon
A principios de agosto comenzó a circular por reductos culturales una pequeña revista color papel madera, con el sugerente nombre de Inalámbrica. Año 0, Número 1, decía. En la tapa fotos de Pablo Dacal, Alvy Singer, Tomi Lebrero y Pablo Grinjot, individuales pero superpuestas. En las páginas interiores, con una edición desordenada e imprevisible, venían fotos, textos y letras de la mayor parte de los cantautores rock, pop, folk, de Buenos Aires del último tiempo. Como un álbum de figuritas del indie llenado de antemano. Caras y palabras que emergían con el criterio más ecléctico del mundo. Textos de músicos como Gabo Ferro, Coiffeur, Diosque, Flopa, Marcelo Ezquiaga, Liza y Nacho de Doris entre otros, que iban del “arte poética” o manifiesto de un estilo a un análisis cuasi académico del acto de enunciación que se pone en juego en la palabra cantada, hasta una fábula que narraba un ataque de basura extraterrestre que debía ser combatido por los rockeros de B.A. Todo eso. Además de minirreportajes y otros relatos de los cuatro músicos en cuestión. ¿El motivo? Dacal, Singer, Lebrero y Grinjot vuelven a tocar juntos en un teatro –y dos veces– cada uno con su orquesta, pero compartiendo escenario, músicos y canciones, en el separados pero juntos o solistas pero acompañados, que vienen cultivando desde hace algunos años.
Y está bien el nombre de la revista –Año 0, Número 1, ¿volverán a sacarla?– porque ¿qué es lo Inalámbrico, algo que está enchufado pero sin enchufe, algo que parece estar flotando en el aire, pero que alguna corriente lo insufla de energía desde una fuente que no se puede determinar? Todas características que están presentes en la música de estos cantautores. Los cuatro son amantes de lo acústico, están a medio camino entre la música culta y el rock, toman elementos de vertientes tan amplias como el hot jazz, el swing, el dixieland, el foxtrot, el folklore rioplatense, la chanson francesa, para inventar un sonido nuevo; y lo que es más difícil, un lugar en la escena de Buenos Aires. ¿Qué se parecía a ellos antes de ellos? Posiblemente nada. Por eso el relato de cómo fueron cruzándose uno en la vida del otro tiene ribetes emotivos.
Alvy Singer cuenta que conoce a Tomi Lebrero desde el jardín de infantes: “Fue la primera persona que conocía a la que le escuché tocar un tema propio. Y fue la persona que me enseñó la primera canción que me dio gusto tocar, que era “El Oso”, porque hasta ese momento mi profesor de guitarra me enseñaba cosas que me parecían un embole.” Lebrero por su parte comenta que: “De Alvy soy compañero de ruta desde las tocadas en la misa del colegio de curas. Lo mismo a Pablo Grinjot que lo conozco hace bastante, porque era amigo de mi hermano más grande”. Pablo Dacal recuerda: “Alvy apareció en un concierto en una quinta en pleno verano y me regaló un disco con el demo de lo que sería su Volumen uno”. Ese fue el comienzo de una historia para Alvy: “Conocer a Dacal en ese jardín fue un momento bisagra en mi relación con las canciones y el medio, porque descubrí que no estaba tan solo como pensaba en el camino estético que transito. Reconocí a un par, que estaba conquistando áreas del lenguaje que yo empezaba a hablar”. Lo mismo le sucedió a Dacal, un tiempo antes, cuando se encontró con Grinjot: “A Pablo me lo presentó Volco. Nos conocíamos por referencias, estábamos al tanto del otro y pensábamos ¿y éste quién es? Lo invité a cenar a casa, hablamos de las canciones, las orquestas y lo acústico, y planeamos organizar algo en conjunto, formar un frente”.
En esos sucesivos cruces, hasta que empezaron a colaborar musicalmente, se puso en juego la decisión de formar un clan. Sus particularidades los hicieron juntarse: componer y empuñar un instrumento desde una formación clásica –sobre todo en Grinjot y Singer– trabajar las letras desde una perspectiva original –las traducciones del inglés y francés de Dacal, el humor en Lebrero– y, fundamentalmente, tocar con la delicada instrumentación de las orquestas. Alvy Singer explica este esfuerzo: “Individualmente, los cuatro manejamos trenes difíciles de maniobrar, léase orquestas, y entendemos el estigma de esa carga. Hay una búsqueda de pertenencia en nosotros que es casi tribal. Somos como una de esas extrañas convenciones anuales de freaks que cada tanto retratan Los Simpson”. Habrá que ir a presenciar esa rareza.
Pablo Dacal y la Orquesta de Salón, Alvy Singer Big Band, Pablo Grinjot y la Ludwig Van, Tomi Lebrero y su Puchero Misterioso tocan los martes 11 y 18, a las 21, en el Teatro IFT, Boulogne Sur Mer 547. Entrada: desde $ 20.
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