Dom 16.09.2007
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LIBROS > UNA RECOPILACIóN DE LOS RECORDATORIOS DE PáGINA/12

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En 1988, Página/12 ofreció un espacio gratuito a los familiares y amigos de detenidos desaparecidos para que pudieran publicar recordatorios. Desde entonces se publicó uno por día, hasta que se convirtieron en parte de la identidad del diario. Varias veces fueron objeto de exposiciones tanto en la Argentina como en el exterior; pero ahora por primera vez forman parte de un libro llamado Poesía diaria. Porque el silencio es mortal. Recopilados por Virginia Giannoni —que eligió doscientos de los cuatro mil recordatorios que posee—, con prólogo de Adolfo Pérez Esquivel y de las Madres de Plaza de Mayo, la publicación bilingüe de Editorial Retina es un diario íntimo colectivo de un dolor que cambia, pero que no olvida.

› Por Cecilia Sosa

Siempre le llamó la atención verlos aparecer a la vuelta de una página, en un hueco entre las noticias. Rostros jóvenes, sonrientes. Añorados en ausencia, año tras año, por sus padres, hermanos, parejas, amigos, hijos. “En una vereda sanjuanina, frente a la bicicletería del barrio quedaron unos zapatos y unos anteojos”, “Nos desandamos cada día y no callamos el dolor de no poderte”, “En qué lugar del espacio puedo dejarte una flor y un beso”, “Los busco siempre”. Durante 6 años, Virginia Giannoni coleccionó los recordatorios publicados por Página/12. Llegó a reunir más de cuatro mil. Ahora ese material, único en el mundo, encontró lugar en el canon literario y forma parte de un libro: Poesía diaria. Porque el silencio es mortal (Editorial Retina). Con prólogo de Adolfo Pérez Esquivel y de las Madres de Plaza de Mayo, la publicación es un diario íntimo colectivo (en edición bilingüe) de un dolor que cambia, pero que no olvida.

Poco después de cumplir un año, en agosto del ’88, Página/12 cedió un espacio gratuito para publicar el primer recordatorio a los familiares de los detenidos desaparecidos por crímenes de Estado en la Argentina. Los avisos se multiplicaron hasta marcar para siempre la identidad del diario. “No son anuncios, ni obituarios, ni solicitadas. Son algo distinto que todavía está siendo inventado”, cuenta Virginia, 36 años, diseñadora y escritora por vocación, sin familiares cercanos desaparecidos. “Siempre me impresionó el modo que tienen de intervenir la realidad, palabras de tanto dolor en un papel que servirá para envolver papas”, dice.

Esa pequeña gran obsesión fue la que la llevó a coleccionarlos, primero en su casa, recortándolos; y desde 2002, rastreando los pedacitos de diario viejo en la hemeroteca de Página/12 o en los archivos de Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora y de Familiares de Detenidos-Desaparecidos.

“Con los años, los recordatorios han ido cambiando. Los mismos familiares recuerdan de otra manera y cada vez más aparecen las voces de los hijos; ellos instalan otro lenguaje, más directo, mucho más cotidiano”, dice Virginia. Así, un joven escribe: “Yo tenía tres meses, pero vos vas a ser mi viejo siempre. Soy igual a vos”. Otro: “Hola guacho, ¿cómo andás? Siempre joven, vos. Para vos nunca pasan los años. A mí ya me están saliendo canas”. Clara, en cambio, sólo deja un espacio vacío junto a su foto: “Hermana, te abrazo –dice–. En estos días cumplís 27 años”.

El libro reúne más de 200 recordatorios seleccionados por Virginia. Encuadernadas entre dos tapas de brillante rojo y amarillo, decenas de pequeñas fotografías se unen en un estremecedor collage del sentido. La edición no sigue un orden cronológico, ni político. Más bien tiende a enhebrar un relato entre los frágiles rectángulos de papel que firmes o balbucientes, con rabia, pudor o aun con una sonrisa, buscan nombrar un dolor sin tumba y sin duelo. Una extraña forma de poesía: el intento de ponerle palabras a algo que no las tiene.

La publicación comenzó a gestarse en una muestra realizada en septiembre de 2003 en el Centro Cultural San Martín: 450 recordatorios impresos a gran escala, pegados con engrudo a las paredes de la sala, en tan múltiple como extraña pegatina en blanco y negro. Y entonces pasó algo curioso: el público intervino espontáneamente la muestra, incorporando sus propios textos, escritos a mano, al pie de las imágenes expuestas.

Fue el comienzo de un nuevo principio. La muestra viajó a Entre Ríos, a la Universidad de Córdoba, a Mendoza, y de allí salió a recorrer el mundo. En Medellín, Colombia, sorprendió a la organización Madres de la Candelaria, que pudo completar la muestra produciendo textos para sus propios desaparecidos. En Toronto, Canadá, un grupo de familiares de desaparecidos argentinos incorporó también los suyos en el aniversario de los 30 años del golpe de Estado.

En San Diego, Estados Unidos, muy cerca de la frontera con México, se dio una experiencia única: un grupo de estudiantes secundarios bilingües tradujo una selección de recordatorios en el marco de los talleres de Poesía Diaria / Everyday Poetry, coordinados por Joan Lindgren, la traductora de los poemas de Juan Gelman. “Cuando terminé de traducir los cien primeros, los poemas me llevaron a otra dimensión de la ausencia”, cuenta en el prólogo. Entonces se le ocurrió que podía haber más personas dispuestas a participar en un proyecto colectivo. Y hubo. “Cuando tenés que encontrar las palabras para traducir, empezás a entender lo que sentía la persona que escribía el poema”, dijo una de las traductoras, de sólo 14 años, al leer públicamente el trabajo.

Poesía diaria se presentó el último martes de agosto en el Centro Cultural de la Cooperación. Estuvieron los editores Gustavo Santaolalla y Fernando Vázquez Mazzini, las Madres de Plaza de Mayo, Adolfo Pérez Esquivel, León Gieco. Cada uno leyó parte de ese diario que sigue una emoción tan privada como colectiva. Por decisión de la compiladora y los editores, las ganancias que provengan de la venta del libro serán donadas a Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora. Los editores prometieron incluir nuevo material en futuras ediciones.

Tal vez, ahora que los fragmentos han encontrado unidad en un libro, aquellas palabras repetidas por cada familiar, por cada amigo, alcancen una verdad nueva, más firme, más completa. “No pudieron matarte.”

Poesía diaria puede ser adquirido y recibido a domicilio sin gastos de envío escribiendo a [email protected]

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