PERSONAJES > ZAMBAYONNY, UN ROMáNTICO ESCATOLóGICO
Con una voz que recuerda a Cafrune y Zitarrosa y un tono que remite al mejor Hugo Varela, un cantautor bahiense viene haciendo ruido en el mundillo cultural porteño con letras guarangas, explícitas y muy graciosas producidas por los inefables Cohn y Duprat (Televisión Abierta). Pero lo más extraño es que detrás de este éxito hay un misterio: quién es el hombre que se hace llamar Zambayonny. María Moreno intenta develarlo.
› Por María Moreno
“A los que nunca les tiraron la goma/ a los que un poco les rompieron el culo/ a los que entre desconocidos la probaron/ a los precoces que acabaron con apuro.// A los que los cuernearon por confiados/ a los que se les burlaron de la pija/ a los que cogen solamente con regalos/ a los que los extorsionaron con caricias./ Yo los considero mis hermanos.” ¿Qué es esto? ¿Ha vuelto la revista porteña? ¿Los años en que Pepitito Marrone llamaba “Escarface” al culo de Juanita Martínez? ¿En que los capocómicos llamaban al acto sexual “hacer la porquería”? No, se trata de algo más grosero y, al mismo tiempo, más fino, por algo la elite ya lo estaba esperando para no quedar para atrás. El que canta es X –en adelante D.P.–, un cantautor de Bahía Blanca que acaba de grabar, producido por Televisión Abierta, el cd Tu palabra contra la mía bajo la identidad de un tal Zambayonny. Algunos de sus hits son “Averiguá si cojo mucho”, “A mí me tenés que parar la verga a tiros” y “Qué mierda hago en Tokio”. Pero mi preferida es “La incogible”.
Zambayonny es un cantautor que ha inventado el género romántico escatológico. Algo extraño para alguien que suena como un cantante de protesta de la época en que el canto mandaba a desalambrar. Sus discos anteriores, exclusivos de Internet, intentan el trash-verde. Uno de ellos se llama Milanesa de pija.
D.P. no quiere salir del closet para asumir a Zambayonny.
¿Se tratará de un heterónimo a la Pessoa? Sólo que Pessoa no se escondía ante la existencia de Ricardo Reiss. ¿De un personaje que se montó al autor? Sin embargo, nadie llamaba “Horacio” (por el Oliveira de Rayuela) a Julio Cortázar. ¿De un caso de síndrome de Tourette? Tal vez se trate de ese combo de tics que puede incluir “gestos y frases inadecuadas”. Si Zambayonny es el Mr. Hyde de D.P. cabe el pronóstico de que el primero destruirá al segundo. Claro que, en este caso, benévolamente: ganándole en copias piratas. Todo hace sospechar que D.P. juzga con cierta severidad a Zambayonny y teme quedársele pegado como, por utilizar ejemplos más prestigiosos, le sucedió a Daniel Defoe con Robinson Crusoe ya que una dama le dijo muy preocupada: “¡Qué horror! ¡Cómo habrá sufrido usted en esa isla!”.
La voz de Zambayonny es una cita de la de Zitarrosa en “La canción quiere” y de la de Jorge Cafrune en “Coplas del payador perseguido”. Por eso despierta una memoria emotiva y psicobolche, capaz de desatar sentimientos épicos que no atinan a retroceder ante las palabras soeces, sobre todo porque éstas no dejan de sostener una cierta justicia para perdedores, un machismo que se autodesenmascara por caricaturesco al mismo tiempo que conserva intactas la entrañable escatología infantil que impera en las murgas y en los cantos de cancha. Una prueba de que el deseo de ocultar la identidad de Zambayonny es ambigua es que su autor le ha construido una biografía inverosímil: sería un psicólogo suizo radicado en la Argentina, defensor de la hipnosis y de la interacción erótica con los pacientes, un francotirador porno al inconsciente.
Una vez entrevisté a Zambayonny para un programa de cable: D.P. se había producido como una mezcla de José Feliciano y Facundo Cabral. Tomaba fernet con coca y hablaba en estilo chabón. Hubo que convencerlo para que no usara la máscara de master que utiliza en sus escasas presentaciones en vivo.
Zambayonny habría sido expulsado de los EE.UU. aunque la agencia Télam habría transformado esa noticia en la de su muerte. D.P. le ha atribuido también a la agencia Télam haber difundido que tenía el dato de que Zambayonny era el doctor Favaloro y que “Con la trágica desaparición no fueron pocos los que se sumaron a esa teoría, a tal punto que en su velorio se oyó a alguien cantar: ‘Doctor querido/ te tuvieron que parar la verga a tiros’”.
Zambayonny es un maestro de la enumeración caótica por tripletes, si esto es posible para la Real Academia. Sus rimas siempre tratan de favorecer la posibilidad de que los sinónimos del pene barroquicen esa loa permanente al escabio y a la fornicación que es su obra. Y cultiva un insulto que es lo más: “¡Hijo de una plantación de putas!”.
Zamba del anonimo
D.P. ha hecho discos serios o al menos no escatológicos en donde, contrariamente a Zambayonny, cree en la metáfora pero en donde sus reminiscencias son mayores que en los de su criatura: las de la nueva trova cubana, la del surrealismo pasado por el rock. Sueña con que el potencial éxito de Zambayonny sea el puente para imponer eso que él cree ser “verdaderamente”. Pero Zambayonny ya le lleva varias cabezas. Por lo pronto ya aparecido en una revista cultural (en Otra Parte) y cuenta con mentores críticos que no vacilan en utilizar las palabras del análisis académico junto a la popular “chota”. “Pijas, pedazos, garchas, sables, chotas y porongas emergen de un machismo exacerbado que se ahoga a sí mismo y pide una verga como snorkel. A propósito: los diversos nombres del pene nunca se usan como sinónimos ni por necesidad urgente de la rima, cada uno encaja en el lugar único que le calza. La cuidada relación entre cada uno de los nombres del pito y el hueco que le deja la canción es una de las marcas poéticas de Zambayonny”, elucubran Adrián De Rosa y Mauro A. Fernández en la citada publicación.
Pero D.P. dice que se la pasa encerrado en la pieza componiendo y escribiendo cuando no está dando clases de ajedrez en la escuela que puso su padre o con su novia Laura, con la que planea casarse. Es que sus mayores trangresiones han sido emborracharse con la ginebra Bols que venden a un peso en el Club Universitario de Bahía, jugar al poker todos los miércoles con amigos, conocer a algún barrabrava de Olimpo. Siempre enchufado, conectado y con parlantes, D.P. dice que Zambayonny le salió de casualidad.
–Estaba haciendo experimentos con la computadora. Bajando la voz tres tonos más de lo que habitualmente utilizo. Quedaba algo muy serio. Entonces empecé a jugar con ponerle a esa voz textos completamente insólitos, muy fuertes y chocantes. A partir de ahí empecé a hacer más temas de esa manera.
¿Cuántos temas grabó Zambayonny?
–Ciento veinte. Tengo cinco discos: Pensando en voz alta, La pistola de carne, Salita verde, La pendeja puta que todos llevamos dentro y Milanesa de pija.
D.P. suele despedirse mandando saludos a la familia, no dice malas palabras y tiene ese aire de Edipo de provincia que tenía Fontanarrosa –al que se parece físicamente– cuando tenía su edad.
D.P. tiene la PC recalentada de escribir novelas en donde suele haber una cierta compulsión a la peripecia y en las que hace participar a sus amigos (a la manera de Tom Green) con identidades ligeramente cambiadas. Dice que la mayoría son malas, salvo la última.
–Es de un tipo que se va de vacaciones el día que se casa la mujer que él quiere y termina en Inglaterra, adonde conoce a un superhéroe que perdió los poderes. A esa quiero darle forma de película. Tiene el nombre del blog: Te lo juro por Dios. Llevo dos años haciéndola. Aparte me sirve porque tuve una tía que estuvo muy jodida y hubo que internarla. Toda la familia estaba convulsionada y a los capítulos de aquella época, cuando los leo ahora, veo que iban por un lado y cuando pasaban cosas buenas iban por otro. La gente no tiene la puta idea pero, uno que sabe a qué época pertenecen, ve que son una descarga.
Soy legion
Tal vez D.P. sea de la familia de Fernanda Laguna, Gaby Bejerman, Diego Recalde, Damián y Pablo Dreizik, performance artists que no han consentido en colgarse del cuello la plomada de la vocación –entendiéndola como la obligación de correr por una única autopista del arte–, que juegan a indiferenciarse como personajes y autores y no respetan la continuidad en lo mismo (a la manera de una “carrera”) ni la mediación exclusiva de la edición y la propiedad, bajo un principio de improvisación que convive con las estructuras habituales por más independientes que sean.
Para difuminar que, en cierto modo, es Zambayonny (al menos tanto como Defoe era Robinson), D.P. es también Karmelo Restelli (biógrafo no autorizado de Zambayonny), Gatubelita (“Lo que escribe por ella no sé si se acerca a lo que dice una chica, pero por lo menos no soy yo”) y Leopoldo Mistral (cantautor cubano, hijo del dueño de una cadena de casinos de la época de Batista).
El poco metafórico asunto del pago con la chota de Zambayonny fue narrado por Restelli en uno de los cuatro blogs de D.P.:
“Harto de que ‘le pagaran con la chota’ (según sus propias palabras a un escribano) abandona el consultorio, se muda al sótano de un amigo extranjero y consagra su vida a la canción. Saca Averiguá si cojo mucho con éxito difícil y se presenta en algunos bares con su guitarra criolla y un ‘vaso amable’ que es como él mismo trataba a su incipiente alcoholismo. Una mañana de septiembre, Zambayonny de puño y letra le deja a su amigo una nota de despedida, abandona el sótano, deja la guitarra y se sube a un micro de larga distancia que partía con rumbo a Formosa. ‘En Formosa está la cosa’ se le adjudicó después a Zambayonny, aunque no está confirmada su autoría en esta frase. Aquella nota de despedida que está en el museo de Zambayonny dice textualmente: ‘Te dejo la guitarra, me voy para Formosa, mi brújula es la verga, lucrá con mi museo, te quiero como a los huevos. Zambayonny’”.
Gatubelita se presentaba en su blog: “Ok, soy flaca, morocha, 1,69, ojos verdes, romántica, un poco puta, tengo 95 de tetas, fumo marihuana, tengo un libro editado y otro en veremos, el mejor culo de la familia, vivo sola, lloro cuando nadie me ve, era vegetariana, amo a Miles Davis y miento como nadie”. El blog fue un éxito y D.P. llegó a sentirse acosado “como mujer” luego de que Gatubelita propusiera que quien adivinara su fantasía sexual más insistente tendría derecho a realizarla con ella: “Yo voy a revisar los comentarios tres veces por día y al primero que acierte le respondo. Es en serio, y los que no lo crean por favor que no escriban nada. Sería una desilución (sic) que acertase alguien que no le interesa conocerme. No sean tímidos, ni obtusos, ni bestias. Tal vez nuestro futuro dependa de esta respuesta. Muchas gracias, los espero”.
La patota escatológica de Internet no tardó en probar la adivinación a cambio de la libra de carne. “Ya sé, tu fantasía es que venga la Coca Sarli en pony y te tire bananas de cotillón por la cabeza al grito de ‘¡¡Bum bum me fascina estar loco!!’” dijo Pibe; “Tu fantasía es tener sexo abajo del salón de actos de la Alianza Francesa, ¿acerté?”, dijo Blas.
¿Te gustaría sacar un libro?
–El papel tiene una ventaja absoluta sobre lo que es virtual. Participé en un concurso y me ganó Pedro Mairal. Mandar es caro. Trescientas páginas en tres copias. Parece un vuelto pero cuando tenés que enviarlo... Tengo tres novelas: La Venecia de los ciegos, Teatra y El doble adiós.
Las primeras apariciones de Zambayonny fueron en el programa Televisión Abierta de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Lo prohibieron y hasta se dice que el programa se bajó por él. Y, como cuando prohíben a Zambayonny siempre se invoca la necesidad de preservar los oídos infantiles, él decidió, para resarcirse, componer los temas del disco Salita verde –de una suerte de realismo sucio para niños posmodernos que saben desactivar los censores que sus padres imponen en la compu y el televisor, chanchitos masturbadores que sueñan con la travesti que expulsaron a 200 metros de su escuela–. Nada que ver con María Elena Walsh pero qué lindos son “El fracasado del jardín” (“Estoy pensando en dejar el jardín/ no estoy contento y además no lo elegí/ yo soy más humanista, quizás artista/ y acá lo importante solo es dividir./ Creo que si me recibo no seré feliz/ toda una vida cargando con esta culpa/ si me cambio de carrera/ aunque parezca extraño/ rindo libre plastilina y no pierdo el año”), “La noche está en pañales” (“Yo dejé de usar el chupete chupete/ y también dejé la mamadera/ aprendí a ir al baño solo/ y a caminar derecho y sin problemas./ Aprendí a decir muchas palabras/ y portarme muy bien cuando hay visitas/ aprendí a comer con cucharita/ y aprendí a leer algunas letras./ Por eso no me quiero ir a dormir/ no me quiero ir a dormir tan temprano/ si la noche todavía está en pañales/ y yo eso ya pude superarlo”) y “Esclavo a la coreana” (“En cuanto pueda irme de mi casa, me voy/ me robo un auto o robo un banco,/ me hago amigo de algún narco y me voy/ a pasar droga en la frontera,/ en lugar de ir a la escuela, me voy/ a bailar pegado a un palo, para camioneros raros, me voy./ En cuanto ya tenga la fecha, yo sin levantar sospecha me voy/ les dejo dudas a montones y un sinfín de sinrazones, me voy/ si me buscan con la cana, me hago esclavo a la coreana y al sol”).
Dicen que Daniel Defoe fabricaba cabañas con cerillas y que le gustaba dormir a la intemperie como cualquier Robinson para templar su carácter. Está probado que Sade le tiró la cera caliente de una vela a una pobre vieja, que Colette se vestía como la Claudina de sus novelitas puercas. Como, según los borrachos eminentes, al día siguiente de una borrachera es aconsejable probar un pelo del perro que los mordió (una pinta de cerveza, media medida de scotch) el autor suele asumir la personalidad de su personaje. Por eso, D.P. de repente dice una mala palabra: “Ahora estoy probando nuevas que forman parte de un cd que se llama Música para coger. Porque en España pega bien. Es como decir Música para agarrar. Forma parte de una trilogía. Siempre está la idea de que el texto no pase inadvertido”.
Pero si estás cogiendo te distrae.
–No dije Música para coger bien. A muchos les va a servir de excusa.
Presidente del Club de Fans de Zambayonny
nuevosrumoresalarmantes.blogspot.com
La novela online, en telojuropordios.blogspot.com
El sitio oficial en zambayonny.worldpress.com
Para escucharlo en MySpace: www.myspace.com/zambayonny
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