PáGINA 3
› Por Alexander Kluge
En las soledades del cosmos orbitó la Tierra durante un tiempo Laika, una perrita callejera de Moscú, muy robusta. Desbordaba confianza en sus criadores y adiestradores, que le habían dado a entender que, si obedecía, seguiría viviendo y tendría asegurados el suministro diario de comida y la atención.
En la práctica no fue así: sujetada a un dispositivo cuyo coste industrial era ochenta y siete mil millones de veces superior al de su cuerpo, Laika orbitó la Tierra durante catorce días, mientras la cápsula emitía señales de posición mecánicas y hacía llegar a nuestro planeta datos del cuerpo del animal.
Los amos de Laika, una asociación formada por ingenieros espaciales y adiestradores de perros, habían creído ciegamente en que recuperarían a la perrita. Nadie dudaba de su buena voluntad; por motivos inherentes a la investigación, no querían perder los resultados de las mediciones técnicas efectuadas durante la misión.
Pero resultó imposible traerla de vuelta a la Tierra. En el estado de cuentas emocional –el mundo de la subjetividad, según Karl Marx–, la lenta muerte de la perra fue equivalente a la aniquilación del capital de todos los proyectos galácticos.
Nadie (tampoco fuera de la Unión Soviética) siguió creyendo en la concepción de grandes planes utópicos, como la conquista de planetas o estrellas cercanas, si no era posible siquiera recuperar de la órbita terrestre a un simple animalito de Siberia. De hecho, ni siquiera pudieron administrarle la morfina que le habría asegurado una muerte paulatina cual pálido destello bajo las estrellas. Antes bien, los ingenieros del centro de control oyeron, en la Ciudad de las estrellas (nadie se atrevió a cortar la comunicación acústica), los esfuerzos de la perra para respirar. La fuerza vital de Laika prolongó aún más la crisis. El animal no se despidió de la vida en la órbita terrestre sin ofrecer resistencia.
* Este fragmento está incluido en El hueco que deja el diablo (Anagrama, 2007), el último libro de Alexander Kluge publicado en Argentina.
La segunda y última parte del ciclo Integral Alexander Kluge: el padre del Nuevo Cine Alemán (las películas de 1978 a 2007) puede verse hasta el domingo 27 de julio en la Sala Lugones del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530.
Domingo 13
La patriota
(Alemania Occidental, 1979) A las 14.30, 18 y 21 (118’).
Martes 15
El candidato
(República Federal Alemana, 1980)
A las 14.30, 18 y 21 (124’).
Miércoles 16
La guerra y la paz
(R. F. A., 1982)
A las 14.30, 18 y 21 (118’).
Jueves 17
En busca de una actitud práctica realista (RFA, 1983) (12’) y El poder de los sentimientos (RFA, 1983) A las 14.30,
18 y 21 (124’)
Viernes 18
El ataque del presente al resto del tiempo (RFA, 1985)
Sábado 19
Noticias varias
(RFA, 1986) 96’.
Domingo 20
Serpentine Gallery Program
(Alemania, 1995/2005) 100’.
Lunes 21
Cortometrajes realizados para la televisión alemana
Programa 1. 84’.
Martes 22:
Cortometrajes
Programa 2. 103’.
Siempre a las 14.30, 17, 19.30 y 22,
excepto donde se indica.
La programación completa
puede consultarse en
www.teatrosanmartin.com.ar
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